Un estudio concluye que la mascarilla en la escuela no se asocia con una menor transmisión de la covid


La mascarilla en las escuelas no ha sido determinante para contener la expansión de la covid. Ha podido tener su efecto, pero no ha sido clave como intervención para frenar los contagios. Esta es la conclusión de un estudio liderado por investigadores catalanes tras analizar el primer trimestre del curso 2021-2022 en esta comunidad: si bien los mayores de seis años (a partir del primer curso de primaria) tenían obligación de usar el cubrebocas en el aula, los científicos no han encontrado que la incidencia o la transmisión del virus fuese significativamente menor en estos grupos respecto a los menores de seis años, que no usaban mascarilla. Los investigadores recalcan, no obstante, que los resultados de este estudio, que aún no ha sido revisado por pares ni publicado en una revista científica, no son extrapolables a otros entornos, como un cine o un centro comercial.

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Clara Prats, física e investigadora del grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), matiza que el estudio “no analiza la efectividad de la mascarilla, sino la implementación en un entorno real muy concreto: la escuela”: “Analizamos el primer trimestre del curso, una época en la que, por cada caso positivo, se hacía un cribado a los compañeros y podíamos ver la transmisión que había en cada grupo de edad. Si la implementación de la mascarilla tuviese un efecto de reducción significativa de la transmisión, encontraríamos menos transmisión en primero de primaria que en P5 [el último curso de la educación infantil]. Pero no hay diferencias entre estos dos cursos”, concluye Prats.

Eso no significa que las mascarillas no hayan funcionado, puntualiza Quique Bassat, pediatra y epidemiólogo del Instituto de Salud Global (ISGlobal), que también ha participado en el estudio: “La mascarilla protege, pero en niños pequeños, de tres a 11 años, donde la transmisión es más baja y las actitudes de riesgo son diferentes a las de los adolescentes, el impacto de esta medida es más modesto”.

De forma retrospectiva, los investigadores estudiaron a cerca de 600.000 alumnos de más de 1.900 escuelas y analizaron la incidencia, la velocidad de transmisión del virus —la Rt, que mide a cuántas personas contagia de media un positivo— y la tasa de ataque secundario, que calcula el porcentaje de niños infectados en una clase por cada positivo detectado. Pero no encontraron que la transmisión fuese especialmente más elevada en los grupos que usaban mascarilla obligatoria respecto a los que no. De hecho, la incidencia fue de 3,1 casos por 100 en el grupo de P5 (sin mascarilla) y de 3,54 en primero de primaria (con mascarilla obligatoria). “Sin el uso obligatorio de la mascarilla, los niños más pequeños tienen indicadores de transmisión significativamente más bajos en comparación con cualquier otro grupo de edad”, reza el estudio.

Prats apunta a varios factores que influyen en la mayor o menor eficacia de la medida: por ejemplo, “el factor tiempo”, ya que los niños están muchas horas en el aula y, a medida que pasan las horas, la protección que confiere la mascarilla se reduce; el cubrebocas de los niños, además, suele ser de tela o quirúrgica y tampoco se acopla perfectamente a nariz y boca, por lo que el riesgo de escape de protección es mayor, sobre todo en el contexto de una variante tan contagiosa, como fue la ómicron este invierno.

Toni Soriano, pediatra de la Unidad de Enfermedades Infecciosas Pediátricas del Hospital Vall d’Hebron, que también ha participado en el estudio, coincide en que, “a medida que pasan las horas, el efecto de las mascarillas se diluye y también según el tipo de mascarilla”. “Con los datos disponibles, la obligatoriedad de la mascarilla en los centros escolares no tienen relevancia científica. Pero no podemos decir que si un niño lleva mascarilla se infectará igual que si no la lleva. Solo podemos decir que usar mascarilla en ese contexto no aporta un efecto protector mayor que otros elementos”.

La edad, factor determinante

El factor determinante clave que influye en la mayor o menor transmisión del virus es la edad, insiste Prats: “La incidencia y la transmisión aumentan gradualmente a medida que se incrementa la edad”. Para justificar el peso de la variable de la edad, los expertos apuntan al papel que puede jugar la disminución de la respuesta inmunológica innata con los años y el cambio hacia un patrón de respuesta inmunológica similar al de los adultos a medida que el niño avanza en la educación primaria.

Toni Soriano señala que, además de la respuesta inmune a través de los anticuerpos y la respuesta a través de la memoria celular, “hay una repuesta local de la mucosa respiratoria a nivel nasal y de los bronquios”. “Esta es la que es más potente entre los niños o tiene un radar de acción más hábil para detectar antígenos extraños, destruirlos y evitar que se repliquen en la mucosa”. A medida que los niños crecen, esa respuesta local se va perdiendo, agrega el pediatra.

En un contexto de desescalada de medidas de control —los cubrebocas ya se han retirado de los patios— y con la mascarilla en interiores con los días contados, el estudio de los investigadores catalanes sustenta la tesis que defendía también la Asociación Española de Pediatría, que hace unas semanas pidió la retirada del tapabocas de las aulas. “Las conclusiones no son extrapolables a otros entornos, pero sí sugiere que la retirada de la mascarilla en primaria no debería conllevar un aumento significativo de la transmisión”, apunta Prats.

Soriano señala que, con la evidencia en la mano, “no tiene sentido” continuar con las mascarillas en los colegios. “A mí me sabría mal no tener un detalle con los niños y retirar la mascarilla en interiores a todo el mundo a la vez”, zanja.


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