A menos de un mes de abandonar la Casa Blanca y la tarde en que dejaba Washington para pasar las festividades navideñas en su residencia de Mar-a-Lago en Florida, el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió vetar este miércoles el presupuesto de Defensa de más de 740.000 millones, aprobado en el Congreso por abrumadora mayoría. Este hecho puede significar que, por primera vez en su presidencia, el Capitolio no permita el veto de Trump, lo que se traduciría en que muchos republicanos deberían de plantar cara al mandatario. Antes de subir al helicóptero presidencial que le transportaría hasta el Air Force One, el presidente no quiso hacer declaraciones a la prensa presente en los jardines de la Casa Blanca.
“Desafortunadamente, este proyecto de ley no incluye medidas cruciales para la seguridad nacional y va en contra de los esfuerzos de mi Gobierno de anteponer a Estados Unidos en seguridad nacional y política exterior”, dijo Trump en su mensaje oficial al Congreso. “Es un regalo para China y Rusia”, sentenció el mandatario, algo que ya había declarado a través de Twitter cuando este mes se negociaba el proyecto de ley en el Congreso.
Su veto llegaba un día después de que el mandatario saliente enfangara aún más la caótica situación política y publicase un vídeo en las redes sociales en el que amenazaba con bloquear el plan de estímulo de 900.000 millones de dólares que aprobaba en la noche del lunes el Congreso —donde se encuadra la partida de Defensa—, tras meses de bloqueo y de una frenética negociación final para eludir el cierre gubernamental.
La decisión de Trump obliga a devolver el texto a ambas cámaras del Congreso, que debería anular el veto al contar la ley con una mayoría de dos tercios tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Si los representantes y senadores que lo adoptaron confirman su voto inicial, el texto se convertirá en ley a pesar de la oposición de Trump, lo que supondría un auténtico jarro de agua fría a un presidente que sigue desafiando el resultado de las elecciones y vive ajeno a la realidad de un país con una crisis sanitaria galopante y la necesidad de millones de familias de recibir ayudas urgentes. Los congresistas ya se encuentran de vacaciones y no regresarán a Washington hasta el 28 de diciembre, tras la pausa navideña.
En opinión del mandatario, la conocida como Ley de Autorización de Defensa Nacional tiene “rúbricas que no respetan ni a nuestros veteranos ni la historia de nuestras Fuerzas Armadas”, explica en el mensaje que ha enviado al Capitolio. Dos serían los puntos más importantes a los que parece oponerse Trump. Primero, el hecho de que se ordene al Pentágono a cambiar el nombre de los emplazamientos militares que tengan nombres de líderes de la Confederación durante el periodo de la Guerra Civil (1861-1865), ya que se consideran como un símbolo racista del legado de la esclavitud.
Segundo, el republicano desaprueba que no vuelvan las tropas en el exterior. “Me opongo a guerras sin fin, como se opone el público estadounidense”. A su juicio, “la ley pretende restringir la capacidad del presidente para retirar las tropas de Afganistán, Alemania y Corea del Sur”. “Esto no es solo mala política, sino también algo inconstitucional”, según Trump, quien quiso recordar que la Constitución concede al presidente, que es el Comandante en jefe de Estados Unidos, poder ejecutivo para decidir dónde, cuándo y cuántas tropas deben enviarse a otros países. Y todavía quedan 28 días hasta el 20 de enero.
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