Temístocles, el hombre que salvó a Atenas por partida doble

Temístocles nació en Atenas el año 525 a.C. Su inteligencia le ayudó a llegar en cargos públicos de alto rango. Se le reconoció un carácter enérgico, por lo que no tardó en influir sobre sus conciudadanos. En aquellos años el Imperio Persa amenazaba la libertad de Grecia y nuestro protagonista tuvo la intuición de reforzar la flota para defender las costas griegas. No le faltaba razón, pues solo contar con una marina de guerra podía ayudarle a evitar estos peligros.

Una vez se convierte en jefe de Estado, mandó construir un enorme puerto militar: El Pireo. Entre sus logros consiguió convencer a los ciudadanos ricos a que aportaran dinero para construir las naves. El ejército persa solía arruinar cada ciudad en la que se detenía para alimentar a su flota. Los persas contaban con 1500.000 soldados y 1.200 barcos de combate.

Traiciones por parte de algunos griegos

La flota griega contaba con solo 380 barcos de guerra y 75.000 soldados, siendo muy inferior al persa. Al rey de Esparta, Leónidas, se le envió a al paso de Termópilas para parar el avance persa.  La traición de una serie de griegos revelaron a los persas un paso secreto que cercó a Leónidas y que terminó muerto y Atenas terminó saqueada.

La batalla de Salamina

Al conocer los griegos la derrota de Termópilas, su flota se reunió en las proximidades de la isla de Salamina, frente a Atenas. Los griegos ante el tamaño de la flota persona querían retirarse.

Temístocles salvo la adversa situación enviando a Artajerjes un servidor de confianza que aparentó ser un traidor diciendo al rey persa que los griegos estaban preparando su huida a la mañana siguiente, por lo que había que atacar de inmediato.

A la mañana siguiente los griegos vieron como estaba rodeados por buques persas, que se entorpecieron en la batalla al ser demasiados. Choques entre sus propios buques, averías y muchos de ellos terminaron pasto de las llamas.  Los barcos griegos terminaron mostrándose más ágiles y superiores ganando la batalla pese a su inferior número.

Los persas diezmados huyeron y Temístocles volvió triunfador a Atenas y con la admiración de su pueblo, corría el 480 a.C.

El doloroso exilio de Temístocles

Las envidias siempre han existido y algunos ciudadanos la tenían de Temístocles hasta convencer al pueblo ateniense de que su ansia de poder terminaría quitando las libertades. Se le condenó al exilio y terminó huyendo a la corte de Artajerjes, el rey persa donde estuvo muchos años en condición de invitado.

El año 461 a.C el rey persa volvió a tomar la decisión de atacar Grecia, solicitando a Temístocles que asumiera el mando para vengarse. Él no quiso mostrar ingratitud con el rey que tan bien le trató, pero tampoco podía traicionar  a su patria. Al final terminó suicidándose y de esta manera volvió a salvar a Atenas.


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