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Un fármaco desarrollado contra el cáncer renace como terapia para enfermedades neurodegenerativas


No es la primera vez que un medicamento desarrollado para una dolencia termina siendo útil, por un inesperado efecto secundario, para otras enfermedades. El caso más conocido es el del sildenafilo, un compuesto desarrollado en el Reino Unido para tratar la hipertensión arterial y la angina de pecho y que terminó siendo un popular fármaco contra la disfunción eréctil. También el metilfenidato se diseñó originalmente para tratar la depresión en adultos y acabó como terapia del síndrome de hiperactividad y falta de atención. Ahora, ha sido el departamento de Biología Molecular e Ingeniería Bioquímica de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) el que ha patentado el STX64, un medicamento inicialmente pensado para el cáncer, como tratamiento de patologías o efectos del envejecimiento, como el alzhéimer, el párkinson o la enfermedad de Huntington. “Hemos comprobado que retrasa, mejora y podría revertir las enfermedades neurodegenerativas”, resalta Manuel Jesús Muñoz, uno de los autores de la investigación, publicada en Nature Communications.

El equipo de Muñoz en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (centro mixto del CSIC, Pablo de Olavide y Junta de Andalucía) investiga las hormonas esteroideas, que regulan múltiples procesos biológicos, como la función reproductiva, y están relacionadas con el envejecimiento. De forma natural, las mencionadas hormonas pierden progresivamente el equilibrio en la concentración de sulfato. En este proceso intervienen dos proteínas, las sulfatasas, que eliminan el componente químico, y las sulfotransferasas, que lo añaden. Ese desequilibrio está detrás los efectos de la edad y de las enfermedades neurodegenerativas asociadas a los mismos.

El objetivo inicial era desarrollar una terapia genética que permitiera, como ocurre en los organismos jóvenes, potenciar las proteínas que aumentan la concentración de sulfatos e inhibir las que lo eliminan, según explica Muñoz. Pero, de forma paralela, una multinacional farmacéutica que ha pedido no ser identificada mantenía en marcha investigaciones sobre el compuesto STX64 como inhibidor de la sulfatasa de esteroides, la proteína que reduce la concentración de sulfatos. En este caso, el objetivo era el tratamiento de cánceres de endometrio y mama hormonales.

Las investigaciones del fármaco llegaron a la primera fase de ensayo clínico, en la que se comprobó que la toxicidad era tolerable. Sin embargo, los resultados ante los tumores no mejoraban los obtenidos con otros medicamentos existentes, por lo que se abandonó su desarrollo.

Sin embargo, el equipo de Muñoz descubrió que el efecto conseguido por el compuesto, que se puede administrar por vía oral, era el mismo que el que buscaban con terapia genética, por lo que comenzaron a investigar su uso en las enfermedades asociadas al envejecimiento.

El trabajo comenzó sobre ejemplares de Caenorhabditis elegans, nematodos de un milímetro de longitud que sirven de modelo para la biología desde los años setenta y a los que se le indujo el alzhéimer. Los resultados demostraron que el STX64 reducía la actividad de la sulfatasa, mejoraban los síntomas de la enfermedad y aumentaba la longevidad de los ejemplares sanos. Los mismos resultados se reprodujeron en los experimentos realizados con ratones, que reflejaron, además, mejoras en la capacidad de memoria.

Las investigaciones han continuado y se ha demostrado que el fármaco, además de inhibir la proteína que reduce la concentración de sulfatos, también disminuye las placas de agregados proteicos en el cerebro, otro de los síntomas del alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas.

El hallazgo ha llevado a los investigadores a registrar el uso del STX64 “para el tratamiento de los efectos del envejecimiento y, por lo tanto, para aumentar la longevidad de los individuos o mejorar su calidad de vida”, según el texto de la patente europea.

También se ha creado una empresa, Olavide Neuron STX S.L (ONSTX), con participación de la universidad sevillana, para culminar el desarrollo y comercialización del compuesto. Ya hay inversores que se han puesto en contacto con el grupo de investigadores, según relata Muñoz, quien espera poder culminar la segunda fase de los ensayos clínicos en un año.

La multinacional que desarrolló, en colaboración con la Universidad de Bath y el Imperial College, las primeras fases del ensayo con el fármaco ha cedido los estudios iniciales, por lo que el proceso habitual puede acortarse. Los resultados de las pruebas mostraron que el 36% de las mujeres tratadas con el compuesto no mostraban progresión de la enfermedad a los seis meses del tratamiento, pero los datos de respuesta y supervivencia eran similares a los obtenidos con los medicamentos ya existentes.

Sin embargo, la nueva aplicación descubierta por los investigadores españoles puede convertir este fármaco en una nueva arma si se modifica el objetivo: los efectos del envejecimiento y las enfermedades neurodegenerativas asociadas al mismo.

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