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Ucrania aspira a obtener un primer envío de 24 cazas de los aliados internacionales

EL PAÍS

Dos batallones con 12 aviones de combate cada uno. Este es el nuevo paquete de ayuda militar que se propone conseguir el ejército ucranio de sus aliados internacionales. Los 24 cazas —idealmente deberían ser los F-16 estadounidenses— representarían tan solo una primera fase urgente en un nuevo capítulo de la entrega de armamento al país invadido por Rusia: el del fuego aéreo. La cifra la aportó el viernes el coronel Yuri Ihnat, portavoz de la Fuerza Aérea ucrania. Además de las difíciles negociaciones políticas que requiere esta operación para llegar a materializarse, Ihnat confirmó que en el corto plazo no podrían contar en el campo de batalla con estas aeronaves porque se necesita por lo menos medio año para formar a los pilotos y a los equipos de mantenimiento en tierra.

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, reiteró esta semana que, tras el acuerdo entre Estados Unidos y Alemania para enviar tanques pesados a sus tropas, la siguiente etapa debe ser dotar a Ucrania de potencia aérea. La superioridad de Moscú en este tema es sobre el papel incontestable: las Fuerzas Aéreas rusas tienen una flota de aviones y helicópteros próxima a las 4.200 unidades, según la revista Flight Global, mientras Ucrania suma 312, sobre todo los MiG-29, los Su-27 y los helicópteros Mi-8. Sus naves, antiguos modelos soviéticos, no son rival para los más modernos cazas rusos, según indicó Ihnat en un encuentro con la prensa en Kiev.

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Desde principios de la invasión, el pasado febrero, países del antiguo bloque comunista con MiG-29 todavía en sus hangares se habían ofrecido a transferir estos cazas a Ucrania. La propuesta ha llegado, en concreto, de Polonia y Eslovaquia, pero Ihnat señaló que no son la prioridad porque no marcarían la diferencia en el campo de batalla, y detalló que de estos países sí están recibiendo piezas de recambio para sus propios aviones.

La invasión de Ucrania ha supuesto un antes y un después en la guerra aérea, según coinciden en destacar los principales centros de análisis en defensa. El conflicto ha constatado la nueva prevalencia de los drones y también ha sorprendido porque la superioridad con aviones no ha sido determinante en ninguna fase de la contienda. A Kiev la ha salvado la incapacidad rusa de anular la red ucrania de sistemas móviles de defensa antiaérea. La efectividad de estas defensas ya obligó en abril de 2022 a las Fuerzas Aéreas rusas a reducir drásticamente el movimiento de sus aeronaves. Ambos ejércitos limitan el uso de sus cazas y helicópteros a operaciones muy breves en zonas concretas del frente. Rusia sí utiliza sus bombarderos para castigar las ciudades ucranias, pero disparan sus misiles a cientos de kilómetros, desde el espacio aéreo ruso.

Los aliados internacionales han suministrado a Kiev cientos de piezas de artillería y de vehículos blindados ligeros, misiles antitanque y baterías de defensa antiaérea. La entrega de prácticamente cada tipo de armamento ha requerido largas discusiones previas en las que los países de la Europa occidental, sobre todo Alemania y Francia, han puesto el freno por temor a una escalada bélica con Rusia. El último ejemplo ha sido la complicada negociación en torno a los tanques alemanes Leopard, finalizada esta semana con el visto bueno de Berlín para la exportación de estos blindados junto a los Abrams estadounidenses.

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Hay dos clases de armamento que Ucrania todavía no ha recibido de sus aliados en la OTAN: misiles de largo alcance y aviones de combate. Hasta ahora, la Casa Blanca lo ha rechazado alegando que supondría una escalada de tensión con Rusia. Además, el presidente estadounidense, Joe Biden, ha dejado claro que no quiere que armas de su país puedan utilizarse para bombardear en suelo ruso. Washington incluso pidió a Polonia la primavera del año pasado que no transfiriera viejos MiG-29 a Ucrania por temor a la respuesta del Kremlin.

Apertura de Washington

Pero la Administración de Biden está dando muestras de apertura también en este ámbito. Preguntado por los cazas, el portavoz de su Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, subrayó el miércoles que la ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania “evoluciona a medida que cambian las condiciones [de la guerra]”. El jueves, una portavoz del Pentágono añadió que no han quitado a los F-16 “de la mesa de negociaciones”.

El Congreso estadounidense aprobó en junio un presupuesto para formar a pilotos ucranios en el manejo de los F-16 y los F-15. El grupo que debe aprender a operar estos aviones ya está seleccionado, según explicó Ihnat, pero todavía están esperando a tener luz verde para iniciar los entrenamientos. Si los tanques o la artillería occidental requieren de unas pocas semanas para aprender a ser utilizados —para los Leopard, se calculan entre cuatro y seis semanas—, para los cazas el periodo de aprendizaje es como mínimo de seis meses, sobre todo en el adiestramiento de maniobras y del uso de los múltiples sistemas de armamento que tienen. Los ingenieros que mantienen estos aparatos también deberían invertir medio año en su formación. Esto indicaría que estos aviones, como muy pronto, podrían estar combatiendo en Ucrania en los últimos meses de 2023. James Hecker, comandante de las Fuerzas Aéreas de EE UU para Europa y África, explicó en septiembre a Político que, debido a la compleja logística y técnica de la operación, entre la entrega de los F-16 y su despegue para el combate en Ucrania no pasarían menos de dos años.

Ihnat clarificó que el deseo de Ucrania es contar con un solo modelo de caza polivalente; su prioridad son los F-16 porque son ampliamente utilizados en medio centenar de países y hay más unidades disponibles. Los cazas polivalentes se caracterizan porque pueden servir para el combate aéreo, para eliminar misiles y drones, y para atacar objetivos terrestres. El portavoz de las Fuerzas Aéreas ucranias subrayó que hay otras opciones, si no consiguieran suficientes F-16. En concreto, Ihnat mencionó los Rafale franceses y los Saab Gripen suecos.

El centro de análisis de defensa británico RUSI subrayaba en un informe de noviembre que los Gripen “son, con diferencia, la mejor opción para Ucrania”, porque su mantenimiento y requerimientos para ser operados son los más fáciles entre los cazas modernos. El ministro de Defensa sueco, Pal Jonson, descartó el pasado diciembre en una visita a Odesa que su Gobierno contemple la entrega de los Gripen.

La cesión de aviones de combate es una cuestión que preocupa en la Europa occidental. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, avisó el viernes en una entrevista con el diario Süddeutsche Zeitung de que para su Gobierno, la aportación de cazas a Ucrania no solo está fuera de lugar, sino que es un peligro: “Los aviones de combate son sistemas mucho más complejos que los tanques pesados, tienen otra potencia de fuego y alcance. Con ellos, nos aventuraríamos en otra dimensión, y advierto en contra de ello”.

Alto coste

El Gobierno ucranio habla con sus homólogos en París sobre la adquisición de los Rafale desde antes de la invasión. Ihnat corrobora que ahora no hay dinero para comprar uno de los cazas más caros del mundo, y que las Fuerzas Armadas ucranias se aferran a las palabras expresadas en 2022 por el presidente francés, Emmanuel Macron, de estar dispuesto a transferirlos. Ihnat asegura a este diario que ha habido otras comunicaciones del Elíseo a favor de este acuerdo. El principal inconveniente de los Rafale, según Ihnat, es el coste por hora de vuelo, muy por encima de los Gripen suecos. A modo orientativo, según el digital aeronáutico Aerotime, el precio de un Rafale son unos 115 millones de dólares (106 millones de euros), mientras los Gripen suecos alcanzarían los 85 millones de dólares. Aerotime estima que los modelos más antiguos de F-16 valen 30 millones de dólares. El Ministerio de Defensa eslovaco cuantificó el valor de uno de sus MiG-29 en 27 millones de dólares, según publicó en agosto Radio Free Europe / Radio Liberty.

El precio de los cazas es una variable que también condicionará las negociaciones para suministrar estos aparatos a Ucrania porque los aviones que se puedan destinar a Kiev deberán ser sustituidos en el país donante. La cuestión monetaria pesará más incluso que en las discusiones sobre los tanques pesados: los Leopard tienen un coste medio de 11 millones de euros, según datos del digital Centro Militar de Ucrania a partir del contrato que en 2022 materializaron Alemania y Eslovaquia para la transferencia de 15 unidades de este carro de combate.

El informe del RUSI señalaba que Ucrania tiene también la urgencia de levantar una red de aeródromos segura que permita el movimiento constante de estos cazas para evitar ser destruidos por Rusia. El centro de análisis británico era escéptico sobre la posibilidad de hacerlo durante la guerra: “Las largas pistas y de alta calidad, además de los hangares con un amplio terreno de apoyo, requeridas para operar con cazas de Estados Unidos, serán difíciles de construir sin ser monitorizados y atacados [por Rusia]”. Ihnat aseguró que el Ministerio de Infraestructuras ya está construyendo bases secretas, y destacó que los aeropuertos civiles, ahora cerrados a aviones comerciales, también pueden funcionar para uso militar.

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