Decenas de mujeres se han manifestado esta mañana en Casablanca (Marruecos) frente a la sede de la Agencia Nacional de Empleo Marroquí (Anapec, por sus siglas en francés) para denunciar que por segundo año consecutivo no han podido viajar a Huelva para participar en la campaña de la fresa. Eso, pese a tener un contrato en origen y haber pagado el visado. Ellas aseguran que hay unas 1.200 temporeras en esa situación y demandan una solución. Para muchas, la recogida de los frutos rojos es el único recurso con que cuentan sus familias para subsistir.
M. —prefiere no dar su nombre completo—, de 41 años, estuvo
recogiendo fresas en Huelva en 2018. Un año después la pandemia la obligó a permanecer en su domicilio de Juribga, a 126 kilómetros de Casablanca. Indica a este periódico —gracias a la traducción de Noor Lamarty, fundadora y presidenta de la plataforma digital Women by Women, que está ayudando a estas mujeres en su reivindicación― que este año fue contactada en diciembre de 2020 para embarcarse rumbo a España el 16 de marzo. Sigue en Marruecos. “Estoy desesperada, nuestra planificación giraba en torno a irnos a trabajar y así poder mandar dinero a nuestras familias. No sabemos qué vamos a hacer para pagar todos los gastos”, se lamenta.
“No quieren acusar a nadie, solo demandan una solución, muchas han abandonado sus trabajos para poder viajar a España y han hecho un desembolso económico para abonar las tasas del visado y desplazamiento y han visto que otras con menos experiencia sí han ido, mientras que ellas se han quedado en Marruecos sin explicación”, señala Lamarty. El portavoz de Anapec que ha recibido a varias de ellas les ha asegurado, según Lamarty, que aquellas que tengan visado tendrán preferencia a la hora de partir a España el año que viene.
Para la campaña de 2020-2021 se acordó la contratación en origen de 14.000 temporeras más una reserva de 2.000, explica un portavoz de Interfresa, la patronal que aglutina a las principales industrias del sector en Huelva. Finalmente, han llegado 12.725, según los datos facilitados por la Subdelegación del Gobierno. La pandemia cortó abruptamente la llegada de jornaleras marroquíes el año pasado. De las 17.000 previstas solo 7.100 lograron cruzar el Estrecho antes de que Marruecos ordenara el cierre de sus fronteras. Esta circunstancia ha determinado que esta temporada se haya mantenido la misma selección que la que se realizó en la anterior y que los visados de las temporeras que no pudieron salir del país fueran validados.
“El año pasado se contrataron 6.500 nuevas, más las 10.000 que suelen ir todos los años. Del contingente nuevo solo 2.500 llegaron a España y el resto se han considerado prioritarias para esta campaña”, señalan fuentes afincadas en Marruecos conocedoras de la situación, que muestran su extrañeza ante las denuncias de las temporeras. Cuando arranca la campaña, los empresarios, a través de las asociaciones agrícolas, eligen, conforme van necesitando mano de obra, a las temporeras del listado y lo comunican a Anapec, que en un plazo de 10 días se pone en contacto con ellas. “De todas las contactadas hay muchas que no han querido venir este año porque sus circunstancias familiares o personales han cambiado, pero las que tengan visado y no hayan sido seleccionadas tendrán preferencia. Hay un absoluto escrúpulo por mantener los derechos de estas mujeres”, abundan esas mismas fuentes.
Las asociaciones agrícolas onubenses se desmarcan de lo que sucede al otro lado del Mediterráneo e incluso reclaman más mano de obra. “Nosotros necesitamos que vengan todas y no hemos puesto ninguna traba. Nos dicen desde Marruecos que algunas no han podido ser localizadas, que otras han cambiado de opinión…”, señala Manuel Piedra, secretario general de UPA Huelva. Un portavoz de Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) asegura que la organización ha reclamado a Anapec un contingente de 400 temporeras y que aún no ha obtenido respuesta.
Las únicas pasajeras del Estrecho
Desde finales de diciembre, una media de 1.200 trabajadoras marroquíes han cruzado el Estrecho desde el puerto de Tánger Med hasta el de Algeciras. Viajaban en barcos fletados cada miércoles y viernes para trabajar en la campaña de la fresa. Son las únicas personas que han surcado el Mediterráneo entre ambos países en lo que va de pandemia, a excepción de los españoles repatriados tras el cierre de los aeropuertos por Marruecos hace 15 días. El último de estos transportes especiales arribó a las costas gaditanas el pasado miércoles 7 de abril. “Ahí iban mujeres que tuvieron que quedarse en Marruecos por haber tenido una PCR positiva, que perdieron otros barcos o que tenían ya previsto viajar”, explica Piedra.
La logística desplegada específicamente para estas temporeras y sufragada por las empresas onubenses evidencia la excepcional importancia de estas trabajadoras para el sector de la fresa, que supone el 8% del total del PIB andaluz, según los datos facilitados por Interfresa. Un operativo —que incluye el traslado en autobús desde el mismo puerto hasta las plantaciones en las que trabajarán— que contrasta con la angustia que sufrieron el verano pasado cuando, al terminar la temporada, el cierre de fronteras les obligó a permanecer varadas casi un mes en territorio español.
A ese último barco no pudieron embarcar ni M. ni las más de un millar de mujeres que alegan estar en las listas para trabajar en Huelva. Todas ellas están en situaciones precarias, la mayoría divorciadas o con familiares a su cargo, que son las que tienen preferencia en los procesos de contratación para la fresa. Muchas han abandonado trabajos en sus ciudades de origen para poder cruzar el Estrecho. Sus escasas esperanzas de asegurar un sustento para los suyos se han quedado varadas, como ellas, al otro lado del Mediterráneo.
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