Los escaladores deportivos de élite no sudan, o tratan de evitarlo porque su rendimiento va en ello. Cuando un escalador busca buenas condiciones para completar un proyecto, espera una temperatura más bien baja y la menor humedad posible, dos condiciones para que los agarres, ya sean en la roca o en muros artificiales (sobre los que compiten en estos Juegos) no se conviertan en enemigos resbaladizos sobre los que hay que ejercer mucha más fuerza de la necesaria. Adam Ondra, señalado como el mejor escalador de la historia, sopla y resopla, el rostro perlado de sudor y congestionado: pronto se esconderá el sol pero la humedad alcanza el 80% y la temperatura es de 30 grados. No tiene su mejor día el checo, pero logra clasificarse entre los ocho primeros (5º) para la final que se celebra este viernes (10.00). Alberto Ginés, 19 años y único representante español entre los 20 aspirantes a finalista, también resopla pero no tanto porque se asfixia sino porque busca expulsar los demonios de la presión.
No existe un participante que domine las tres pruebas combinadas: velocidad, búlder (bloque) y dificultad. Y esto les obliga a ser sumamente eficaces en al menos dos de las pruebas para tener opciones de medalla. Ondra, por ejemplo, anteúltimo ayer en la prueba de velocidad lo apuesta todo a su capacidad con la cuerda y a su solvencia en el búlder, mientras que Ginés se desenvuelve de forma soberbia con la cuerda (tercero), de manera discreta en búlder (14º) y de forma esperanzadora en velocidad (7º) lo que le permitió entrar en la primera final de escalada de la historia en unos Juegos. “Meternos en la final era el objetivo, y una vez logrado la presión decrece y solo queda dar lo mejor y ver hasta dónde podemos llegar”, confía David Macía, seleccionador español quien no se queja de las condiciones espantosas: “Es verdad que es un gran hándicap, pero no hay más… Actitud y a tope”, señala.
La jornada de clasificación regaló varias sorpresas: Alex Megos quedó eliminado; el austriaco Jakob Schubert patinó en el búlder y Adam Ondra solo alcanzó el cuarto puesto en dificultad mientras el francés Mickael Mawen se clasificaba primero, asustando en velocidad y bloque cuando su mejor puesto en un Mundial no había pasado de la séptima plaza. Todo es posible, así, en una final experimental donde las condiciones y los nervios pueden alterar notablemente los pronósticos.
En la final, la prueba de velocidad se disputará por un sistema de eliminatorias uno contra uno -en la ronda previa, en cambio, se celebraron dos rondas y puntuaba el mejor tiempo- y el rival de Alberto Ginés será el jovencísimo norteamericano Colin Duffy (17 años) y clasificado en tercer lugar: será una pelea muy igualada, puesto que la velocidad es la segunda gran baza del escalador extremeño. Después, los finalistas se medirán a tres problemas de bloque (o búlder) con un tiempo máximo de 5 minutos para resolver cada uno de ellos. La prueba se celebra sobre un panel de cuatro metros de altura pero obliga a movimientos sumamente complejos, verdaderos enigmas donde la inteligencia, el saber hacer, la elasticidad, la técnica y la fuerza van de la mano. La escalada con cuerda, sobre un muro de 15 metros, es la cita reina y la que define finalmente las medallas. Conviene llegar a este punto con los deberes muy bien hechos y la mejor clasificación posible en velocidad y búlder.
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El formato olímpico premia la polivalencia, y en este contexto las sorpresas pueden alterar notablemente el medallero. En 2024, el formato cambiará y se otorgarán unas medallas para la velocidad y otras para la combinación de búlder y dificultad, lo que dará un respiro a aquellos competidores que ven en la velocidad un mero peaje de cara al espectáculo sin relación con la esencia de la escalada.
El viernes las mujeres disputan su final barajando una noticia impensable: la todopoderosa eslovena Janja Garnbret es de este planeta: pese a clasificarse en primera posición, la escaladora cayó y no pudo llevarse la prueba de dificultad. Con la duda sembrada, Garnbret la imbatida deberá gestionar su presión y vigilar de cerca de sus rivales: la coreana Seo y la japonesa Nonaka. Curiosamente, dos de las mujeres más fuertes del planeta en la roca, la francesa Julia Chanourdie y la italiana Laura Rogora, cayeron eliminadas, lo que viene a confirmar el foso que se abre cada ve vez más profundo entre la esencia de la escalda y su versión de resina.
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