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“Ucrania era nuestro granero”: así destroza la guerra los cultivos

“Ucrania era nuestro granero”: así destroza la guerra los cultivos

La bandera de Ucrania se interpreta como símbolo de cielos azules sobre dorados campos de trigo. Siete de cada diez hectáreas del país son tierras de cultivo. En España son cinco, y en el conjunto de la Unión Europea, cuatro.

La agricultura suponía antes de la guerra el 10% del producto interior bruto del país —frente al 2% español— y daba trabajo al 14% de su población activa. La importancia del sector se refleja también en sus exportaciones: la mitad del maíz y el 30% del trigo que importa la UE proviene de este país. Pero la guerra lo ha parado todo: la invasión rusa ha puesto en riesgo la cosecha de este año y los siguientes.

De acuerdo con las estimaciones de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), hasta un 30% de las tierras dedicadas al cultivo de cereales, maíz y girasol podrían no ser plantadas o cosechadas durante esta temporada. Además, el coste de los daños directos sobre activos agrarios, asciende por ahora a 6.400 millones de dólares, casi la mitad de lo que el sector produce en un año.

Campos quemados

La infraestructura agraria también se ha convertido en objetivo militar, y los satélites europeos Sentinel-2 han sido testigos de ello. En la siguiente imagen, del 21 de marzo, se observan más de 20 incendios devorando las fincas que rodean la carretera que lleva a Kiev desde el este. Esta vía fue una de las arterias principales para el abastecimiento de las tropas rusas que trataban entonces de tomar la capital.

Haga clickPulse en los recuadros para observar los principales incendios captados el 21 de marzo

Línea de abastecimiento fundamental para las tropas rusas

Áreas quemadas de antiguos incendios

Línea de abastecimiento fundamental para las tropas rusas

Áreas quemadas de antiguos incendios

Esta imagen no es una fotografía sino una composición creada a partir de varias bandas del
satélite Sentinel 2 de la ESA para analizar los incendios.

A finales de marzo, el Gobierno de Estados Unidos denunció que el Ejército ruso estaba lanzando ataques dirigidos a depósitos de almacenamiento de grano. “Los daños temerarios de Rusia a estos silos de grano son un ejemplo claro de cómo la guerra de Putin afecta a los civiles en Ucrania y amenaza a la seguridad alimentaria de todo el mundo”, aseguró un portavoz del Gobierno estadounidense.

Las pérdidas identificadas hasta el momento por la FAO incluyen robo y destrucción de maquinaria agraria (tractores, cosechadoras, camiones…), pérdida de ganado debido a los bombardeos y daños a silos, almacenes, buques cargueros, plantas de procesamiento, trituradoras de semillas, molinos e incluso instalaciones de investigación agrícola.

Un agricultor planta con chaleco antibalas a 30 kilometros del frente, en Zaporiyia. Dmytro Smoliyenko/ Ukrinform/Future Publishing.

Un tractor pasa junto a un vehículo militar destruido en Bucha. Diego Herrera Carcedo/Anadolu Agency.

Un cartel el Dnipro dice: “Soldado ruso, la campaña de siembra ha comenzado” Celestino Arce/NurPhoto.

Dos trabajadores recorren una granja destruida tras los combates en Járkov. Wolfgang Schwan/Anadolu Agency

El conflicto ha golpeado las principales zonas agrícolas de Ucrania. En Sumi y Chernihiv, donde las fuerzas del Kremlin estuvieron desplegadas hasta finales de marzo, los maizales cubren el 15% del territorio.

Los combates también han alcanzado los campos de trigo que destacan en la zona sur, en regiones como Zaporiyia, donde la mayor central nuclear del país llegó a estar bajo control de las fuerzas invasoras. En Donbás, donde se concentran ahora los esfuerzos de los rusos, el cultivo de trigo y girasoles representa un 30% de la superficie total.

Sin el final del conflicto a la vista, es imposible calcular el alcance real de los daños o lo que tardará el país en recuperar el terreno perdido, explica la experta en política agraria Petra Berkhout: “Depende de cuanta capacidad de producción se haya destruido en Ucrania o incluso de la mano de obra disponible o la capacidad de transporte a través de sus puertos y vías ferroviarias. Es muy difícil de predecir”.

De acuerdo con el ministro de Agricultura ucranio, más de un millón de toneladas de grano y semillas están ahora atrapadas en los puertos del país, que ha pasado de exportar 6 millones de toneladas de estos productos cada mes a dar salida a tan solo 200.000 toneladas en marzo.

“La principal preocupación en este momento es la falta espacio de almacenamiento para la cosecha de 2022″, advertía la semana pasada Jakob Kern, coordinador del World Food Programme en Ucrania. Antes de la guerra, el país contaba con unos 1.133 silos, según el proyecto colaborativo OpenStreetMaps. No son tantos en comparación con los 2.010 que tiene España, pero bastaban para almacenar el poco grano que se quedaba el país, que exporta el 70% de su producción. En los próximos meses, 15 millones de toneladas de grano podrían deteriorarse fuera de los silos.

Europa pierde su granero

“Ucrania era nuestro granero. Además, ya producía a medida de las necesidades de la Unión Europea: muy respetuosos con el medio ambiente, pesticidas, insecticidas…”, lamenta Román Santalla, ganadero de vacuno en Lalín (Orense) y secretario de Ganadería de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos. El bloqueo de las exportaciones ucranias les obliga a acudir a mercados con otros estándares en busca de maíz, fundamental para la alimentación de cerdos y aves de corral.

Entre agosto de 2020 y julio de 2021, en los países de la Unión Europea se cosecharon cerca de 10 millones de toneladas de girasol. Para complementar la demanda, se importaron semillas, aceites y derivados por un valor equivalente de 5,2 millones de toneladas, la mayoría de Ucrania. Algo parecido ocurre con la colza: alrededor del 10% de lo producido e importado es ucranio, el maíz (8%) o los guisantes (5%).

Esta dependencia no es igual por países. En España el 34% de todo el girasol procede de Ucrania. También el 20% del maíz, el 18% de los guisantes o el 14% de las semillas de colza y sus derivados. En otros países la importancia de algunos productos ucranios es aún mayor. En Polonia, su girasol representa el 90% del total, importan del país vecino casi medio millón de toneladas. En Países Bajos es el 75%, en Portugal el 48% y en Italia el 42%.

Importaciones desde Ucrania (%)

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Fuente: Comisión Europea.

Además, la situación se complica fuera de Europa, explica Berkhout, no tanto por la disponibilidad de cereales y semillas como por los recursos necesarios para acceder a ellos: “Hay países en el norte de África y otros, como Bangladesh, que son muy dependientes de las exportaciones ucranias. Además, el World Food Programme [que distribuye alimentos a proyectos de desarrollo, refugiados de larga duración y personas desplazadas] obtiene mucho cereal de allí. Estos países tienen un problema. Por supuesto, pueden comprar otro cereal, pero es más caro”. La inteligencia británica advertía esta semana que la reducción de los suministros de grano ucranios generará presiones inflacionarias que elevarán el precio de estos productos en todo el mundo.

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