La de Tamara Falcó (41) e Iñigo Onieva (33) es la boda más sonada de todos los tiempos. Y no solo por las predicciones acerca de su futuro como marido y mujer, sino también, por todo lo sucedido con los preparativos del enlace a escasos dos meses de que se celebre. Y es que si bien la semana pasada la pareja copó varios titulares de la crónica social por la cantidad mínima que habrían impuesto a sus invitados como regalo de boda; esta lo han sido, o más bien ella, por todo lo referente a su vestido de novia.
Fue hace escasos días cuando se conoció que la firma Sophie et voilà había decidido romper su acuerdo con Tamara Falcó y, por lo tanto, no vestirla en el gran día de su boda, debido a las «exigencias» de la marquesa de Griñón, que no irían en consonancia con el código ético de la casa vasca. «Sentimos un profundo respeto por la creación artística de otros compañeros y nuestra ética empresarial nos impide traspasar ciertos límites que pondrían en peligro la autoría original del diseño», comienza diciendo el comunicado con el que Sofía Arribas y Saioa Goitia, dueñas de la firma, anunciaron el cese de su relación laboral con Tamara Falcó.
«Por eso, y por el respeto que nos merece la originalidad de los trabajos de otras marcas de alta costura, no podemos cumplir con determinadas exigencias de la señora Falcó, que desde el inicio de la relación hemos desaconsejado y negado a realizar por acercarse demasiado a diseños ajenos a nuestra firma», añaden.
Así, Tamara habría comenzado ya una carrera a contrarreloj por conseguir un diseñador que le confeccione un vestido de novia exclusivo y cargado de contradicciones -hasta el momento-, adaptado a sus gustos en tiempo récord. Pues cabe recordar que, primero, en su documental de Netflix, La marquesa, Tamara afirmó que su look nupcial sería de Carolina Herrera mientras visitaba el atelier que la firma tiene en Nueva York junto a Isabel Preysler (72). Después, se especuló con la posibilidad de que fuera su gran amigo y diseñador, Juan Avellaneda (40), quien se encargara de la confección del vestido aunque, finalmente, la socialité confió en Sophie et Voilà para el diseño.
Ahora, según Sálvame, Tamara se estaría planteando volver a su idea inicial y dejar en manos de la firma española su outfit para pasar por el altar. «El que está en estos momento encima de la mesa, es Wes Gordon, el director creativo de Carolina Herrera», reveló Lidia Lozano en el programa antes citado. «Tiene un contrato por ese reality, con muchísimos datos, y uno de ellos es que Carolina Herrera es la persona que le va a vestir para la boda», afirmó por su parte José Antonio Avilés.
Sophie et Voilá niega que Tamara se enterara por la prensa del fin de su relación laboral
Y la polémica no cesa. Pues mientras Tamara Falcó asegura haberse enterado por la prensa de la rescisión de su contrato con Sophie et Voilá para el diseño de su vestido de novia, la firma ha enseñado a varios medios de comunicación un mail que la marquesa les habría enviado a través de sus abogados, en el que les comunicaba su intención de romper la relación, al «no estar satisfecha con los últimos arreglos que habían hecho al vestido». En este sentido, las diseñadoras vascas intentaron reconducir la situación, pero al no obtener respuesta de su clienta, decidieron adelantarse en la comunicación de la ruptura para poder dar su versión.
Asimismo, por su parte, Tamara niega que haya solicitado a la firma que copiasen otros diseños, –Niego categóricamente que eso sea cierto. ¡Cómo voy a pedir que hagan algo así si yo soy la primera que me dedico a la moda! Tengo un respeto máximo a los diseñadores y a todos los trabajos relacionados con la profesión», expresa-, mientras que la firma apunta a lo contrario.
De hecho, en El programa de Ana Rosa ha especulado con la idea de que Tamara quería plagiar un diseño de Chanel. Concretamente, un diseño de Karl Lafergeld que en estos momento está expuesto en el Museo Metropolitano de Nueva York en motivo de la exposición que lo homenajea, Karl Lagerfeld: A Line of Beauty.