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Un empate raquítico en San Mamés


En un mundo de eufemismos, al equipo que sacó Marcelino contra el Alavés se le llama unidad “B”, es lo políticamente correcto. Hace unos años se les denominaría suplentes, sin ánimo de ofender, porque lo son, y basta con mirar las estadísticas, tan completas, tan plagadas de matices, que cuando los suplentes eran suplentes a secas las llevaba un empleado del club con cuaderno y bolígrafo.

Con la final de Copa a la vista, el entrenador del Athletic optó por la unidad “B”, o los suplentes, a elegir, para dar descanso a quienes, se supone, tendrán el peso del equipo ante el Barça en La Cartuja. Nunca se sabe, en estos casos, si el plan saldrá bien hasta que se pone en marcha. En esta ocasión, frente a un Alavés timorato, en el que no parecían haber calado todavía las enseñanzas de Javi Calleja, los primeros minutos resultaron más que prometedores. Los jóvenes desarbolaron por las bandas a la línea defensiva del Alavés. Morcillo se empachó de balón en un contragolpe rapidísimo en el que se empeñó en disparar cuando tenía pase claro. Luego él mismo estrelló un disparo en el larguero, y Sancet tuvo la ocasión más clara cuando se plantó ante Pachecho y el guardameta le sacó el disparo.

Siguió el Athletic mejor que el Alavés, pero su juego se fue diluyendo, hasta que en los estertores de la primera parte, fueron los visitantes quienes apretaron más y vieron cómo el VAR anulaba un golazo de Joselu por fuera de juego previo. Después los vitorianos marcaron otro, que tampoco valió.

Los suplentes rojiblancos se toparon con un Alavés más ordenado en la segunda parte, y Marcelino tuvo que utilizar a los de siempre, Williams, Muniain y compañía, que tampoco aportaron demasiado al juego del equipo con su salida. El Alavés se defendió bien ante una delantera rojiblanca impotente, a la que le cuesta ver puerta. Pacheco se volvió a reivindicar con una gran acción ante Berenguer, en posición diáfana, y también después de un remate de cabeza de Núñez que desvió con la punta de los dedos.

No era un ensayo para la final, porque los actores eran otros, pero el empate no es, desde luego, vitamina para enfrentarse al Barcelona. Tampoco remedia demasiado los males del Deportivo Alavés, aunque el punto le sirva para romper una racha que, sin embargo, le mantiene en la zona de descenso. No hay descanso para los equipos que están en la cuerda floja. Fue un empate raquítico.

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