El asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe sorprendió y ensombreció a un país en el que las armas de fuego están estrictamente reguladas y la violencia política es extremadamente inusual.
La policía arrestó a un hombre de 41 años, identificado como Tetsuya Yamagami, después del ataque a Abe y aseguró que el sospechoso disparó con un arma casera.
De acuerdo con el Índice de la Paz 2022, publicado por el Instituto de Economía y Paz, Japón ocupa el décimo lugar de la lista de países más seguros del mundo. Sin embargo, el reciente ataque ha planteado dudas sobre la seguridad en el país.
En Japón, las restricciones de propiedad de armas de fuego son muy estrictas y no permiten que los ciudadanos particulares tengan pistolas. Para el caso de los cazadores con licencia solo pueden poseer rifles. De acuerdo con las leyes de portación de armas, los propietarios de armas deben asistir a clases, aprobar un examen escrito y someterse a una evaluación de salud mental y una verificación de antecedentes.
Debido a los estrictos procedimientos de control de armas, el país que cuenta con una población de más de 127 millones de personas, reportó solo nueve muertes por arma de fuego en 2018 y tres en 2019, frente a las 37 mil 038 de Estados Unidos o 14 mil 710 en India, de acuerdo con datos de GunPolicy.
Un país donde la violencia armada es rara
En Japón, cuando ocurren tiroteos generalmente involucran a gánsteres “yakuza” que usan armas ilegales. En 2021, hubo 10 tiroteos, ocho con gánsteres, según datos policiales. Una persona murió y cuatro resultaron heridas.
Japón ha tenido asesinatos en masa, pero por lo general no han involucrado armas.
En 2016, 19 residentes de un centro para personas con discapacidad mental fueron asesinados en sus camas por un asaltante que empuñaba un cuchillo, mientras que en 2019, 34 personas murieron en un incendio provocado en un estudio de animación.
Sin embargo, los ataques a los políticos son inusuales, destaca Reuters. Solo ha habido un puñado en el último medio siglo, sobre todo en 2007, cuando un mafioso disparó y mató al alcalde de Nagasaki, un incidente que resultó en un endurecimiento aún mayor de las regulaciones sobre armas.
La última vez que un ex primer ministro fue asesinado fue en 1936 durante la acumulación militarista de Japón antes de la guerra, uno de una serie de asesinatos similares.
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