The Last of Us ya lo predijo

The Last of Us es un juego de acción y aventura (así como una exitosa serie televisiva) que nos muestra un mundo devastado por una pandemia de un hongo mutante que convierte a los humanos en infectados. El juego se inspira en un parásito real que afecta a los insectos, el cordyceps, pero la ciencia ha revelado que existen otros hongos que pueden contaminar los alimentos y causar graves daños a la salud. Es el caso de las aflatoxinas que de hecho podrían afectar al pan y las naranjas, entre otros alimentos, así que debemos estar cuidado ante lo que The Last Of Us ya predijo. La ciencia lo ha estudiado y estos son los resultados obtenidos.

El hongo que afecta a los alimentos como en The Last of Us

The Last of Us es ficción y muestra algo que es prácticamente imposible que suceda, pero lo cierto es que el Cordyceps existe, y también existen las aflatoxinas representan un tipo de micotoxina, una toxina producida por ciertas especies de hongos del género Aspergillus y puede afectar a los alimentos

A pesar de que el moho del pan y las naranjas, también pertenecientes a este género, producen otro tipo de toxinas menos agresivas y más fáciles de eliminar, las aflatoxinas también pueden estar presentes en casos más graves, y son particularmente peligrosas debido a su estructura química inestable y su afinidad con ciertos compuestos nitrogenados como la guanina. Ingerirlas en cantidades excesivas o de forma regular puede alterar la estructura genética de las células hepáticas, desencadenando procesos cancerosos.

De hecho, el consumo de alimentos contaminados con aflatoxinas ha sido relacionado con un aumento en la prevalencia de cáncer de hígado en ciertas dietas y países. Sin embargo, gracias a los controles y medidas implementadas desde los años 60, la incidencia de esta enfermedad ha disminuido en países que han establecido medidas para prevenir la llegada de aflatoxinas a los alimentos consumidos.

Los alimentos que pueden contener aflatoxinas

Numerosos alimentos pueden contener aflatoxinas, especialmente aquellos que se almacenan en condiciones secas. Algunos ejemplos son arroz, maíz y cereales de granos, así como avellanas, pistachos, almendras, higos secos, nueces y cacahuetes. Incluso las legumbres secas como los garbanzos pueden estar afectadas. La detección de estas toxinas es complicada debido a que suelen presentarse en pequeñas cantidades, además de que resisten el calor y el tratamiento térmico, lo que dificulta su eliminación sin afectar negativamente las propiedades del alimento.

La leche también puede contener aflatoxinas si la vaca ha sido alimentada con grano de cereal contaminado. Esto puede llevar a que productos lácteos como yogures y quesos elaborados con leche contaminada puedan intoxicar a quienes los consuman. Los lactantes son especialmente vulnerables, ya que pueden verse afectados por las aflatoxinas a través de la leche materna si la madre ha consumido alimentos contaminados, como frutos secos con altos niveles de aflatoxinas, como el pistacho.

Cómo podemos evitar las aflatoxinas

Para evitar la presencia de aflatoxinas en los alimentos, es fundamental mejorar las condiciones de recolección y almacenamiento. Controlar la humedad y la ventilación en los almacenes, así como eliminar los frutos que muestren signos de desarrollo de moho, son prácticas necesarias para prevenir el crecimiento del hongo. Además, los controles y análisis aplicados a los productos destinados al consumo humano y animal contribuyen a reducir la cantidad de alimentos contaminados.

En países más vulnerables, especialmente aquellos con climas tropicales o subtropicales y deficientes condiciones de almacenamiento, el riesgo de aflatoxinas es mayor. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda inspeccionar los cereales y frutos secos para detectar mohos y descartar los alimentos afectados. También sugiere evitar el daño del grano antes y durante el secado y almacenamiento, así como consumir cereales y frutos secos lo más frescos posible, almacenarlos correctamente y consumirlos en un tiempo adecuado. Diversificar la dieta también puede ayudar a reducir la exposición a las aflatoxinas y mejorar la nutrición general.

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