Cada día, docenas de elefantes salen de la jungla en el este de Sri Lanka para buscar comida en vertederos. Los tres mayores del país están ubicados junto a zonas protegidas y es habitual ver en ellos a estos grandes mamíferos removiendo con sus trompas entre los montones de plástico, papel y otros residuos para encontrar algunos restos vegetales que llevarse a la boca. Un dron ha captado ahora a decenas de ellos a vista de pájaro protagonizando una de estas desoladoras escenas.
Lo ha hecho en el vertedero de Ampara, creado hace aproximadamente una década en medio de un corredor en el que viven entre 200 y 300 elefantes. Ni siquiera los vallados eléctricos les han impedido abrirse camino hasta la basura. No solo comen restos de alimentos, también tragan plásticos, algo que les está matando poco a poco. En 2019 murieron 361, una cifra que supone un triste récord.
El Gobierno está cavando zanjas alrededor del vertedero de Ampara para frenar a los elefantes, pero los residentes locales están seguros de que no funcionarán y de que nada les mantendrá alejados mientras la instalación siga ahí. Y los animales no son las únicas víctimas. Su coexistencia con los vecinos es complicada, ya que entran en los vecindarios y dañan a los ciudadanos y a sus propiedades, según relata a la agencia Reuters un granjero local, P. H. Kumara.
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