Tragedia y sucesión presidencial | Artículo

Por Jorge Ramos Maldonado/ @Jorge_Ramos_

El colapso de la Línea 12 del Metro parece haber descarrilado las aspiraciones políticas de los dos servidores públicos más mencionados como los posibles candidatos del presidente Andrés Manuel López Obrador a sucederlo: el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón; y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo.

Al ser señalados por sus críticos como responsables de la tragedia en la que perdieron la vida 26 personas y resultaron heridas otras 79, ambos fueron posicionados como tema obligado en las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador y están bajo escrutinio permanente de la opinión pública.

Después de las elecciones del 6 de junio, el jefe del Ejecutivo Federal dijo que Marcelo y Claudia no caerán en la trampa de la confrontación por el accidente en la Línea Dorada y afirmó que en su movimiento hay más hombres y mujeres que pueden ser candidatos o candidatas del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) a la Presidencia de la República.

Consciente de que la tragedia los perseguirá mediáticamente y de que los desgastará políticamente porque aquella será utilizada por sus adversarios para golpearlos y debilitarlos, AMLO abrió el abanico de quienes aspiran y suspiran por la candidatura de Morena a la Presidencia de la República, a la que se apuntaron el Senador Ricardo Monreal Ávila y el Diputado Gerardo Fernández Noroña.

Otros, los más disciplinados, aquellos que todavía creen que, como decía Don Fidel Velázquez, “el que se mueve no sale en la foto”, esperan pacientemente, tapados, a que se cumplan los tiempos y el rito de la sucesión presidencial, a que el Presidente de la República en funciones, el gran elector, elija a su sucesor, como en el pasado, si López Obrador opta por la vieja práctica de la designación.

Marcelo y Claudia niegan aspiraciones presidenciales y afirman que lo que les preocupa y ocupa hoy es cumplir con sus respectivas responsabilidades en los cargos que desempeñan. Pero en el sistema político mexicano esas declaraciones son comunes de quienes quieren ser el candidato o la candidata del Presidente de la República y su partido a la primera magistratura del país pero se abstienen de reconocerlo y de decirlo públicamente como un acto de disciplina ante su jefe, el primer mandatario, y para evitar una exposición mayor al riesgo de ataques de sus adversarios.

En el fondo, el Secretario de Relaciones Exteriores y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México se resisten a perder el que creen su derecho a la designación presidencial y a la postulación como candidatos de Morena a la Presidencia de la República. Por eso niegan responsabilidad en la tragedia de la Línea 12 del Metro, llaman a no politizarla y rechazan acusaciones en su contra que difícilmente les imputará el Ministerio Público. También por eso desde sus respectivas posiciones se esfuerzan por limpiar su imagen, encarrilar sus aspiraciones políticas y reposicionarse en la carrera por la sucesión presidencial 2024.

Ebrard dijo que ese tema está muy lejos, que no le anima ni guía sus tareas, que siempre le dicen que tiene esa aspiración y es lo que explica sus acciones pero él sólo trata de ser un servidor público eficaz.

Si le preguntan a Sheinbaum responderá algo parecido.

Esas respuestas tienen que tomarse con reservas e interpretarse en sentido inverso porque sí quieren y sí van por la designación del gran elector y la postulación de Morena como candidato o candidata a la Presidencia de la República.


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