un lavado de imagen, un relato “repugnante” y un contradocumental en marcha

El estreno de Las últimas horas de Mario Biondo ha cumplido con las expectativas previas en cuanto a la controversia que iba a generar. Desde que se concibió en tiempo y forma el relato, con el que se iba a intentar esclarecer cómo murió el marido de Raquel Sánchez Silva, la familia del fallecido y el perito judicial del caso Óscar Tarruella, habían alertado al espectador de que se iba encontrar una versión viciada que ampararía el suicidio de Mario y no un asesinato, tal y como dictaminó la Fiscalía italiana. Un relato que tendría como maestro de ceremonias al productor ejecutivo del formato, Guillermo Gómez, mánager de la presentadora española hasta el año 2022, justo cuando se inician las grabaciones de la docuserie.

Raquel Sánchez Silva y Mario Biondo en 2012 / Gtres

Raquel Sánchez Silva y Mario Biondo en 2012 / Gtres

Una parte de la audiencia que ha visualizado ya los tres episodios que componen el documental han mostrado un rechazo prácticamente unánime a la manera en la que se narran los hechos. El clamor popular el pasado 3 de agosto (día del estreno) era ferviente en las redes sociales. «Acabo de terminar de ver el documental y sinceramente (…) No sé lo que he visto. Es como si hablasen de otro caso que no fuese el de Mario Biondo, no reconozco nada del caso que llevo siguiendo tanto tiempo», se quejaba una usuaria de Twitter. Como ese, decenas de comentarios disconformes con lo que habían visto.

Look ha hablado con Óscar Tarruella, incansable y enérgico cada día en demostrar que Mario fue asesinado, 24 horas después de la emisión del documental. Él lo ha visto y su enfado es mayúsculo. Solicitó no aparecer al enterarse de quién lo producía pero su burofax fue absolutamente ignorado por la plataforma. Lo mismo les pasó a Santina y Pipo Biondo.

Eso sí, sorpresas las justas. Reconoce saber lo que se iba a encontrar. De hecho, cinco días antes había grabado un vídeo en YouTube en el que exponía sus predicciones sobre Las últimas horas de Mario. Y lo cierto es que ha acertado en casi todas.

No están siendo días fáciles para él ya que ha reconocido estar recibiendo amenazas de muerte a raíz de sus opiniones e informaciones sobre el caso Biondo. Pero no tiene miedo. Su primera reacción al ver el documental es lapidaria: «Me parece repugnante». Para el ex policía judicial «no han mostrado una sola prueba, es todo mentira. Está basado en cuento chino narrado por ellos, solo hay capturas para decir que la víctima es Raquel Sánchez Silva», comienza diciendo.

Para Tarruella, Guillermo Gómez es algo parecido a la mano que mece la cuna en esta docuserie: «Lo habría titulado ‘Las aventuras de Guillermo El Travieso’. Le habría puesto una chistera, un foco cenital, otros teatrales y un bastoncito para que haga su show. Es que es el auténtico protagonista del documental. Además, opina del auto del juez, de todo y sin personarse en la causa. Y lo hace con un odio visceral hacía lo que ha hecho la familia Biondo durante estos años…», explica.

Es más, nos desvela una opinión muy particular que ha pasado desapercibida. En un momento del documental se narra la supuesta visita de Mario Biondo al Baronet, el bar nocturno donde el italiano habría hecho diferentes pagos la madrugada del fatídico 30 de mayo de 2013, después de sacar 110 euros en efectivo de un cajero. Una de las voces en off, con acento italiano, le resulta familiar: «Esa voz filtrada, en mi opinión, parece la del propio Guillermo Gómez».

Mario Biondo

Mario Biondo / Gtres

Una vez superado el mayúsculo cabreo e impotencia que le ha generado lo que ha visto, Óscar Tarruella no se va a quedar quieto y pasa al ataque: «Lo que viene ahora es mi demanda y la de la familia de Mario Biondo a Netflix». Asimismo, cuenta que la familia valora con sus abogados la posibilidad de «demandar a Eduardo Navasquillo (que aparece en pantalla) por revelación de secretos ya que tenia un contrato de secreto profesional legitimo que le impedía hacer un uso personal de la información». Este fue el detective español contratado por la familia para esclarecer las circunstancias de la muerte.

Por otro lado, reconoce que están en proceso de hacer la réplica: «Hay conversaciones abiertas con varias plataformas para hacer el contradocumental». Reconoce sentirse David contra Goliat pero tiene claro que no va a parar hasta hacer justicia. Dentro del timing elegido por Netflix hay un hecho absolutamente revelador. El pasado mes de marzo, un alto directivo de la plataforma de streaming se dirige a Óscar para decirle que «lo más sensato sería frenar la docuserie de Mario». Sin embargo, Óscar cree que su propuesta fue ignorada y sus superiores dieron luz verde a continuarlo.

La figura de Raquel Sánchez Silva está más que nunca en el disparadero. Durante años se ha sentido señalada, pero su actitud tras la muerte de su marido, las contradicciones ante el juez, la investigación privada que iniciaron los padres y el hecho de elegir a dedo a qué medios revelaba información (y a cuáles no) son comportamientos que por momentos se le han vuelto en contra a ojos de la opinión pública.

Raquel Sánchez Silva

Raquel Sánchez Silva / Instagram @raquelsanchezsilva

Ahora, Óscar Tarruella aporta un detalle más que hasta ahora había pasado desapercibido y que se puede ver en una de las últimas imágenes que la viuda ha subido a su Instagram. En ella se la ve posar radiante esta misma semana, a pocas horas del estreno del documental y sobre una alfombra muy parecida a la que tenía en la casa que compartía con Mario Biondo, en la Calle Magdalena de Madrid. Para el policía en activo, «es una imagen desafortunada e inadecuada por el momento. Además, aparece en el informe judicial y sostenemos que esa alfombra, que estaba enrollada junto al cadáver de Mario, así como otra de color rojo que estaba debajo del mueble, debieron ser analizadas mediante muestras», explica.

Por último, Óscar Tarruella confía en que toda la polémica por el estreno de Las últimas horas de Mario Biondo no opaque la documentación entregada al juez español el pasado mes de mayo que podría derivar en la apertura de diligencias previas: «No debería…», nos dice.


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