Un 39% de las parlamentarias africanas ha sufrido algún tipo de violencia sexual y un 40% ha sido acosada, según revela una investigación de la Unión Interparlamentaria (UIP) y la Unión Parlamentaria Africana (UPA) hecha pública este martes. El estudio destaca que este nivel de violencia sexual es uno de los más elevados del mundo, pues entre las homólogas europeas se sitúa en torno al 25% según un trabajo anterior realizado por la propia UIP, que considera que ello se debe a “los contextos políticos, económicos, sociales, culturales y religiosos en los que trabajan las diputadas africanas”.
La investigación se llevó a cabo este año 2021 mediante entrevistas a 224 mujeres de 50 países del continente. De ellas, 137 eran parlamentarias y 87 eran trabajadoras de los órganos legislativos. El 80% de las que participaron en la investigación aseguró haber sufrido maltrato psicológico durante su mandato, el 67% sufrió comentarios o comportamientos sexistas, el 46% recibió ataques sexistas a través de internet o las redes sociales, el 42% fue amenazada de violación, muerte o secuestro, bien ellas o sus familiares, y el 39% fue objeto de acoso psicológico o intimidación.
Estos porcentajes son similares a los identificados por un estudio anterior, llevado a cabo en 2018 también por la UIP entre las europeas, e incluso a los que sufren las diputadas en el mundo. Sin embargo, los autores de la investigación destacan que el nivel de violencia sexual, de un 39%, es 14 puntos más elevado en África que en Europa. El 40% de las que participaron en el trabajo aseguró haber sufrido acoso, un 23% agresiones físicas y un 9% fueron extorsionadas a cambio de sexo. “El sexismo, el acoso y la violencia que sufren están omnipresentes en los parlamentos del continente africano”, asegura la UIP mediante un comunicado.
El nivel de violencia sexual es 14 puntos más elevado en África que en Europa
La investigación pone el acento sobre ciertos aspectos: la mayoría de las encuestadas declaró que había sido perpetrada por los propios parlamentarios hombres, en una tasa superior de los partidos políticos rivales, y que las que tenían alguna discapacidad, eran menores de 40 años, solteras o procedentes de grupos étnicos minoritarios resultaban más propensas a ser víctimas; también lo son aquellas que defienden los derechos de las mujeres. “La mayoría de los parlamentos no dispone de mecanismos que permitan denunciar con total seguridad”, añade la investigación.
Duarte Pacheco, diputado portugués y presidente de la UIP, asegura que estos resultados revelan “un sexismo insidioso de carácter epidémico que disuade a las jóvenes de emprender una carrera política. El peligro es que aquellas que aspiran a cambiar el mundo gracias a la política se desmotiven. Necesitamos la presencia de ellas para garantizar instituciones democráticas fuertes y representativas”. Por su parte, Mohamed Ali Houmed, presidente del Congreso de Yibuti y de la UPA, ha pedido el fin de la impunidad. “Debe haber tolerancia cero frente a toda forma de violencia machista en los parlamentos. Incumbe a nuestras instituciones y al conjunto de los diputados a actuar con urgencia para tener mejor en cuenta las cuestiones de género”.
“Los parlamentos deben ser espacios seguros para mujeres y hombres y sobre todo para las jóvenes. Tenemos que condenar toda forma de maltrato en ellos y trabajar juntos, en asociación, para poner en marcha mecanismos que ayuden a que se escuchen sus voces”, añadió Adji Diarra Mergante Kanouté, vicepresidenta de la UIP. En este sentido, las participantes que aceptaron dar sus respuestas plantearon la necesidad de que existan entornos seguros para poder denunciar estas prácticas y delitos, así como la adopción de reglamentos y leyes mucho más estrictas para impedirlos.
De hecho, la mayor parte de las que participaron en el estudio consideran el acoso sexual “una práctica corriente en la vida política, sobre todo las insinuaciones, comentarios y bromas con connotación sexual”. Sin embargo, opinan que en el ambiente político de sus países este tipo de comportamientos no se identifica como acoso sexual. Algo similar ocurre con los comentarios sexistas. En general, las entrevistadas creen que el mensaje principal vehiculado por dichos mensajes es “la voluntad de excluir a las mujeres de la vida política”. Según su testimonio, sus colegas masculinos les expresan a menudo que la política es un dominio reservado a los hombres, que no son bienvenidas y que no son aptas para participar en la misma.
A comienzos de 2020 África contaba con 2.834 mujeres parlamentarias, lo que representa un 23% del total de legisladores del continente. Este porcentaje, dos puntos por debajo de la media mundial del 25,6%, sitúa al continente en el tercer lugar, tras América y Europa, de mujeres parlamentarias, a lo que se suma que un total de 17 mujeres son presidentas de sus asambleas nacionales. Diversos países cuentan con leyes de paridad que han permitido mejorar de manera sustancial la representación femenina en sus órganos en los últimos años y el continente cuenta con la nación con más diputadas del mundo: Ruanda, donde el 67% de sus parlamentarios son mujeres.
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