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Un collar de diamantes, relojes y anillos: el escándalo de unas joyas regaladas por Arabia Saudí pone contra las cuerdas a Bolsonaro

EL PAÍS


El expresidente brasileño en un acto político el pasado 3 de febrero en Doral, Florida.MARCO BELLO (REUTERS)

A las decenas de frentes judiciales que Jair Bolsonaro, de 67 años, expresidente de Brasil, tiene abiertos por acusaciones como alentar los ataques antidemocráticos de enero en Brasilia, genocidio contra los indígenas, abuso de poder, charlatanismo durante la pandemia y un largo etcétera se suma ahora otro a cuenta de unas valiosas joyas regaladas por la familia real de Arabia Saudí en 2021. Todo indica que las consideró un obsequio personal, y no del Estado. Son dos lotes, uno de mujer y otro de hombre, que una comitiva oficial brasileña introdujo en Brasil sin declarar.

El lote femenino está todavía retenido en la aduana del aeropuerto; el masculino, en poder del exmandatario, por lo que el Tribunal de Cuentas le ordenó el miércoles pasado que lo devuelva al Estado en cinco días hábiles. Todo indica que alguien hará la entrega en su nombre porque el ultraderechista permanece en Estados Unidos desde que terminó su mandato y perdió la inmunidad.

El escándalo de las joyas, desvelado por el diario Estadão, engorda cada día con revelaciones y la difusión de los vídeos de los momentos estelares. En el centro de la polémica, una caja con un espectacular collar de diamantes, unos pendientes, un reloj y un anillo, con certificado de autenticidad de Chopard y valorados en 16 millones de reales (tres millones de euros), y un segundo lote, menos lujoso, compuesto por gemelos, reloj, anillo, bolígrafo y un rosario. El expresidente Bolsonaro, que al principio intentó desentenderse del asunto, tuvo que admitir después, ante la contundencia de las pruebas, que se quedó con este último paquete. Es el que ahora el Tribunal de Cuentas le exige que deposite en la Presidencia de la República.

La polémica no surge por aceptar los carísimos regalos de los saudíes, sino por intentar introducirlos en Brasil sin declararlos ni pagar los impuestos correspondientes. Y porque el entonces presidente Bolsonaro hizo durante más de un año innumerables maniobras para recuperar las joyas confiscadas, gestiones en las que implicó a varios ministerios y otras autoridades a las que presionó.

Parte de las joyas regaladas por la familia real saudí a los Bolsonaro son expuestas el miércoles en el aeropuerto de Guarulhos, donde fueron confiscadas en 2021. MIGUEL SCHINCARIOL (AFP)

El caso de las joyas es el quebradero de cabeza más reciente de Bolsonaro, que ha aplazado una y otra vez la fecha de regreso a Brasil. Lo que iba a ser una estancia de un mes para descansar ya está a las puertas de alargarse un trimestre, una ausencia que está erosionando el capital político que logró en las elecciones, que perdió por la mínima. Uno de sus aliados importantes, el líder de los parlamentarios evangélicos, le afeó hace nada que estuviera “de turismo en EE UU” y no en casa, liderando la oposición al Gobierno que encabeza el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.

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Bolsonaro reconoció públicamente hace unos días, en un acto en Florida, que es probable que alguno de los casos que tiene abiertos implique su inhabilitación política. Lula lo quiere fuera de juego, pero no en la cárcel, porque tras las rejas se convertiría en un mártir. Las investigaciones sobre el asalto al Congreso, la Presidencia y el Tribunal Supremo siguen abiertas, mientras algunos arrestados aquellos días recuperan la libertad con medidas cautelares. De los casi 1.400 detenidos, permanecen en prisión 294.

El escándalo del obsequio millonario saudí ha ido engordando con revelaciones y la difusión de los vídeos de cámaras de seguridad, que documentan los momentos estelares del caso, y ha puesto el foco en los regalos de autoridades extranjeras al anterior mandatario. El Tribunal de Cuentas también ha pedido a Bolsonaro que devuelva unas armas obsequiadas por las autoridades de Emiratos Árabes Unidos en un viaje oficial y que se llevó consigo en la mudanza del palacio presidencial.

El elevado valor de los diamantes y las mil gestiones de Bolsonaro para quedárselos han ensombrecido la imagen de hombre honesto que aún mantiene entre sus seguidores más incondicionales desde que en 2018 ganó las elecciones con un discurso contra la corrupción.

Aunque el anterior mandatario mantiene por ahora el liderazgo del bolsonarismo, la búsqueda de un relevo que pudiera batirse en las próximas presidenciales ya ha comenzado. Asoman la cabeza su esposa, Michelle Bolsonaro, y el gobernador de São Paulo, su ahijado político Tarcísio de Freitas. Los tres hijos mayores de Bolsonaro, un diputado, un senador y un concejal, parecen descartados como herederos políticos. Nunca han tenido el gancho del padre.

Inspección en la aduana

Las joyas no las recibió Bolsonaro en persona, sino su entonces ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque, un almirante de la Armada brasileña, durante un viaje oficial a Arabia Saudí en 2021. Al regresar a suelo brasileño, toda su comitiva dijo en el aeropuerto que no tenía nada que declarar. Pero el servicio de aduanas inspeccionó a uno de ellos, un militar ayudante del ministro, y dentro de su equipaje descubrió el estuche con el collar de diamantes y las otras joyas de mujer.

Si aquello era un regalo personal y no del Estado, había que pagar el 50% de su valor en impuestos de importación, más un 25% de multa. Las cámaras de seguridad registraron los intentos del ministro de convencer al funcionario para que hiciera la vista gorda porque aquel paquete, dijo, era para la primera dama. Luego, en el reciente interrogatorio ante la policía, el ya exministro cambió de versión para decir que en realidad eran para el Estado, pero todo Brasil pudo ver las imágenes de su primera reacción en el aeropuerto.

Bolsonaro puso un enorme empeño en recuperar las piezas confiscadas, que estuvieron incluso a punto de ser subastadas. La víspera de viajar a EE UU para no entregarle la faja presidencial a Lula, Bolsonaro hizo su último y desesperado intento ante la aduana. Aprovechó que un vuelo de la Fuerza Aérea iba a São Paulo a buscar a un ministro para enviar a un funcionario con la delicada misión. Las imágenes de su conversación con el funcionario del servicio de aduanas muestran a este impertérrito ante la urgencia del enviado, que le suplica que le dé las joyas porque hay que dejar el asunto resuelto antes de la llegada del nuevo presidente.

Los sindicatos aprovecharon para resaltar que la estabilidad en el empleo es elemento clave para que los funcionarios de aduanas no se dobleguen ante presiones de poderosos, ni del presidente. Gracias al portal de la transparencia, sus compatriotas saben que cobran unos 5.700 dólares mensuales (unos 5.344 euros).

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