Temporeros en un olivar esquivo


Los brotes de coronavirus entre temporeros destapados este verano en Huesca y Lérida encendieron las alarmas en el sector agrícola, que pide a gritos medidas de seguridad y de protección para salvar las campañas de recolección inminentes, que son las de mayor movilidad de trabajadores. Actualmente están en marcha la vendimia y la aceituna de mesa, a la que seguirán, casi sin solución de continuidad, el aceite de oliva y los cítricos.

Los agricultores reclaman que se tenga en cuenta el papel esencial que han jugado durante el confinamiento y que las restricciones derivadas de la pandemia no vengan a incrementar los costes de sus producciones, en muchos casos con precios en origen de ruina desde hace años. También exigen que se unifiquen los protocolos en las distintas comunidades. De hecho, mientras que en la vendimia alavesa se realizan test PCR antes de recoger la uva, en Andalucía no ha sido hasta esta semana cuando el Gobierno ha confirmado que hará pruebas a todos los temporeros que lleguen a la campaña olivarera que arranca en octubre.

Sin lugar a dudas, es la campaña oleícola la que más incertidumbre está generando por ser, con mucha diferencia, la que presenta mayor movilidad laboral y también de flujos migratorios. Solo en Andalucía, la principal comunidad productora, se movilizan unos 200.000 trabajadores y se esperan casi 15 millones de jornales, la mitad de ellos en la recolección. “Queremos que la Administración nos dé las máximas facilidades con el objetivo principal de que la actividad agraria no se pare, pues ya hemos demostrado que somos un sector esencial”, indica Cristóbal Gallego, presidente de la cooperativa El Pilar, de Villacarrillo (Jaén), la mayor almazara del mundo y que hace dos campañas llegó a molturar 100 millones de kilos de aceituna.

Gallego anuncia también que desde Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía se van a activar protocolos internos para evitar el mínimo contacto entre productores y empleados en los puntos de recepción de la aceituna. Para ello, reclama que la tarjeta de transporte que han de presentar los agricultores al llegar a la cooperativa pueda exhibirse telemáticamente y que no haya restricciones de aforo en los vehículos que se utilizan para el transporte de las cuadrillas.

El Gobierno andaluz aprobó el 1 de septiembre una Orden sanitaria que obliga a los titulares de explotaciones agrarias a elaborar un plan de contingencia específico frente al Covid-19 antes de contratar a trabajadores para recoger las cosechas. Además de exigir medidas de limpieza, desinfección y ventilación en los lugares de trabajo y en los medios de transporte, se insta al empresario a habilitar, además del alojamiento habitual, otras infraestructuras destinadas al aislamiento de los trabajadores que puedan contagiarse o tengan algún síntoma.

Se trata, en todo caso, de una Orden genérica con instrucciones para las campañas agrícolas de hasta 26 cultivos distintos. Por ello, desde Jaén se reclama una normativa específica para la campaña de la aceituna por su dimensión y repercusión en más de 300 pueblos andaluces. “¿Qué ocurrirá si hay un contagio en una almazara o un tajo? ¿Se paraliza la campaña durante 14 días?”, se pregunta Francisco Reyes, presidente de la Diputación de Jaén. En esta provincia, principal productor oleícola del mundo, hay activas durante la campaña 325 de las 800 almazaras de todo el país, y en años anteriores han llegado en torno a 10.000 temporeros.

“Queremos lograr una agricultura libre de Covid y para ello hace falta una detección temprana en el caso de se registre algún contagio entre los trabajadores para así mitigar sus consecuencias”, señaló la consejera andaluza de Agricultura, Carmen Crespo. Sin embargo, desde el PSOE se critica que el Gobierno andaluz haya recortado a la mitad los fondos para el dispositivo de atención a los trabajadores temporeros. En concreto, se ha pasado de 309.000 a 150.000 euros en las ayudas a los ayuntamientos para la apertura de los albergues, un dispositivo pionero en Jaén y que sirve de tránsito desde la llegada de los temporeros hasta que son contratados en la explotación agraria. En cada campaña dan cobijo a casi 10.000 braceros, tanto extranjeros como de otras regiones españolas.

Cáritas, que cada año moviliza numerosos voluntarios para atender a los inmigrantes que duermen en la calle, ha alertado de la gravedad de esta campaña, nunca antes vivida por el condicionamiento de la pandemia. “Estamos ante el tema de mayor gravedad que nos hemos encontrado jamás en una campaña de la aceituna, hay que actuar ya, no podemos mirar hacia otro lado”, denuncia Rafael López-Sidro, presidente de Cáritas en Jaén, una organización que abre durante la campaña olivarera cuatro comedores para los temporeros.

Con todo, la presión migratoria va a ser mucho menor este año por la ausencia de contingentes de países que habitualmente exportan buena parte de la mano de obra foránea, como Marruecos, Argelia o Rumanía. La vendimia en el Marco de Jerez se ha gestionado este año con trabajadores locales, y algo parecido se quiere hacer también en la campaña de la aceituna.

Mientras tanto, los ministerios de Agricultura y de Empleo no se han pronunciado aún sobre la propuesta trasladada desde Andalucía para que se amplíe el Real Decreto-ley 13/2020, de 7 de abril, por el que se adoptan determinadas medidas urgentes en materia de empleo agrario, de tal forma que las personas desempleadas puedan trabajar en la campaña de la recogida de la aceituna y mantener sus prestaciones. Este Decreto, que estaba en vigor hasta el pasado 30 de junio, favorecía la contratación temporal de trabajadores en el sector agrario siendo compatibles las retribuciones percibidas por la actividad laboral desempeñada con el subsidio por desempleo y con cualquier otra prestación o ayuda social otorgada por una Administración pública. “Si se ha hecho en otras campañas, sería necesario que se pueda dar también en la aceituna, de tal forma que estos trabajadores garanticen la mano de obra suficiente a nuestros agricultores”, señaló el presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes.

Una campaña que ya está en marcha es la del verdeo o aceituna de mesa. En Andalucía hay más de 170 entamadoras activas, de las que el 60% se encuentran en la provincia de Sevilla, la principal productora. Este año se prevén 1,8 millones de jornales para recoger una cosecha de unas 500.000 toneladas. Y la inquietud por el escenario que marca la pandemia también es patente entre los agricultores: “La pandemia que estamos padeciendo en el mundo no es ajena a nuestro sector, pero la profesionalidad de los agricultores con la prevención de los riesgos laborales es una buena herramienta para combatir esta pandemia”, comenta Antonio Rodríguez, responsable de Aceituna de Mesa de COAG Andalucía. A su juicio, el trabajo al aire libre en el campo reduce el riesgo de contagio, y pone como ejemplo que en las últimas cosechas recogidas (fruta de hueso) no se han dado contagios.

Los protocolos contra el Covid también van a llegar al sector pesquero. En Andalucía, la Junta ha elaborado una Guía para la prevención y control del virus con acciones a tener en cuenta en el embarque y desembarque de las tripulaciones, a las que se deben facilitar las medidas de prevención y protección e información sobre los síntomas que deben vigilar.

Vendimia vino, txakolí y recogida de patata

Cien PCR diarios en La Rioja Alavesa. Esa es la cifra de test que se están haciendo en el polideportivo de Laguardia a bodegueros y viticultores, desde el pasado lunes, a la espera de que a partir de esta próxima semana se disparen los test ante la llegada de unos 3.000 temporeros que se esperan para la vendimia de este año. Las bodegas ya han comunicado al Gobierno, el número y filiación de los braceros que han contratado o van a contratar, y un equipo formado por 25 personas entre enfermeras, auxiliares, administrativos y celadores, someterán a todos ellos al preceptivo PCR antes de comenzar el trabajo sobre el terreno. De momento el personal sanitario trabaja solo por la mañana, pero con la llegada de los 3.000 que se esperan a partir de la próxima semana tendrán que hacer dos turnos si quieren llegar a conocer los resultados antes de que comiencen a recoger la uva.

El protocolo pactado con el Gobierno vasco para todas las actividades de trabajo temporal agrario, se puso en marcha este pasado lunes en el caso de la zona viticultora del sur del País Vasco, pero también se aplicará a la del Txakoli. En el caso de Álava, la vendimia de esta uva blanca especial, comenzará a finales de septiembre. Las ocho bodegas de Origen Arabako Txakolina que operan en el valle de Ayala, esperan a unos 50 temporeros.

En el caso de la patata, cuya campaña arranca ahora, se esperan unos 200 temporeros que ya se están sometiendo también a las pruebas, antes de recoger los en torno a 15 millones de kilos de patata en las 300 hectáreas cultivadas. Aunque la recogida se hace casi toda de manera mecánica, los temporeros son necesarios para otras labores.


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