Nos guste o no, -Salvador- allende nuestras fronteras la tortilla de patatas representa tanto a España como un torero o un traje de gitana. Los dos últimos han traído consigo la rancia y ubicua figurita taurina para poner encima del televisor y la creencia de que aquí nos paseamos todo el año vestidos de flamenca, con el calvario que ello supone para esas pobres niñas anglosajonas ataviadas de faralaes mientras visitan Sevilla de la mano de sus felices padres un 24 de agosto. Y aunque nos duela, algunos ciudadanos guiris han perpetrado atrocidades con la tortilla.
Pero también hay otros tantos extranjeros que, sin seguir la ortodoxia tortillística, han elaborado su propia versión de este plato típico español con un resultado en apariencia delicioso. “Ningún ingrediente queda mal en la tortilla. Nosotros las hemos hecho de guiso de champiñones o incluso de pan tostado con torta del Casar, sin patatas. Lo importante es que estén ricas”, opina Carla Adelantado, copropietaria de Por Huevos, local de Barcelona especializado en esta elaboración.
Porque en este tema tampoco podemos ponernos muy puristas, eh. Que a saber lo que piensa un japonés de Kanazawa del sushi que hace tu primo José Juan o las maldiciones que nos echaría un italiano si nos viera hacer pasta carbonara en casa. Quizá muchos no respetan la receta clásica o las preparan con la textura de una cuba de escombros, de acuerdo, pero es motivo de alegría saber que un plato tan representativo de la cocina española está extendido por todo el mundo. “Debemos abrir la mente y pensar que cualquiera puede cocinarla, otra cosa es si está buena o no. Al fin y al cabo es nuestra tortilla, pero no es solo nuestra”, comenta Carla Adelantado.
En El Comidista hemos hecho una recopilación de tortillas guiris para analizar y comentar cuáles pueden aportarnos ideas a nosotros y cuáles son fistros diodenales. Así que dejemos el carpetovetonismo a un lado, y veamos qué tortillas interesantes o criminales preparan fuera de España:
La versión de Tasty (os podéis imaginar)
Tasty lleva años cometiendo atentados culinarios que además reivindica sin ningún pudor. Hace algunos meses publicaron una receta de tortilla española que podría optar al premio Parecía que sí 2021. El motivo de su candidatura es que al principio del vídeo nos dicen que hay que pelar y freír patatas. “Vale, bien, si están haciendo la versión clásica no se han olvidado del ingrediente principal, aunque de aceite van cortitos”, me digo. Justo después echa a la sartén cebollino y pimiento rojo, retira y mezcla todo con cuatro huevos batidos. “Bueno, venga, no vamos mal”, comenta la parte más empática de mi cerebro. Pero tras este paso llega el horror: mantequilla, mozzarella con más mala cara que Drácula en Las Pedroñeras y jamón curado en ambulatorio. Terrible. Y que quede claro que en El Comidista no estamos en contra de las tortillas rellenas, pero así no, por favor.
La receta de Nigella Lawson
En el tuit que acompaña a la receta, Nigella Lawson, conocida chef y presentadora británica, pide perdón ya que “podría no ser lo que un español entendiera por tortilla”. La Santa Inquisición Tortillera, como veis, infunde miedo a todo aquel que se atreva a cocinar este plato más allá de los Pirineos.
Su versión propone cocer 225 gramos de patatas baby en agua hirviendo durante 15 minutos. Esto tiene una parte mala y otra buena: perdemos esa textura y ese sabor tan característicos que le da la fritura en aceite, pero nos queda más sanota. Posteriormente, las escurre y las mezcla con cuatro huevos batidos, 75 gramos de pimientos asados, tres cebolletas cortadas en tiras y 75 gramos de queso manchego rallado. Tras esto la termina de cocinar en una sartén con una cucharadita de mantequilla -ejem- y un poco de aceite hasta conseguir el punto de cocción argamasa plus. En definitiva, los ingredientes heterodoxos están en una cantidad comedida y además aportan sabores que combinan muy bien con la tortilla. Yo me fío de Nigella, la verdad.
Con grasa de wagyu
Esta receta de la tienda gourmet inglesa Fine Food Specialist nos plantea una disyuntiva: la grasa de origen animal -en este caso hablamos de la que va pegada a la carne, no la derivada de los lácteos- es un recurso que se ha usado históricamente para dar sabor, como es el caso de la manteca de cerdo en España, por ejemplo. “En la cocina francesa o española no son ningún compañero de baile nuevo para unas patatas, de hecho las patatas sarladaises son exactamente eso: patatas y grasa de pato”, comenta la editora comidister Mònica Escudero. La grasa de wagyu -una raza vacuna originaria de Japón- con la que se elabora esta tortilla es muy sabrosa, pero claro, existe el riesgo de que les dé tanto sabor que haga desaparecer el de los propios ingredientes. It’s very difficult todo esto.
En la fotografía que han colgado en Instagram se ve una tortilla algo líquida mientras que el exterior está como pasado de cocción. “Creo que la tortilla es muy alta, de ahí ese contraste. Si quieres hacer una tortilla así de gruesa, déjala cuajar 30 segundos y rómpela, para que queden en el interior trozos ya cocinados. Repite la operación y adiós a ese lago de tortilla en el interior”, aconseja Mònica.
Tortilla al estilo TasteMade (o sea, mal)
Como a Tasty, al portal TasteMade también se le conocen antecedentes penales culinarios. Uno de estos delitos gastronómicos lo cometió en 2016, cuando subió a Instagram un vídeo de una supuesta tortilla de patatas. Todo sucede en cuestión de un minuto: una mano pone muy rápido -imagino que para que nadie la pueda identificar- en una sartén con un poquito de aceite una capa circular de patatas cortadas en láminas y de chorizo. Quizá porque para muchos extranjeros el chorizo en la gastronomía española es como Dios para los católicos: está siempre presente. Después vuelca una mezcla compuesta de seis huevos batidos, pimentón y leche, y la mano vuelve a desaparecer. Finalmente nos queda una tortilla fina como un DIN A4 y una persona en busca y captura por la Interpol.
Con patatas fritas de paquete
En el medio online Serious Eats, creado por el gastrónomo estadounidense Ed Levine, encontramos una receta de James Kenji López en la que nos enseña a hacer una tortilla con patatas fritas de bolsa con sabor a sal y vinagre (solo faltarían los boquerones para fusionarla con otro plato español). De primeras puede que a alguien de Alcantarilla o de Betanzos le entren ganas de llamar a Nicolás Maduro y al ayatolá Jameini e ir a meterle fuego a Arkansas. Tranquilos todos. Esta idea ya la propuso en su día Ferran Adrià, que de cocina sabe algo, en su libro La comida de la familia. Tal y como recoge este artículo de The New York Times, “Adrià recomienda utilizar papas fritas de bolsa y huevos de la mejor calidad posible, aunque la receta funciona con cualquier tipo de papas que tengas en casa, incluso si tienen algún sabor”. Esta versión aligera mucho el tiempo de elaboración y, en el caso de la de Serious Eats, que utiliza patatas de paquete, cebolla, aceite de oliva virgen extra y huevos, el resultado tiene buena pinta (hasta que la muerdes y notas el vinagre, claro).
Las antípodas de la tortilla española
Esta receta australiana es el mayor ultraje a un símbolo español desde lo de Remedios Amaya en Eurovisión. Tienen la poca vergüenza de decir que es “el invento de un chef” -vete a saber quién- para “usar las sobras”, y en la receta sugieren utilizar ingredientes como salchichas, mantequilla, verduras o fiambres. Pero no “escoge uno de estos”, no: échalo todo ahí sin miedo. Solo hay que mirar la fotografía que adjuntan: es tan apetitosa como beber dos litros de cicuta de garrafón. Mira que me gustan los koalas, pero ojalá se extingan después de esto.
La tortilla canónica de Mary Berry
Mary Berry, gastrónoma y presentadora británica, es una institución en el Reino Unido. Según su página web oficial, ha publicado más de 80 libros de cocina y ha participado en numerosos programas de televisión. Una de las recetas que ha hecho para la BBC ha sido precisamente una tortilla de patatas clásica -lleva pimientos, eso sí-, ejemplo ideal para demostrar que en otros países también conocen la manera tradicional de hacerla.
Mary recomienda sofreír en dos cucharadas de aceite de oliva una cebolla cortada en tiras durante cinco minutos. Añadir medio pimiento rojo y 225 gramos de patatas en rodajas ya salpimentados, cubrir y cocinar a fuego lento unos 15 o 20 minutos. Reservar y batir cuatro huevos, echar perejil picado y mezclarlo todo. Por último, cocinar a fuego medio hasta que los lados se hayan endurecido, dar la vuelta y terminar con otros tres o cuatro minutos más de cocción.
Tortilla (con)fusión
Por culpa de empecinamiento que tienen algunos con no transgredir ninguna de las leyes fundamentales de la tortilla, nos estamos perdiendo muchas cosas. La de esta foto mezcla dos culturas gastronómicas tan valiosas como la española y la mexicana. Una tortilla que hace de su ídem americana y se acompaña de aguacates, queso rallado y un poquito de salsa Cholula. Si la dobló y se la comió como un taco no lo sabemos, pero hay que reconocer que la idea es buena.
Tortipizza
En Países Bajos puede que guste la tortilla de patatas tanto como la pizza. O en realidad solo el queso. O solo la pizza. O yo qué sé por qué a un nutricionista neerlandés se le ocurrió hacer una tortilla con esa hechura. Y eso que los ingredientes que ha usado no son nada raros: patata, huevos, queso rallado, cebolletas, cebollas, pimiento rojo, ajo, pimienta y sal. Pero entre que la tortilla le salió bastante baja y que se le fuera la mano con el queso, parece una tortipizza. Una creación mutante que, por cierto, nosotros hicimos antes (y de tres maneras diferentes).
¿Y por qué no usar boniato?
También se puede hacer una tortilla española sin patatas. La única condición es que esté rica, así que hacerla con boniatos, de sabor más dulzón, puede que no sea mala idea. En la receta que propone en su web Sainsbury’s, una cadena de supermercados inglesa, el ingrediente principal es este tubérculo, que se mezcla con cebolla, pimiento verde, pimentón, huevos batidos, queso cheddar y, cómo no, chorizo. En la foto se ve algo securria, pero si se hace más jugosa y eliminamos la grasa choricera -tan omnipresente en nuestra cocina según la visión británica- e incluso el cheddar, puede que sea una buena versión alternativa de nuestra tortilla.
Con un poco de picante coreano
La unión de tortilla de patatas y picante me hace salivar como un gato trabajando en Whiskas. La bloguera canadiense Simone cocinó una versión con patatas, cebollas, ajo, huevos, aceite de oliva, copos de chile, tomillo, romero y dos cucharaditas de gochujang, una pasta picante muy típica en Corea del Sur y elaborada a partir de chiles, arroz glutinoso, sal y soja fermentada. Un aderezo que no estamos acostumbrados a utilizar en España, pero que demuestra que otras culturas gastronómicas pueden aportar mucho a platos tan nuestros, tan de siempre, como la tortilla de patatas.