La enésima crisis institucional italiana ha sido conjurada una vez más. El peor de los horizontes era el de una convocatoria electoral, en medio de la pandemia y con la urgencia de gestionar los fondos europeos, y Matteo Renzi aprovechó ese contexto altamente inflamable para mover sus fichas, empujar a Giuseppe Conte fuera del tablero y precipitar un cambio de gobierno sin necesidad de acudir a las urnas. La decisión del presidente de la República, Sergio Mattarella, de acudir a Mario Draghi fue un movimiento cargado de sensatez y prudencia y desde ayer, tras superar el último escollo del voto de las bases del Movimiento 5 Estrellas y con el muy significativo apoyo de todos los partidos del arco parlamentario —salvo el ultraderechista Hermanos de Italia, que podría abstenerse en la votación parlamentaria—, Italia conoce los ministros del nuevo Gobierno.
Lo que está en juego en los próximos meses es encarrilar en la mejor dirección posible esa inyección de más de 200.000 millones de euros que llega de Europa. En ese sentido, Draghi tiene las espaldas cubiertas para enfrentarse a un ambicioso y drástico plan de reformas que permita salir a la economía italiana del anémico estado en el que se encuentra. En su nuevo Gabinete, híbrido, ha contado con los partidos que lo apoyan, pero ha elegido perfiles técnicos para las áreas donde se propone realizar los mayores cambios, como pueden ser Economía o Transición Digital. Su decidida actuación, cuando estuvo al frente del BCE, para atajar la crisis que atenazaba a Europa hace una década, es una garantía de que llevará el volante con mano firme; la otra ventaja es contar con todas las fuerzas políticas, incluidos los antisistema: el partido de Salvini y los grillini.
La incógnita que genera un Gobierno como este es lo que vendrá después. Los políticos suelen vengarse de los intrusos que llegan desde fuera a ocupar su lugar extremando sus mensajes, y entonces se imponen las derivas populistas. Hasta entonces, es la hora de Draghi. Le toca encontrar las mejores recetas. Su intachable trayectoria permite confiar en que lo conseguirá.
EDITORIAL | Nueva libertad de expresión
Se precisa una reforma que acote un marco persecutorio demasiado severo
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