El presidente estadounidense, Donald Trump, ha anunciado este domingo “un avance realmente histórico en la lucha contra el virus de China, que salvará incontables vidas”: la autorización de las transfusiones de plasma sanguíneo de supervivientes como tratamiento de emergencia contra la covid. Al lado de Trump en la Casa Blanca, el médico Stephen Hahn ha asegurado que las transfusiones mejoran un 35% la supervivencia de los hospitalizados. “Esto significa que, de cada 100 personas enfermas con covid, 35 se habrían salvado gracias a la administración del plasma”, ha proclamado Hahn, jefe de la FDA, la agencia de medicamentos de EE UU. Los datos son increíblemente erróneos y el anuncio es pura propaganda. Las elecciones presidenciales en EE UU son el 3 de noviembre.
La esperanzadora cifra del 35% de mejora procede de un reciente estudio preliminar con unos 35.000 enfermos, dirigido por investigadores de la Clínica Mayo, en la ciudad estadounidense de Rochester. A la mitad de estos pacientes se les realizó una transfusión en los tres primeros días tras el diagnóstico. A la otra mitad, a partir del cuarto día. La mortalidad a los siete días fue del 8,7% en el grupo con transfusión rápida y alcanzó el 11,9% en el grupo con una transfusión más tardía. La diferencia es de apenas tres puntos porcentuales, aunque este resultado también se puede vender como que una cifra es más de un 35% superior a la otra. Pero esa presunta reducción de la mortalidad del 35% no significa, en ningún caso, que de cada 100 enfermos se salven 35, como ha declarado el jefe de la FDA. Con los datos del estudio preliminar, se salvarían tres personas más de cada centenar: habría nueve muertos en lugar de doce.
“No podemos decir con certeza si el plasma de convalecientes es útil”, advierte la hematóloga británica Lise Estcourt
“No podemos decir con certeza si el plasma de convalecientes es útil, necesitamos grandes ensayos para responder a esta pregunta”, explica a este periódico la médica Lise Estcourt, directora de la unidad de ensayos clínicos hematológicos del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. Estcourt cree que los datos de EE UU son “prometedores”, pero subraya que los autores del estudio no han incluido ningún grupo de control —con pacientes que no recibieran ninguna transfusión— para poder comparar a unos con otros. Este tipo de estudios sin referencia, denominados observacionales, están sometidos a multitud de factores de confusión y pueden provocar espejismos, sugiriendo resultados que no existen. El equipo de Estcourt publicó el 10 de julio un análisis sobre la efectividad del tratamiento con plasma, a partir de investigaciones con más de 5.000 enfermos. Su conclusión fue contundente: “No se sabe si el plasma de convaleciente beneficia a las personas ingresadas en el hospital por covid‐19”.
El bioquímico Sudip Parikh, director ejecutivo de la Asociación para el Avance de la Ciencia de EE UU, ha arremetido contra el jefe de la FDA en su cuenta de Twitter. “Me avergüenzas. Esto es una clase magistral sobre cómo no comunicar la ciencia, cómo enfadar a los científicos y cómo perder la confianza de las personas a las que lideras”, le ha reprochado Parikh.
El propio Donald Trump lanzó un mensaje el sábado en Twitter al jefe de la FDA. El presidente estadounidense acusó al “deep state” —el Estado profundo, un supuesto poder en la sombra— de obstruir el desarrollo de tratamientos y vacunas contra la covid a través de la FDA. “Obviamente, desean retrasar la respuesta hasta después del 3 de noviembre [día de las elecciones presidenciales]”, le comentó Trump a Stephen Hahn públicamente. Un día después, ambos comparecieron juntos en la Casa Blanca para anunciar la autorización del tratamiento con plasma de convalecientes. El comunicado de la FDA tenía un inusual tono propagandístico incluso en su titular: “Otro logro en la lucha de la Administración contra la pandemia”. El responsable del Departamento de Salud de EE UU, Alex Azar, fue más lejos todavía y aseguró que se trata de “un éxito histórico dentro de los esfuerzos del presidente Trump para salvar vidas frente a la covid-19”.
Varios ensayos clínicos en España intentan averiguar si las transfusiones de plasma son realmente beneficiosas para los enfermos
El médico Scott Gottlieb, predecesor de Stephen Hahn al frente de la FDA, también ha desinflado la burbuja: “El plasma puede ser beneficioso y podría ser significativo para ciertos pacientes, pero necesitamos más pruebas para demostrarlo. Los datos que tenía la FDA respaldan la autorización para un uso de emergencia, donde lo habitual es que algo puede que sea eficaz, pero necesitamos mejores estudios para confirmar los hallazgos preliminares”.
En España, el hospital Puerta de Hierro, en el municipio madrileño de Majadahonda, coordina desde abril un ensayo clínico nacional, con grupos de control, para intentar averiguar si las transfusiones de plasma son realmente beneficiosas para los pacientes. La multinacional Grifols, uno de los mayores productores de derivados de sangre humana en el mundo, también trabaja desde marzo en un ensayo similar, pero ninguno de los dos grupos ha publicado ningún resultado por el momento.
Cristina Arbona, directora del Centro de Transfusión de la Comunitat Valenciana, participa en el ensayo del Puerta de Hierro y en otro puesto en marcha en hospitales valencianos. Arbona reconoce que “todavía faltan las pruebas para asegurar al 100% que el tratamiento es eficaz”, pero defiende su potencial. “Es un producto seguro, fácil de administrar, relativamente barato y las evidencias indican que parece producir beneficios, sobre todo si se administra pronto. Hay evidencias para seguir estudiándolo”, opina Arbona, vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia.
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