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Un ácaro, el animal más rápido del mundo

Sí, puede parecer algo extraño que un animal insignificante como un ácaro sea el animal más rápido del mundo. Pues todo indica que es así. Se llama Paratarsotomus macropalpis y se suele mover a una velocidad de hasta 322 longitudes de cuerpo por segundo 0,225 m/s. Nosotros a penas lo apreciamos porque es realmente minúsculo.

Este récord es de momento más rápido que el del escarabajo tigre australiano, que hasta el momento ostentaba ser el más rápido, con un máximo de 171 longitudes de cuerpo por segundo. La velocidad equivalente para un ser humano en relación a su tamaño sería de 2.100 km/h.

Al parecer, y según diversos estudios, tanto la velocidad relativa como la frecuencia de paso aumentan a medida que los animales se hacen más pequeños. Entonces son menos rápidos aquellos que son más grandes, pero es algo que todavía se está estudiando.

Características del Paratarsotomus macropalpis

Este pequeño ácaro no lo vemos en todas las partes del mundo. Es originario del sur de California, en Estados Unidos, y se descubrió en el año 1916 por William A. Hilton bajo unas piedras en Claremont, la misma California. Fue descrito como Tarsotomus macropalpis por Nathan Banks.

Para poder ver lo rápido que corría, la investigación que determinó que fue éste el animal más rápido del mundo utilizó unas cámaras de alta velocidad para grabar sprints de los ácaros en el laboratorio y también en su entorno natural.

A pesar de lo rápido que se mueve, los investigadores pudieron atraparlo bien pero sí fue más complicado seguirlo en su particular carrera. Algo que llamó la atención de los que estudiaron este tema es que los ácaros se mueven sobre el hormigón a 60 grados Celsius, una temperatura muy superior a la temperatura de la mayoría de los animales.

Mientras que también se destacó que los ácaros son capaces de parar y cambiar de dirección muy rápidamente. Este descubrimiento cambió los límites conocidos sobre la fisiología del movimiento de los animales y los límites de la velocidad de las estructuras vivas. Con ello, el equipo de investigadores concluyó que esto abre nuevos campos para explorar en el diseño de robots así como en la biomimesis.


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