Ucrania ha acusado a Rusia de haber bombardeado una maternidad y un hospital infantil en la asediada ciudad meridional de Mariupol, en la costa del Mar de Azov, donde “niños y otras personas están bajo los escombros”, ha denunciado en un tuit el presidente ucranio, Volodímir Zelenski. El ministro de Exteriores ucranio, Dmitro Kuleba, ha corroborado que los bombardeos rusos prosiguen en la urbe, también a través de un mensaje en esa red social, y que “casi 3.000 recién nacidos pronto se quedarán sin medicinas ni alimentos”. Previamente, la Cruz Roja había definido la situación en la localidad como “apocalíptica”. Moscú y Kiev habían renovado este miércoles, por quinto día consecutivo, el compromiso de acallar las armas para que los civiles pudieran escapar de cinco ciudades bajo el fuego de los combates, entre ellas Mariupol, y de varias localidades cercanas a Kiev, la capital. En total, seis corredores humanitarios que, en principio, tenían previsto estar en vigor las 9.00 y las 21.00, hora local.
Mariupol. Direct strike of Russian troops at the maternity hospital. People, children are under the wreckage. Atrocity! How much longer will the world be an accomplice ignoring terror? Close the sky right now! Stop the killings! You have power but you seem to be losing humanity. pic.twitter.com/FoaNdbKH5k
— Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) March 9, 2022
Las seis vías de escape seguro que debían permitir a los civiles ponerse a salvo este miércoles discurren entre Mariupol y Zaporiyia, Enerhodar y Zaporiyia; de Sumi a Poltava; de Izium a Lozova; de Volnovaja a Pokrovsk, y desde varias ciudades alrededor de Kiev ―Vorzel, Borodianka, Bucha, Irpin y Gostomel― en dirección a la capital.
De todas ellas, las únicas de las que han logrado salir algunos civiles, según fuentes oficiales ucranias citadas por Reuters, han sido las de Sumi, en el noreste del país —de donde partieron algunos coches particulares— y la de la localidad de Enerhodar, en la que un convoy de refugiados, compuesto sobre todo por mujeres y niños, ha conseguido abandonar la ciudad. El ayuntamiento de Bucha, una localidad al noroeste de Kiev anunció, por su parte, en su página de Facebook que los militares rusos impedían el paso de cincuenta autobuses con civiles, mientras que en Izium, en la región de Járkov, en el este de Ucrania, la salida de los habitantes se retrasó a su vez a causa de los bombardeos rusos, denunció el gobernador de la región, Oleh Synehoubov, en un mensaje publicado en Telegram.
Mariupol, en situación “apocalíptica”
De acuerdo con las autoridades ucranias y testimonios recogidos en el interior de la ciudad, la situación más grave es la que padecen los ciudadanos de Mariupol, la urbe a orillas del mar de Azov, cuya situación la Cruz Roja ha definido como “apocalíptica” y donde, de acuerdo con el presidente Zelenski, las tropas rusas han bombardeado el hospital materno-infantil. La ciudad está completamente sitiada por los soldados rusos desde hace más de una semana, el mismo tiempo que lleva sin agua, calefacción, suministro eléctrico, cobertura móvil ni conexión a internet, y con los civiles refugiados bajo tierra para guarecerse de unos bombardeos sin tregua. Las pocas informaciones que llegan desde dentro de la urbe confirman que su casi medio millón de habitantes ya está viviendo una tragedia humana. Unas 200.000 personas están tratando de huir de la ciudad, según el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Yulia, contable de 50 años que consiguió huir de Mariupol este lunes a pie, ha relatado a EL PAÍS que las tiendas de la ciudad ya no tienen suministros. Los habitantes han empezado a cocinar con la nieve que recogen del suelo en fogatas improvisadas en parques y jardines. Cada vecino trae lo poco que le queda en casa para poder cocinarlo y compartirlo con el resto. “La guerra me ha enseñado que en caso de necesidad te beberías hasta el agua de los charcos”, confiesa esta ciudadana ucrania, informa Margaryta Yakovenko.
En el centro de esta importante localidad portuaria y de producción metalúrgica del sureste de Ucrania, se acumulan las ruinas de los edificios destruidos y los cadáveres. Algunos coches se han quedado abandonados en medio de la carretera con sus ocupantes muertos por proyectiles en el interior. Las autoridades están enterrando los cadáveres en fosas comunes porque es imposible hacerlo de otra manera por los bombardeos continuados. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, informó el martes de que, la víspera, una niña de 6 años de Mariupol había muerto de deshidratación por no haber conseguido agua para beber.
El diputado ucranio Dmitro Gurin, citando fuentes de la oficina del alcalde de esa ciudad, ha confirmado a la cadena BBC que la situación en la urbe costera, cuyo control es clave para cerrar el acceso marítimo de Ucrania al exterior a través del mar Negro, es dramática. “Solo queda comida para tres días”, alertó Gurin. Este diputado sostiene que el Ejército ruso está “arrasando” la ciudad con sus misiles y ha alertado de que, a su juicio, “la tercera guerra mundial ya ha comenzado”, por lo que los países occidentales no deberían dudar en decretar una zona de exclusión aérea en los cielos ucranios.
Uno de cada cuatro ucranios precisará ayuda
La amenaza de la privación extrema no solo se cierne sobre Mariupol. La portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados en España (ACNUR), María Jesús Vega, ha señalado a este diario que, si la escalada prosigue, hasta 12 millones de ucranios necesitarán en breve ayuda humanitaria para sobrevivir; es decir, comida, agua, suministros básicos y alojamiento. Este cálculo engloba a prácticamente un cuarto de una población de algo más de 44 millones de personas. La portavoz precisa que esa cifra se refiere a personas que permanecerán en Ucrania, no a los entre cuatro y cinco millones de refugiados ―más de 2′1 millones de ucranios han salido ya del país― que ACNUR calcula que huirán de la invasión rusa de la exrepública soviética.
“Hay que tener en cuenta que, ya antes de esta guerra, eran tres los millones de ucranios que precisaban de asistencia humanitaria para sobrevivir”, recalca Vega. A esta situación, ya antes de urgencia, provocada por la contienda en el este del país, en la región del Donbás, en conflicto desde 2014, “se suma ahora esta nueva guerra y unos niveles de destrucción enormes”, recalca la portavoz. Vega aboga por no olvidar que si las consecuencias económicas de esta guerra serán sin duda graves, más aún lo serán “las consecuencias humanas”. “El impacto de esta guerra en vidas humanas, en personas refugiadas, en desplazados internos y en destrucción será sin duda brutal”, recalca la portavoz de la agencia de la ONU para los refugiados.
Los corredores humanitarios se utilizan para permitir a los civiles una vía segura para escapar de la guerra. Según el Derecho Internacional Humanitario, no se trata de una concesión de los contendientes, sino de una obligación legal, establecida en la 4ª Convención de Ginebra de 1949 y en sus protocolos adicionales de 1977, que obligan a las partes a proteger a los civiles en tiempo de guerra, facilitar su retirada en condiciones de seguridad y permitir el libre paso de alimentos, material médico y otros bienes esenciales.
Estas vías de escape en teoría seguras consisten en un cese temporal de los combates para permitir la huida de la población civil por trayectos previamente acordados. El término se evocó por primera vez en los años noventa, durante la guerra de Bosnia, en la antigua Yugoslavia, cuando Naciones Unidas estableció lo que definió como “áreas seguras” para que los civiles salieran de las zonas de combate y, sobre todo, de las ciudades que, como sucede ahora en Ucrania, están bajo asedio. La Asamblea General de Naciones Unidas mencionó por primera vez de forma explícita estos corredores en 1990.
Sin embargo, organizaciones internacionales como Médicos sin Fronteras (MSF) han alertado del riesgo de que estos pasillos de salida de civiles se conviertan en un pretexto para redoblar los ataques, una vez que los corredores humanitarios se cierran, y para limpiar la imagen de quienes cometen crímenes de guerra, so pretexto de que los civiles han podido huir si así lo deseaban. En un comunicado difundido este domingo, MSF recordaba que los civiles “no deberían perder su condición” incluso si prefieren quedarse o si se ven imposibilitados de escapar y que nunca se debe atacar a los civiles, ni antes ni durante ni después del establecimiento de un corredor humanitario. La organización reclama que los pasillos humanitarios no tengan plazos y que los civiles puedan huir con seguridad en cualquier momento.
En Ucrania, muchas personas tienen además dificultades para emprender la huida: ancianos, discapacitados o simplemente personas sin medios que no tienen a dónde ir. Por ejemplo, uno de cada cuatro ucranios tiene más de 60 años, de acuerdo con la organización humanitaria HelpAge, que cita a fuentes oficiales del país. Muchos de ellos tienen problemas de movilidad, así como una mayor resistencia a dejar sus vidas atrás.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.