PEKIN – China desveló el jueves un experimento que simula el descenso y aterrizaje de una sonda en la superficie de Marte, planeta al que el gigante asiático espera llegar el próximo año.
Tras lograr aterrizar en la cara oculta de la Luna el pasado enero, China se prepara para lanzar una sonda a Marte en 2020, lo que supondría un “logro sin precedentes”, según la Administración Nacional del Espacio de China.
El experimento simuló la gravedad del planeta rojo -un tercio menor que el de la Tierra- en un campo para ensayos aeroespaciales situado en el distrito de Huailai, en la provincia septentrional de Hebei, informa la agencia estatal Xinhua.
El aterrizaje es el mayor desafío al que se enfrentará la misión, reconoció al medio chino el director de la institución, Zhang Kejian, quien asegura China ha estado “promoviendo activamente” la cooperación internacional en la exploración espacial.
Al experimento acudieron embajadores y diplomáticos de 19 países, entre ellos Francia, Italia y Brasil, y representantes de la Unión Europea, la Unión Africana y la Organización para la Cooperación Espacial Asia-Pacífico.
El pasado enero, la sonda Chang’e 4 alunizó con éxito en la cara oculta de la Luna por primera vez en la historia, llevando consigo semillas de algodón, colza, patatas y arabidopsis, así como huevos de mosca de la fruta y algunas levaduras, con el propósito de poder crear una “minibiosfera simple”, aunque sólo el algodón prosperó.
El programa Chang’e comenzó con el lanzamiento de una primera sonda en 2007, y desde entonces se han llevado cuatro aparatos más al único satélite de la Tierra.
El objetivo final de este programa es enviar una misión tripulada a la Luna, aunque no se ha fijado la fecha y algunos expertos la sitúan en torno a 2036.
En cuanto a la misión a Marte, el presidente de la Academia de Tecnología de Propulsión Aerospacial de China, Liu Zhirang, indicó en marzo que los técnicos chinos están probando nuevas tecnologías de propulsión dadas las características de la misión.
Liu apuntó que los motores deberán ser aún más compactos que los destinados a las misiones a la Luna, dadas las peculiaridades de la atmósfera marciana, y dotados de mayor autonomía, ya que la distancia a la Tierra puede que retrase las señales desde los centros de control.
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