Como ningún presidente en la época moderna, AMLO ha hecho de lo religioso un activo político, indicó el sociólogo de las religiones.
Luego de la comparación que hizo el presidente de la 4T con el cristianismo, el sociólogo de las religiones, Bernardo Barranco, señaló que Andrés Manuel López Obrador es uno de los actores que más ha incorporado el discurso religioso a su discurso de poder.
“Se ve que es una persona que conoce la Biblia y que ha hecho de lo religioso un activo político, como pocos presidentes, yo diría como ningún presidente en la época moderna”, expuso en #AristeguiEnVivo, al registrar que las metáforas religiosas las convierte en metáforas de poder.
“Tenemos a un presidente misionero y predicador, yo creo que ha ido más allá de un discurso y ha tenido aperturas sobre todo hacia el mundo evangélico, en materia por ejemplo de telecomunicaciones, prometiendo canales y radio a las iglesias evangélicas”, indicó.
Barranco recordó cómo AMLO plantea que el tejido social “está en descomposición” por todo lo que hemos vivido de corrupción, impunidad e inseguridad, y en la reconstrucción del mismo “utiliza a las iglesias o pretende utilizar a las iglesias con lo cual contraviene el artículo 130, el 40 y sobre todo una historia”.
Y aunque dice respetar la libertad religiosa, el presidente calla cuando le reprochan la separación entre la Iglesia y el Estado.
“El presidente está usando un discurso moral en sus planteamientos políticos“, refirió, lo que es una especie de tendencia que hay en América Latina frente a la crisis de la clase política, en casos como Costa Rica o Brasil.
Anotó que AMLO “tiene una estrategia de apertura sobre todo al mundo evangélico, la alianza con el PES está ahí, convive con los sectores más conservadores, sectores fundamentalistas… a nivel católico convive con los más progresistas… pero a nivel evangélico con los más fundamentalistas”.
“La pregunta es si las iglesias son portadores de alternativas o de soluciones”, pues “las iglesias son corresponsables de esta crisis de valores que está viviendo el país y (además) tienen una crisis interna propia”.
“El gran riesgo es que estos grupos conservadores, con peso político cuando se le abren las puertas, van a entrar con su discurso fundamentalista”, por ejemplo contra los homosexuales, apuntaló.
Al respecto, en la Mesa Política, el historiador Lorenzo Meyer mencionó que “hay que sacar a las iglesias del ámbito político porque llevamos muchos años teniéndolas ahí y no ha sido positivo”.
Consideró que meter al cristianismo en los discursos presidenciales resulta innecesario y “puede llevar a equívocos, a abrir ciertas rejas que ya se habían cerrado con mucho trabajo, sacrificios, sangre”. Por ello se debe “dejar dormir el sueño eterno a la iglesia metida en política“.
En el mismo sentido, el académico Sergio Aguayo agregó que “están agonizando en la práctica la separación entre lo público y religioso” no es sólo el discurso sino lo estamos viendo en múltiples foros, donde las iglesias interfieren en la vida pública haciendo a un lado la laicidad de la cual tanto nos enorgullecemos.
“El problema no está en que AMLO invoque a Jesucristo, sino la manera en cómo las iglesias utilizan el mensaje de Jesucristo para interpretaciones restrictivas” a los derechos humanos, refirió.
“Lo preocupante es la ambigüedad más que la invocación a Jesucristo”, acotó. Y llamó a “evitar que algunas iglesias nos quieran imponer su código para vivir, borrando lo que hemos logrado en libertades… las iglesias a sus templos y a sus lugares de reunión y la vida pública debe estar en otro lado, mezclarlos nunca ha sido una buena idea, espero que no sea el caso en México“, concluyó.