Ucrania y Rusia se reúnen este jueves en Estambul para firmar el acuerdo que podría suponer el fin al bloqueo de la exportación de cereales ucranios. Ambos países deben acordar crear un corredor en el Mar Negro, ahora vigilado por las fragatas rusas, para hacer llegar el grano atrapado en los puertos a los mercados globales sin ser atacados por las fragatas rusas. El pacto, alcanzado de forma parcial la semana pasada, debería firmarse este jueves con la mediación de Turquía y la ONU. Su texto establece que Ucrania podrá recuperar la salida de sus naves al mar bajo la protección de sus fragatas navales y así desbloquear hasta 22 millones de toneladas de grano. Rusia se compromete a no atacar a los navíos y pone como condición que los barcos comerciales no se usen para fines bélicos como, por ejemplo, la introducción de armas en el país. Turquía y la ONU, por su parte, serán los supervisores del tratado realizando inspecciones a los barcos que entren y salgan. Pero también cabe esperar que Moscú, tal como avanzó su presidente, Vladímir Putin, anteriormente, reclame a cambio que se suavicen las sanciones impuestas por la comunidad internacional.
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En la firma se espera que esté presente el secretario general de la ONU, António Guterres, quien confirmó el miércoles a través de un comunicado su asistencia al acto, programado para las 16.30, hora local (una hora menos en horario peninsular español). El máximo mandatario de Naciones Unidas ha sido claro a la hora de alertar sobre las consecuencias del bloqueo de toneladas de grano y la hambruna que ello puede traer a países en vías de desarrollo. Por ello, se mostró satisfecho de que las negociaciones, de resultar en fumata blanca, finalicen de forma satisfactoria para todas las partes, incluida para la comunidad internacional.
Turquía también se ha mostrado optimista. El país eurasiático, mediador en el conflicto entre Kiev y Moscú, ya ha sentado a la misma mesa en varias ocasiones a las delegaciones de Ucrania y Rusia desde que comenzó la guerra, pero nunca había conseguido ningún avance sustancial en pro de la paz: los primeros intentos tenían el objetivo de lograr un alto al fuego y corredores humanitarios, mientras que este tiene el objetivo de aliviar el hambre. De firmarse el desbloqueo, sería la primera vez que el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, pone de acuerdo a los dos países enfrentados. Vladímir Putin, de hecho, ya agradeció los esfuerzos a su homólogo turco en la cumbre de Teherán, a principios de esta semana.
Y Ucrania, la más damnificada, puede ver este jueves el fin del veto a sus exportaciones de cereales, al menos sobre el papel, puesto que Kiev se muestra escéptico sobre la aplicación real de los compromisos del acuerdo. La delegación ucrania ya ha avanzado que no viene solamente a estampar una firma. El comunicado del Ministerio de Exteriores de Kiev alude claramente a “negociaciones”, dando a entender que la rúbrica final no está aún decidida. En el mismo comunicado afirma, eso sí, que “después de las negociaciones puede haber la firma de un documento que contendrá las obligaciones de las partes con respecto a la operación segura de las rutas de exportación en el Mar Negro”.
Una cuestión clave
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El entramado de la cuestión de los cereales ucranios es tan largo como esta guerra, desencadenada con la invasión rusa del pasado 24 de febrero. Cuando las bombas y la artillería comenzaron a llover, no solo sobre los pueblos y ciudades del país, sino también sobre los campos de trigo y los silos de almacenamiento, muchos granjeros temieron que su cosecha se viese engullida por la guerra y los productos no pudiesen llegar a los mercados globales, tal y como ha estado ocurriendo hasta ahora. Ucrania, antes de la invasión, proporcionaba a los mercados mundiales el 10% del trigo, el 16% del maíz y, aproximadamente, la mitad del aceite de girasol. Pero mientras la guerra se desenvolvía en tierra firme, las fragatas rusas tomaban posición en el Mar Negro, en los alrededores de la costa ucrania. Y ante el peligro de un ataque por mar a ciudades costeras claves, como Odesa, Kiev minó las aguas del Mar Negro y puso freno al avance ruso por esa vía. La consecuencia fue que los barcos no podían entrar ni salir de la zona. Y ello, evidentemente, incluía los navíos comerciales, muchos de ellos atracados en el mayor puerto ucraniano, Odesa, y en los alrededores.
“Creo que hemos llegado al límite. La mayor cantidad que podemos exportar es de alrededor de 2 millones de toneladas al mes”, dijo Taras Vysotskyi, ministro de Agricultura ucranio, en una conferencia del Consejo Internacional de Cereales celebrada en Londres en el mes de junio. Y la cifra, aunque represente una cantidad considerable, es ínfima comparada con lo que Ucrania proporcionaba al mundo antes de que Putin tratara de poner al país bajo su férula. Porque, antes del 24 de febrero, la ex república soviética podía exportar hasta 6 millones de toneladas de cereales al mes. Desde que se detuvieron los envíos desde los puertos del Mar Negro de Ucrania, más de 20 millones de toneladas de grano están almacenados en los silos del país o aguardando en los barcos, listos para zarpar. Ucrania, el cuarto mayor exportador de grano del mundo acude este jueves a Estambul con las manos atadas por la guerra, el tiempo en contra y la esperanza de llegar a un acuerdo con su verdugo para seguir vendiendo sus cereales y abasteciendo a la comunidad internacional.
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