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Un barrio blindado para evitar el botellón a toda costa

La música de la Piccolos Band fue la única que sonó en la noche de este viernes en el parque de La Vaguada, epicentro habitual de las fiestas del Pilar de Madrid. “Mucha, mucha policía”, cantó el grupo que se dedica a hacer versiones del pop español. Parecía que estaba describiendo lo que había a su alrededor. Un parque vallado, con un despliegue policial sin precedentes para evitar el botellón y los jóvenes dando vueltas por el barrio en busca de una misión imposible: beber al aire libre. Un operativo conjunto de la Policía Nacional y Local de más de 400 agentes evitó esta vez las aglomeraciones que se han visto en las últimas semanas en otros puntos de la capital. El dispositivo continuará todo el puente.

“Sabíamos que habían cerrado el parque y que iba a haber policía, pero nos hemos acercado para ver si era así”, se lamenta Aya, una vecina del barrio de 17 años que charla con sus amigos en un banco. “Es que se lió mucho en el parque Berlín la semana pasada, y esta no han parado de poner en las redes que había que venir aquí este fin de semana, en Tik Tok, en Instagram… en todas partes. Así que claro, estaban preparados”, cuenta. “Ha habido fiesta en todas partes, y cuando tocaba aquí, la han cortado”, completa Irene, de 16 años, a su lado. Una hora antes, en la zona de Herrera Oria, un grupo de chicos se planteaba ya irse a casa porque una patrulla acababa de quitarles una botella de whiskey. “Ahora compraremos otra”, comentaba el único que se mantenía firme en su propósito de beber en la calle.

Tras los macrobotellones del tempo de Debod, el parque de Berlín, la Ciudad Universitaria o Moncloa, el Ayuntamiento tenía un objetivo claro: impedir que se produjeran las mismas escenas en las fiestas del barrio del Pilar. 350 agentes de la Policía Municipal y 874 de la nacional se han desplegado en los puntos calientes de botellón de la ciudad este fin de semana. 400 de ellos estaban anoche en el barrio del Pilar. Las luces azules de los furgones policiales alumbraban cada esquina de los alrededores del parque de la Vaguada y las patrullas peinaban el resto de zonas verdes y plazas. La Policía municipal también ha movilizado al escuadrón de caballería y a la sección canina y tiene preparados los drones en caso de que sean necesarios. “No vamos a ahorrar ninguna medida de prevención ni de precaución”, había asegurado el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, el día anterior. Y lo cumplió.

Robin, Eduardo y Álex fueron de los pocos que se atrevieron a tentar a la suerte tomando unas cervezas en la plaza de Redondela, a la que todo el mundo llama el anfi. “Creíamos que iba a haber algo, pero está todo muerto, así que ahora nos iremos a echar un billar al bar”, señalan. “Antes de la pandemia, cualquiera de estas plazas estaba a reventar”, añade Robin, que lleva viviendo en el barrio seis años. Al fondo se ven las luces de un furgón policial. No pasa mucho tiempo hasta que aparecen dos agentes. “Es una tontería que estén aquí, recojan todo o les tendremos que poner 600 euros de multa”, les dice uno de ellos. “Con la repercusión mediática que han tenido los botellones estos días, aquí han puesto todos los medios para conseguir que no pase. Estamos por todas partes”, admite su compañero. Mientras tanto, los tres amigos, el último bastión de botellón que se podía encontrar en la zona, recoge las latas de Mahou en señal de rendición.

La última resistencia del botellón en el barrio del Pilar, en el ‘anfi’.

Las imágenes de 25.000 jóvenes en la Ciudad Universitaria para celebrar el inicio de curso, las barricadas en el parque del Oeste y los apuñalamientos en la aglomeración de distrito de Chamartín del fin de semana pasado han hecho que los botellones se hayan convertido en el centro del debate en las últimas semanas. La Policía también está alerta de los delincuentes que aprovechan estas citas para robar y por eso el Ayuntamiento ha reforzado el dispositivo de agentes de paisano en los últimos botellones. “No ha habido ningún problema en toda la ciudad, solo algún grupo muy puntual en el parque del Oeste. El dispositivo el primer día ha sido un éxito, además, hay que tener en cuenta que mucha gente se ha ido de viaje aprovechando el puente”, apunta un portavoz de la Policía de Madrid. Anoche también volvía a estar permitido bailar en las discotecas de la región.

Las calles del barrio del Pilar quedaron desiertas pasada la medianoche. Se oía algo de música saliendo de los bares, los únicos sitios en los que se notaba que era un distrito en fiestas. Al lado de la boca de metro de Peñagrande, Rubén, Carlos y Pedro, de 21, 20 y 19 años debatían dónde ir con las bolsas con botellas de alcohol en la mano. El panorama desolador a su alrededor hizo que se encaminaran en dirección a Moncloa. “Nos acaban de decir que allí hay algo de movimiento. Hemos estado en todos los botellones que ha habido, en el de la Complutense, en el del parque Berlín… Allí sí se lió”, cuentan antes de emprender la marcha en busca de la fiesta.

Los bazares de alimentación también notaron las consecuencias del despliegue. “Este año, nada. Demasiada policía, a ver el que viene”, comentaba el dueño de un establecimiento. El Ayuntamiento consiguió su propósito: neutralizar el botellón.

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