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Tormenta a lo grande en Augusta


“¿Qué grande te gustaría ganar?”, le preguntaron a Tiger Woods cuando era un niño, convertido ya en una maquinita de jugar al golf. “El Masters de Augusta”, respondió tajante. “¿Por qué?”. “Por cómo han tratado a los negros allí”. El pequeño genio había heredado esa conciencia de lucha contra el racismo de su padre, Earl, un militar que antes de ser boina verde fue un jugador amateur de béisbol al que no permitían subir al mismo autobús que sus compañeros blancos o dormir en el mismo hotel a causa del color de su piel. Desde entonces, Tiger Woods ha conquistado 15 grandes, cinco veces el Masters, la primera en 1997 convirtiéndose en el primer ganador negro, y la última el año pasado, título que defiende a partir de este jueves. Y no ha olvidado sus palabras. El lunes, cuando el selecto y exclusivo club de golf de Augusta National anunció un homenaje a Lee Elder, el primer golfista negro que disputó el Masters, en 1975, Tiger Woods tuiteó: “Esto nos pertenece a todos”.

El tributo al pionero que derribó una barrera racial ha tardado 45 años en llegar. Augusta National es un dinosaurio conservador que avanza con pies de plomo, un monolito en un Estado sureño, Georgia, en el que el racismo tiene profundas raíces. Cada pequeño avance que rompa con aquello que los socios consideran una tradición requiere el esfuerzo de mover una piedra de mil toneladas. Augusta no dejó que los golfistas llevaran sus propios caddies hasta 1983, y todos debían ser negros, no admitió socios negros hasta 1990 (Ron Towsend), no aceptó mujeres socias hasta 2012 (Condoleezza Rice, Darla Moore y Virginia Rometty), solo el año pasado celebró un Masters femenino (pero en categoría amateur), y ahora, cuando ya tiene 86 años, reconoce a Lee Elder, quizás debido a la presión, en un momento de división social en Estados Unidos, cambio de presidente y protestas contra la violencia policial hacia los ciudadanos negros.

El homenaje, tibio por ahora, ha consistido en una foto con el presidente del club, Fred Ridley, hombre blanco con su chaqueta verde, como la mayoría de socios, en un campo desierto este año debido a la ausencia de público, además de la creación de unas becas deportivas con su nombre y del privilegio, este sí un gesto relevante, de unirse a los míticos Jack Nicklaus y Gary Player en los simbólicos golpes de salida del próximo Masters, en abril de 2021. “Eso significa un mundo para mí”, dice el veterano Lee Elder.

Su vida hasta llegar a ese Masters de 1975 fue una increíble historia de superación. El más joven de 10 hermanos nacidos en Dallas perdió a su padre cuando tenía nueve años, en la Segunda Guerra Mundial, y a su madre tres meses después. Para sobrevivir dejó el colegio y comenzó a trabajar en un campo de golf cargando con las tareas más duras. Aquello le abrió un nuevo universo en el que haría carrera. Cuando se mudó a Los Ángeles para vivir con su tía, empezó a trabajar de caddie. Así tocó sus primeros palos. Su camino como jugador no fue diferente al que tuvo que recorrer el padre de Tiger. Elder recuerda que en algunos clubes debía cambiarse en el aparcamiento porque no le dejaban pasar al vestuario, que su bola desaparecía misteriosamente, robada se supone por algún socio al que le enojaba ver a un negro en el campo, y que en Augusta recibió amenazas de muerte y que debió alquilar dos casas. “A mucha gente no le parecía bien que un negro entrara en Augusta. Sufrí muchas presiones, pero sentía que estaba abriendo un camino para otros jugadores”, revivía el año pasado en EL PAÍS. “La lucha ha sido larga. En 1996 estuve en Augusta cuando Tiger era amateur, y volví en el 97 cuando ganó. Fue un orgullo porque sabía dentro de mí que parte de eso había comenzado con otros jugadores negros que habíamos peleado mucho. Me alegré de servir algo como ejemplo para Tiger y otros chicos”.

Lee Elder nació en 1934. Ese mismo año se disputó la primera edición del Masters de Augusta. En abril de 1975, cuando tenía 40 años, Elder se convirtió en el primer golfista negro en jugar el prestigioso torneo. Pocos meses después, en diciembre, nacería otro hombre que, como él, cambiaría la historia, Tiger Woods.


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