La tensión militar va en aumento en la ciudad de Avdiivka, en la región oriental de Donbás y sacudida por la guerra desde 2014, donde los dos ejércitos, el de Ucrania y el de Rusia, miden sus fuerzas al tiempo que envían refuerzos. Se trata de una localidad ubicada a una decena de kilómetros de la ciudad de Donetsk y en la que apenas queda población civil. Moscú ha desplegado allí a mercenarios de la empresa Wagner, pero con más formación y capacidades que los miles de exreclusos empleados en otros frentes del este de Ucrania, según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, en sus siglas en inglés).
En su intento de rodear y tomar Avdiivka, Moscú está sufriendo importantes pérdidas de tanques sin conseguir avances destacables, afirma el Ministerio de Defensa británico. Esas complicaciones sobre el terreno se unen a las dificultades que tanto Kiev como Moscú afrontan desde el verano pasado en la sangrienta batalla de Bajmut, a 90 kilómetros de Avdiivka.
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El enclave de Avdiivka es considerado ya como una segunda batalla de Bajmut, según reconoció el portavoz militar ucranio Oleksii Dmitrashkivskii la semana pasada. Desde entonces, debido a los constantes bombardeos rusos, las autoridades locales han prohibido el acceso a los voluntarios para llevar a cabo evacuaciones. La población de Avdiivka tenía unos 32.000 habitantes antes de la guerra. Estos días únicamente permanecen —sin luz, gas ni agua— unos 2.000 civiles, según Vitalii Barabash, jefe de la administración militar, que sostiene que hay siete menores entre ellos. “Hay padres irresponsables que esconden a sus niños y no aceptan salir de la ciudad”, ha afirmado en declaraciones publicadas por el diario The Kyiv Independent.
Tras más de medio año de hostilidades al máximo nivel, Bajmut sigue siendo un pozo por el que se escapan miles de vidas de ambos bandos. Aguantar allí supone agotar al enemigo y causarle el mayor número posible de bajas, según el general Oleksandr Sirskii, que comanda las fuerzas de tierra y que ha visitado a sus tropas en ese frente. Por su parte, las fuerzas rusas aseguran controlar ya la zona industrial de Bajmut, dijo este martes Denis Pushilin, líder de la autoridad impuesta por Moscú en Donetsk.
Mercenarios de Wagner
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Como en Bajmut, Rusia está tirando de mercenarios del grupo Wagner para aumentar su despliegue en Avdiivka, donde ha conseguido avances en sus posiciones en los últimos días, explica el ISW. El envío de esos refuerzos supuestamente es de un nivel superior que el integrado por miles de expresidiarios trasladados a Bajmut sin apenas preparación (a cambio de dar por cumplidas sus sentencias) y que se han convertido en carne de cañón en los últimos meses, según este centro de estudios con base en Estados Unidos.
La divulgación de una esquela por la muerte, el pasado 20 de marzo, en Avdiivka de un jefe de Wagner llamado Yevgeni Malgotin, apunta en esa dirección. “Malgotin parece haber sido un luchador experimentado y, probablemente, representa el perfil más alto de combatiente de las fuerzas de operaciones especiales de Wagner”, entiende el ISW. De esa forma, añade, dan apoyo a “los elementos agotados y de menor preparación de la (autoproclamada) República Popular de Donetsk” desplegados en la zona. Ello explica, en principio, los últimos avances.
“Nuestra tarea principal es desgastar las abrumadoras fuerzas del enemigo e infligirle grandes pérdidas”, ha señalado en un vídeo publicado en Telegram el general Sirskii, en el que aparece en Bajmut junto a algunos de sus hombres. Reconoce que Rusia no cesa en su intento de rodear y conquistar por completo esa ciudad, que antes de la guerra contaba con unos 70.000 habitantes y donde ahora apenas queda un puñado de vecinos. La presencia en los últimos días cerca de Bajmut del presidente, Volodímir Zelenski, explica la importancia que Kiev otorga a un enclave que, sin ser estratégico, se ha convertido en una batalla clave para los dos contendientes.
Sirskii admite que la ciudad vive momentos complicados para sus militares, pero que no van a adoptar la estrategia de entregarla para frenar la sangría de bajas. El pasado febrero, los avances de los rusos en choques calle a calle y casa a casa hicieron replegarse a las tropas locales. Muchos pensaban que la caída de Bajmut del lado invasor era cuestión de días. Algunos militares relataron incluso enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Pero pasan las semanas y las posiciones se han vuelto a estancar.
Para avanzar o desarrollar una contraofensiva con garantías, Kiev sigue reclamando más armamento y munición a sus aliados. El Ministerio de Defensa anunció este martes la llegada de los dos primeros tanques Challenger de fabricación británica. Se unen a los 18 Leopard, de fabricación alemana, que Berlín transfirió a Ucrania este lunes, y a los enviados estas últimas semanas por Polonia (4) y Noruega (8).
Ucrania sufrió, en la noche del lunes al martes, un nuevo ataque mediante el lanzamiento masivo de drones bomba de fabricación iraní desde territorio ruso, según han denunciado fuentes militares ucranias. Fueron derribados 14 de los 15 aparatos, la mayoría dirigidos a la región de Kiev, y no hubo víctimas, aunque uno de ellos causó un incendio.
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