El titular de Interior turco, Süleyman Soylu, ha anunciado en la mañana del lunes que la presunta autora del atentado con bomba del domingo en la avenida Istiklal de Estambul ha sido detenida y está siendo interrogada. Ha sido identificada como Ahlam al Bashir, de nacionalidad siria. Otras 45 personas han sido arrestadas en relación con el ataque, que ha dejado seis muertos y más de 80 heridos. “Los indicios de que disponemos [apuntan] al PKK/PYD”, afirmó Soylu, en referencia al grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y al Partido de la Unión Democrática (PYD), cuyas milicias YPG controlan parte del norte de Siria, de donde ―según defiende Ankara― procedía la autora y la orden del ataque. El ministro de Interior turco, además, ha cargado contra Estados Unidos por el apoyo que prestan a esas milicias.
Ya se han hecho públicas las identidades de los fallecidos, todos ellos de nacionalidad turca, incluida una niña de nueve años. Al mediodía de este lunes (10.00, en la España peninsular), de los 81 heridos, 55 habían sido dados de alta, mientras 26 siguen ingresados: cinco en cuidados intensivos, de los que dos están en estado crítico. Entre los heridos hay algunos extranjeros, si bien no entre los de mayor gravedad. La Embajada de España informó anoche de que no hay constancia de ciudadanos españoles heridos.
Aunque en un principio se contempló la posibilidad de que se tratase de un atentado suicida, la investigación se decanta ahora por una mujer que colocó un paquete bomba junto a un macetero en una concurrida zona de la avenida Istiklal. “Una mujer se sienta en uno de los bancos durante más de 40 minutos, luego se levanta y al cabo de uno o dos minutos se produce la explosión”, explicó el ministro de Justicia, Bekir Bozdag. Vídeos de las cámaras de seguridad emitidos en las televisiones turcas muestran a una joven con botas, pantalones militares y cubierta por un velo, que corre entre la multitud huyendo más rápido que el resto.
También se han publicado imágenes de la detención, en la que se ve a la presunta autora reducida por agentes fuertemente armados en el suelo de un modesto y pequeño apartamento, casi sin amueblar. Un perro de la policía ayuda en el registro, en el que se habrían encontrado dinero en diferentes divisas, algunas joyas aparentemente de oro ―un modo habitual de trasladar dinero en Oriente Próximo―, una pistola y un cajetín de balas.
Una foto distribuida por el Departamento de Policía de Estambul muestra a agentes de policía deteniendo a la ciudadana siria sospechosa de la explosión mortal del día anterior en el centro de Estambul. ISTANBUL POLICE DEPARTMENT HANDO (EFE)
En un comunicado, la Dirección General de Seguridad ha explicado que se examinaron las imágenes de 1.200 cámaras de seguridad para establecer la vía de huida de la sospechosa. Se siguió su rastro hasta el distrito de Esenler, donde se hallaba un supuesto taller utilizado por los organizadores del ataque, y posteriormente se desplazó hasta Küçükçekmece, distrito del extrarradio en el oeste de Estambul, donde fue detenida en una operación durante la madrugada. Desde entonces ha sido interrogada por la policía y habría confesado su autoría y actuación bajo las órdenes del PKK, según el comunicado policial. El explosivo utilizado ha sido identificado por los peritos policiales como TNT tras un examen en laboratorio de los restos de la bomba.
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Según explicó Soylu, la presunta terrorista entró en Turquía desde Afrin, antiguo cantón kurdo del noroeste de Siria, ahora bajo control del Ejército turco y sus milicias sirias afines, si bien considera que la organización del atentado procedía de la zona bajo control de las Fuerzas Democráticas Sirias, un paraguas de diversos grupos liderados por las milicias kurdas Unidades de Protección Popular (YPG). “Desde nuestras primeras pesquisas, estamos tras la misma pista. Las instrucciones del atentado llegaron de Kobane”, explicó el ministro de Interior. Esta ciudad siria, fronteriza con Turquía y 150 kilómetros al este de Afrin, es uno de los bastiones de las milicias kurdas de Siria, que entre 2014 y 2015 libraron duros combates contra las fuerzas de Estado Islámico que la asediaban, a raíz de lo cual EE UU y otros países comenzaron a apoyar a las YPG.
La presunta autora del atentado con bomba del domingo en la avenida Istiklal de Estambul.
ISTANBUL POLICE DEPARTMENT HANDO (EFE)
Ankara, en cambio, las considera una mera extensión del PKK, grupo con el que las YPG tienen estrechos lazos y que está incluido en las listas de organizaciones terroristas de EE UU y la Unión Europea. Por eso, el Gobierno turco lleva años exigiendo que cese esta cooperación entre Washington y las milicias kurdas. Además, ha amenazado en varias ocasiones con intervenir militarmente en el área de Kobane, la última vez este mismo año, si bien ni Washington ni Moscú ―dos potencias con presencia militar en la zona― dieron luz verde a Ankara para proceder.
El voto kurdo, clave en las próximas elecciones
El ministro, conocido por sus posiciones ultranacionalistas, cargó duramente contra Estados Unidos. “No aceptamos el mensaje de condolencias de la embajada de EE UU, lo rechazamos […] Pienso que el mensaje de condolencias estadounidense es como el asesino que retorna al lugar del crimen,”, afirmó y dijo que responderá con “dureza” a los autores del ataque. “El rostro del terrorismo es amargo, pero continuaremos esta lucha, sea cual sea el precio a pagar. Está clara la falta de sinceridad de aquellos que se hacen llamar nuestros aliados, de aquellos que nos ven como amigos, pero que protegen a los terroristas en sus países o en los territorios que han ocupado, que insuflan vida a los terroristas en los lugares que controlan, que les envían dinero desde su Senado de forma oficial”, añadió. Además, planteó la necesidad de replantearse las relaciones con países aliados que colaboran con estos grupos.
El atentado se produce en un momento en el que los partidos políticos turcos ya están centrados en unas elecciones cruciales, que se celebrarán como tarde en junio y que decidirán el futuro de Recep Tayyip Erdogan tras dos décadas en el poder. Las encuestas pronostican un ajustado resultado en el que podría ser clave el voto de los kurdos (entre el 15 y el 20 % de la población). La formación política más votada por esta minoría étnica, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), es la tercera formación con más escaños en el Parlamento turco, pero se enfrenta a un proceso de ilegalización acusada de mantener vínculos con el PKK y las milicias kurdo-sirias.
El HDP emitió un escueto comunicado de condolencias expresando su “dolor y tristeza” respecto al ataque en Estambul. En cambio, el exlíder del partido ―y todavía considerado como líder moral de la formación―, Selahattin Demirtas, encarcelado desde 2016 pese a los dictámenes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos a favor de su liberación, fue mucho más duro en sus comentarios publicados en Twitter: “Sea quien sea quien haya cometido, y sean cuales sean sus razones, cualquier ataque contra civiles es terrorismo, desde el punto de vista legal, político y moral. Jamás lo aceptaremos”. Dentro del propio partido kurdo hay diferencias respecto a cómo afrontar la lucha armada y la relación con el PKK, que se han manifestado en una tensión cada vez mayor, especialmente a medida que se incrementaba la represión del Gobierno turco contra los militantes, dirigentes y cargos electos del HDP.
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