En los 16 primeros días de noviembre un puñado de más de 20 cuentas de Twitter coordinadas llamó “guapo” 100 veces y “bello” otras 39 a Pedro Sánchez. Aunque curioso, sería algo aceptable si esas mismas cuentas no hubieran insultado compulsivamente a Pablo Casado. “Corrupto”, “miserable”, “das asko”, respondieron al líder del PP más de 400 veces en las últimas diez semanas. Este grupo de cuentas también tenía entre sus objetivos principales a decenas de periodistas que cubren información del PSOE o asuntos del Gobierno. Frases como “tienes menos fuentes en el psoe k torrente en la nasa tu tienes menos fuentes en el psoe k franco en la ugt”, “tienes menos fuentes en el psoe k yo en la kgb”, “en el psoe ni las hueles” o “cara salmon” eran algunos de sus mantras para reporteros.
Las frases repetidas, los errores ortográficos, los patrones en las horas de publicación y la herramienta usada para tuitear son indicios claros de coordinación. El cierre de las cuentas por parte de Twitter, tras una denuncia de EL PAÍS, es la confirmación. Apenas pasaron tres horas entre el mensaje de este periódico y la suspensión de las cuentas. Por las coincidencias entre tuits y su frecuencia (no hay por ejemplo tuits publicados en el mismo segundo), no sería raro que detrás de las cuentas hubiera una sola persona con un interés obsesivo por la política y el PSOE, sin ninguna ayuda automatizada.
Fuentes del PSOE niegan cualquier relación ni conocimiento de estas cuentas. Este periódico escribió a cuatro de las cuentas para intentar hablar con la persona o personas que estaban tras ellas, pero la única respuesta fue el bloqueo. Otro pequeño indicio de que su manejo era manual.
“Las cuentas fueron suspendidas permanentemente por infringir las normas de Twitter relativas al spam y la manipulación de la plataforma”, dijo una portavoz de Twitter a este periódico.
Con cerca de 200.000 tuits desde diciembre de 2019, estas cuentas son un ejemplo de la influencia que puede tener alguien con ganas y tiempo libre en una red como Twitter. Su objetivo era amplificar el mensaje oficial del PSOE con retuits y responder con elogios a mensajes socialistas, y con críticas a la oposición o a periodistas. En un análisis de 40.000 de sus tuits recientes, las respuestas a otras cuentas constituían entre el 50 y el 70% de su actividad. El resto eran retuits: las cuentas más replicadas son las cuentas del PSOE y del Presidente del Gobierno, que reciben uno de cada dos retuits del grupo. Con ese comportamiento tan concentrado, es natural que sus seguidores totales no llegaran a 200 usuarios. Pero eso no impedía que los objetivos de sus ataques vieran las respuestas críticas que lanzaban.
El día 4 de noviembre, por ejemplo, a las 9.50h y en solo 53 segundos respondió desde una de sus cuentas a un tuit de Sánchez con seis mensajes: “Gracias presidente”, “Hombre de izkierdas y buena persona”, “Tal como lo dices”, “Feliz dia pedro, eres el mejor”, , y “Así es”. Un rato antes, en 68 segundos a las 8.06h, respondió con 8 mensajes a un tuit de Pablo Casado: “Te cortan el cuello”, “Ayuso te come”, “Abascal te come”, “Estás acabado”, “guerra civil mafia pp”, “No vas a ser candidato master falso”, “TITULARES PRENSA. GUERRA CIVIL MAFIA PP” y “Estas acabado”. La bio de una de las cuentas, @loregarciacarri, era “admiradora del mas guapo y mejor pedro sanchez”.
Estos patrones se repetían con distintas oleadas desde distintas cuentas apenas cogía un móvil. Todos los tuits se lanzaban desde la aplicación móvil de Android, excepto un puñado desde una de las cuentas, @alamituara, que usaba un ordenador siempre en la franja de 1 a 4 de la tarde.
La mayoría de imágenes de los perfiles eran sacadas de internet. Los nombres de las cuentas eran femeninos y varios tenían influencia vasca: @onekaxaballa, @amaiairixarri, @naroabakea. Al cerrar las cuentas denuncias por EL PAÍS, Twitter también ha suspendido al menos otras dos que no estaban en el listado inicial y formaban parte de la misma acción: @sartyfanadri y @laroadonosti. Es probable que hubiera más.
El impacto de este tipo de cuentas depende en parte de cómo se lo tome la persona que recibe los mensajes. “Me lo tomaba con perplejidad porque no lo entendía”, dice Pablo Linde, periodista de EL PAÍS que cubrió la gestión de Sanidad durante la pandemia, y que en ocasiones fue acosado por estos perfiles. “Era de repente una cosa muy agresiva y muy gratuita. Eran perfiles similares de fans del PSOE, que casi solo retuiteban cosas del PSOE y que de repente, con noticias algo críticas con la gestión, aunque otras veces ni siquiera, sus respuestas eran llamarte ‘cuñao’ o ‘te estás luciendo’”, añade.
La periodista más citada en los tuits analizados es May Mariño, que lleva la información del PSOE para la agencia Servimedia: “No hago ni caso a estas cosas. Te saltan en las notificaciones pero los ignoro. Con gente que no conozco no suelo interactuar”, dice. Como todos los encargados de informar del partido socialista, Inma Carretero, de la Ser, también ha tenido su ración: “Ha habido épocas de todo. En un momento eran muy pesados y es muy molesto cuando hablas con otras personas y se ponen por ahí”, dice.
Una parte del éxito de estas operaciones en redes es su capacidad para influir apenas se crean. Los tuits de periodistas y usuarios sobre “bots del PSOE” o las respuestas a sus mensajes podían ser un incentivo para seguir tuiteando, al percibir que tenían efecto. A menudo escribía mensajes similares a la misma periodista desde cuentas distintas. Aunque el esfuerzo era poco sofisticado, la intención probable del autor de estos tuits era que pareciera que varias personas distintas tenían la misma opinión.
Esta operación pone de relieve al menos tres cosas. Primero, las quejas sobre la existencia de bots o troles en las redes son constantes, pero confirmar las sospechas es más complejo. Dos, la denuncia de presuntas cuentas falsas de un partido es útil para sus rivales: enfanga la conversación y parece que los tramposos son siempre los otros. Tres, con un pequeño esfuerzo de disimulo a la hora de tuitear, incluso este pequeño grupo de cuentas podría haber seguido tuiteando e influyendo sin problema. Aunque tres de las 20 cuentas totales estaban suspendidas el día en que este periódico avisó a Twitter, el dueño de esta campaña tenía buena parte del arsenal intacto con 200.000 tuits a sus espaldas, con lo que su labor podía haber seguido.
De cara a valorar su influencia, más allá del peso que cada periodista quiera dar a la opinión de presuntos ciudadanos que les interpelan en las redes, hay muchos usuarios que miran las respuestas a un tuit para ver “qué dice la gente”. Ahí aparecen estos mensajes. Este grupo de cuentas respondía a tuits principales pero casi nunca entraba en debates ni respondía a quienes le decían algo.
En un análisis anterior, este periódico ya encontró un interés tuitero extraordinario en algunos usuarios, que llamamos ”semibots”. Este caso, con sus 20 cuentas, podría ser una versión tramposa y elaborada de ese fenómeno. Esta actividad, que presuntamente quiere favorecer a los socialistas, puede acabar creando la sensación de que es el propio partido quien fomenta este tipo de cosas. Su presencia en capturas de pantalla de otras cuentas era común.
Según un informe de Pew Research de esta semana, el 25% de los usuarios de Twitter publican el 97% del contenido. Con usuarios tan activos como el dueño de estas cuentas, es fácil de imaginar.
Especialistas vinculados a Podemos comentaron en febrero la existencia de un grupo de cuentas en Twitter con un comportamiento similar. Después de ese descubrimiento, el dueño o dueños de las cuentas les cambió el nombre. Pero no debió convencerle porque apenas unos días después, el 2 de marzo, las abandonó para siempre y ahora han sido suspendidas. Y siguió con otras que no habían sido reveladas.
Ahora podría ocurrir algo parecido. Twitter no capa solo la dirección de email desde la que se crean estas cuentas. EL PAÍS ha consultado con otros afectados por estas suspensiones y la red tiene más recursos para dificultar la recreación de cuentas nuevas, aunque son fácilmente sorteables una vez descubiertos. La plataforma tiene una política de evasión de prohibiciones, donde dicen que si una cuenta ha sido suspendida permanentemente, Twitter se reserva el derecho de suspender también permanentemente cualquier otra cuenta que, a su juicio, pueda estar operando el mismo titular de la cuenta o entidad que incumple la suspensión anterior.
El PSOE dice que se ha quejado varias veces a Twitter por cuentas que representan opiniones curiosas de presuntas votantes. Maldita.es ha analizado algunos de esos perfiles, que de momento siguen activos en la red social.
Si tienes más información de este tema, puedes escribir a jordipc@elpais.es
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