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Thomas Demand destruye hasta la última cena de Whitney Houston

La última cena de Whitney Houston fue el 11 de febrero de 2012, en el hotel Beverly Hilton de Los Ángeles. Después murió por sobredosis en la bañera. Tenía 48 años. No rebañó el plato, quedaron restos de ensalada y lo que parecen huevos. Se dejó la bebida, un refresco, a medias y unas rodajas de limón. Un pequeño jarrón con unas flores rosas le dio cierta calidez a ese trágico final. El mismo año de la muerte, el artista alemán Thomas Demand recreó el momento con una maqueta de papel a escala real en su estudio. La fotografió y la destruyó, como hace con todas sus obras. La imagen cuelga de la sala principal del Centro Botín. Literalmente cuelga de una estructura de madera que ha llamado pabellón y que convierte la muestra Mundo de Papel en un juego de arquitecturas y fotografías, pero también de realidad y artificialidad. “Creo el mundo delante de mi cámara, no la saco a la calle”, explica Demand. “Mis fotos son básicamente falsas, pero a la vez son reales”.

Vista de la instalación de la obra sobre la última cena de Whitney Houston de Thomas Demand.Belén de Benito

Entonces, ¿Demand manipula la realidad o ya está manipulada antes de que la recree en una de sus maquetas? El fotógrafo, pero también artesano del papel, cuya obra se ha expuesto en importantes museos de arte contemporáneo del mundo y en bienales de arquitectura como la de Venecia, lo explica así: “Antes de llegar al Centro Botín hay que atravesar un parque, la mayor representación artificial de la naturaleza. Una vez entras en este edificio, suspendido sobre pilares hacia la bahía, la primera imagen que aparece es un lago de nenúfares. Son falsos, los recreé en mi estudio como ese parque recrea la naturaleza”. Es decir, hay algo de mentira en lo que nos rodea que Demand ha convertido en arte. Como Monet, recuerda, pintó sus nenúfares de su propio jardín.

Las 36 piezas que convierten la muestra de Demand en la más importante realizada en España cuelgan de grandes estructuras de madera. Los pabellones de Demand son como los bastidores de un lienzo, los entramados de madera se ven como las costuras. Se suspenden sobre los pilares del techo del edificio que creó Renzo Piano, capaces de aguantar toneladas de peso. Y otorgan a las obras esa experiencia inmersiva que permite entender un poco mejor las escenas esencialmente arquitectónicas, carentes de personas, pero que representan lo mejor y lo peor del ser humano. “Elimino a las personas, vemos solamente el espacio, como si fuera un escenario de teatro. Es el teatro de la emoción”, asegura el artista.

‘Vault’, la recreación de Thomas Demand basada en una imagen policial en el Wildenstein Institute de París en la que aparecen piezas de arte que pertenecieron a una familia judía exiliada tras el Holocausto.Belén de Benito

El accidente nuclear de Fukushima, las carpetas vacías de una rueda de prensa de Donald Trump para justificar su carga de trabajo, el naufragio del crucero Sea Diamond o simplemente el final de una fiesta en una casa cuando todavía se podían reunir más de 10 personas en un espacio pequeño sin necesidad de estar pendiente de abrir las ventanas y lavarse las manos. Esas son las emociones que Demand elige para transmitir a través de sus fotografías. El artista pretende que el ojo ajeno las capte en su aparentemente sencilla representación en papel. Luego destruye el trabajo. Y otra vez, dice, “vuelve a quedar la imaginación”, para así hacer un segundo intento de “atraer al espectador hacia la ilusión del arte”.

‘Los nenúfares’ de Demand, inspirados en la obra de Monet.Pedro Puente Hoyos (EFE)

En el Centro Botín, además, refuerza el juego de ilusiones con dos vídeos stop-motion. Es decir, usando la tecnología a la que en los años veinte recurrió Disney ha creado dos vídeos que reproducen 24 fotogramas por segundo para conseguir “la ilusión del movimiento”. En esta idea incide un texto de Mario Vargas Llosa incluido en el catálogo: “Entre las imágenes de aquellos objetos realistas y las imágenes surrealistas de la naturaleza, hay una misma mano y una obsesión: la de que el arte no puede apartarse de las realidades humanas, a las que enriquece y justifica”.

‘Mundo de Papel’. Del 9 de octubre al 6 de marzo de 2022 en el Centro Botín de Santander.


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