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Un estudio revela que el estrés se redujo durante el confinamiento en niños de 8 a 10 años y solo un 9% echa de menos el colegio


Manuel, de 8 años, lleva 42 días sin pisar la calle. Su madre no tiene claro que el domingo 26 pueda salir de casa. “Mamá, tengo mucho miedo al coronavirus y no pienso salir”. Se lo ha dicho varias veces, incluso lo ha grabado en una nota de voz para la periodista. “Espero que se le pase, porque no voy a obligarle. Pero el otro día lo planteé en el grupo de WhatsApp donde hay varias amigas y había otros dos niños igual, eso me tranquilizó”, explica Gilmara, la madre de Manuel, que tampoco ha salido de casa en este tiempo.

Historias como la de Gilmara están siendo frecuentes esta semana en las consultas de Pediatría de Atención Primaria. “Hemos tenido un niño de 4 años que no podía dormir porque se imagina a los coronavirus como bichos gigantes que están en la calle en plena guerra con la policía, como en una peli de vaqueros y se niega a salir”, explica Alicia Arévalo, pediatra en Madrid. En su consulta han atendido unos dos casos diarios parecidos. Una cifra que coincide con las llamadas de los Centros de Atención a la Infancia de Madrid, donde ayer por la mañana recibieron tres consultas como esta, aunque aún es temprano para concluir que sea una tendencia. En lo que todos coinciden es que lo más frecuente es atender a “padres y madres que se niegan a sacar a los niños de casa por miedo”, explica la pediatra María García Onieva.

El monstruo de afuera

“Lo normal es que estén asustados, les hemos hablado del coronavirus, se lo hemos enseñado, dibujado y para ellos es como un monstruo que está afuera. En realidad lo loco, en la mentalidad de un niño, es que los padres nos alegremos de que puedan salir ahí fuera, a encontrarse con el monstruo”, explica el psiquiatra Diego Figuera, que reclama que se refuercen los servicios de salud mental porque lo que está llegando ahora a Atención Primaria es “la punta del iceberg”.

En Pamplona, la psiquiatra Azucena Díez coincide en que en unas semanas este goteo en Atención Primaria se va a traducir en una avalancha en psiquiatría. “De momento me llegan niños muy apegados o miedosos que están a gusto en esta situación en casa, pero en un mes o dos vamos a tener muchísimas consultas relacionadas con estos comportamientos evitativos, con hipocondrías y obsesiones. Y no es que sea adivina, es que los niños temerosos o ansiosos con un elemento de estrés es habitual que debuten con trastornos obsesivos compulsivos, por ejemplo. Y ante un elemento estresante global como este, es fácil anticiparse”, explica la psiquiatra que aclara que el miedo de estos niños está relacionado con lo que perciben en sus padres y madres.

Curiosamente varias psiquiatras infantiles explicaron a EL PAÍS que con esta crisis muchos de sus pacientes con el confinamiento han mejorado sus patologías en el confort del hogar.

El psiquiatra infantil José Luis Pedreira, asesor del Ministerio de Sanidad, cree que no hay motivo para la alarma aún y señala que los estudios realizados con niños en China demuestran que estos efectos “no permanecen en el largo plazo, y se superan con pautas a la hora de salir a pasear”.

Los hijos de Bea, una mamá con dos niños de 8 y 5 años, han salido a la calle por la custodia compartida. Pero en su caso cada día están más asustados y les cuesta más salir. “Es extraño el mundo ahí fuera con las calles tan vacías, la gente con mascarillas, y además me preguntan por todo, si pueden tocar las plantas, las flores… desconfían de todo”, explica su madre. Y añade que varios vecinos les han increpado cuando salían a hacer el intercambio con el papá. “Los vecinos se asoman y te miran mal, como si estuvieras cometiendo un crimen. Cada vez los peques están más reacios a salir”, relata.

Para combatir estos miedos y prevenir que se conviertan en una fobia, la psicóloga Elena Domínguez apunta que hay que hablar de “prácticas de riesgo no de lugares ni de personas de riesgo y a los niños deben explicarles cómo se tienen que proteger claramente, de manera racional, sin usar argumentos facilones y que las conductas sean poquito a poco”, concluye. Y en eso está precisamente Gilmara: “Vamos a empezar bajando la basura, a ver si la gente con mascarillas y las calles desiertas no les intimidan más”, desea.

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