Es normal cometer algunos errores a la hora de almacenar la comida, y uno de los más frecuentes es no tener en cuenta la fecha de caducidad. Para saber si un alimento está en mal estado, lo importante es seguir una serie de pautas con las que, entre otras cosas, evites sufrir una intoxicación alimentaria.
En los últimos años, el kéfir se ha convertido en el alimento de moda ya que tiene una serie de propiedades que fortalecen el sistema inmune, favorecen la digestión y alivian los síntomas propios de la alergia, entre otros beneficios. A la hora de consumirlo, debes prestar especial atención a su olor y textura y, si ves esto, tirarlo de inmediato.
Kefir: qué es y beneficios
Se trata de una bebida de leche fermentada elaborada con «granos», que realmente son una combinación de levaduras y bacterias que interactúan con la leche. Su origen se encuentra en los países de Europa del Este, y en los últimos años su consumo se ha popularizado en el resto del mundo.
Tiene un alto contenido en probióticos, calcio, proteínas y vitaminas del grupo B. Cabe señalar que los gránulos contienen alrededor de 400 millones de microorganismos por gramo, de los que la mitad son bacterias que protegen el organismo.
Uno de sus principales beneficios para la salud es que ayuda a regenerar la flora intestinal, así que se recomienda en casos de diarrea o estreñimiento. Además, es un gran antioxidante, por lo que ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro de la piel y las células.
¿Cómo saber si se ha puesto malo?
El kéfir casero puede aguantar hasta tres semanas en perfecto estado, siempre y cuando lo conserves en la nevera. Recuerda que es muy importante colocarlo en la zona más fría de la nevera y donde no sufra cambios constantes de temperatura. Teniendo esto en cuenta, la parte de abajo es la más indicada para guardar el kéfir.
Si compras el kéfir en el supermercado, puede aguantar entre tres y cinco días una vez abierto. Por lo tanto, es mucho mejor hacerlo en casa. En ambos casos, hay una serie de señales que te indican que se encuentra en mal estado. Por el bien de tu salud, debes tirarlo a la basura.
Los señales a las que debes prestar atención son las siguientes: cambio de color, aparición de moho en la superficie, separación de los líquidos y olor a rancio.
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