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Un nuevo Lucky Luke acechado por el tabaco y las mujeres



Detalle de la portada de ‘Se busca Lucky Luke’, de Matthieu Bonhomme, editado por Kraken.

Matthieu Bonhomme (París, 48 años) no es capaz de recordar la primera vez que vio un álbum de Lucky Luke, el pistolero más rápido que su sombra creado por Morris en 1946 y luego desarrollado con la colaboración del genial guionista de Astérix, René Goscinny. Pero desenfunda veloz un sueño de su más tierna infancia para concluir que, en el fondo, el vaquero del flequillo siempre estuvo ahí. “Cuando era muy pequeño, soñé que estaba jugando en París, en el parque infantil justo debajo de mi casa de protección oficial, y Lucky Luke vino a verme. Dejé a mis amigos y le invité a subir a mi casa para que conociera a mis padres porque a ellos también les encantaba. Tengo esa imagen fijada en la que Lucky Luke estaba sentado en el sofá de mi casa charlando con la familia mientras Jolly Jumper esperaba tranquilamente en el parque”, asegura el historietista francés para demostrar que, si alguien estaba llamado a rescribir la historia de este cowboy solitario, era él. Y lo ha hecho en dos álbumes: en 2016 apareció El hombre que mató a Lucky Luke y el año pasado, Se busca a Lucky Luke, ambos publicados en español por Kraken.

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La muerte de Morris en 2001 no enterró a Lucky Luke. El dibujante Achdé y el humorista Laurent Gerra tomaron las riendas respetando el canon de su creador, tanto en el estilo de los chistes como en la línea del dibujo. Con Bonhomme, sin embargo, los tiros no van por ahí. Autor de varias series de estilo realista (Esteban está publicada en español por Norma Editorial), el artista parisino ha estado años planeando la emboscada. “Trabajo desde hace mucho para Dargaud [editorial francesa que tiene los derechos del personaje] y ya llevaba tiempo diciéndoles que tenía muchas ganas de hacer un Lucky Luke. Me parecía que había muchas cosas que se podían hacer con el personaje. Además, tenía la sensación de que estaba envejeciendo de una forma que no le correspondía. Cuando murió Goscinny, la serie ya bajó un peldaño, y creo que cuando Morris fue envejeciendo empezó a hacer álbumes cada vez menos buenos, hasta que llegó un momento en el que yo ya no reconocía a mi cowboy. Tenía la impresión de que Lucky Luke se estaba convirtiendo en un tebeo exclusivamente de humor, cuando para mí al principio era también un wéstern auténtico”, dispara Bonhomme con vehemencia.

El 70º aniversario del personaje, en 2016, se convirtió en el particular duelo al sol del creador y el personaje. Ese año lanzó El hombre que mató a Lucky Luke, donde el lector encuentra a un pistolero más maduro, quizá un poco más serio del que recordaba. Pero, como cuando alguien se topa con un viejo amigo al que hace años que no ve, esa sensación de extrañeza pronto se desvanece. “Evidentemente, no tiene el mismo sentido del humor que la obra de Goscinny y Morris, pero no creo que sea un cómic oscuro. Me he divertido mucho jorobando a Lucky Luke, poniéndole en dificultades, sacando a la luz parte de su humanidad, sus debilidades”.

Tanto se divirtió Bonhomme que el año pasado lanzó Se busca a Lucky Luke, donde le arrastra de nuevo por la misma senda polvorienta, cargada de alusiones al wéstern más clásico. “Lucky Luke me inició en el wéstern. A fuerza de leerlo y de ver películas del Oeste, me fui haciendo una cultura en ese género. Para mí las más hermosas son las de su edad de oro. John Ford representa cosas que le convenían mucho a Lucky Luke. Tanto del lado cowboy y aventura como en el aspecto humano. A mí siempre me ha parecido muy humano y atractivo, aunque pueda parecer relativamente parco a la hora de mostrar sus sentimientos. Le he visto en algunos libros compartir amistad con otros personajes y mostrarse supersimpático. Para mí, Lucky Luke es una especie de Gary Cooper o de Clint Eastwood del cómic. Tenía ganas de comprobar si yo era capaz de hacerle expresar todo eso”.

Viñetas de ‘El hombre que mató a Lucky Luke’.

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El primero de los dos álbumes, en el que las referencias a El hombre que mató a Liberty Valance (1962), de John Ford, se hacen evidentes desde el propio título, el tabaco irrumpe como un personaje más de la historia. Aquel cigarrillo que colgaba del labio del vaquero desde su creación y que en 1983 fue sustituido de forma abrupta por una pajita (lo que le valió a Morris un reconocimiento de la OMS pocos años después) vuelve en estas viñetas para atormentar al personaje. “Cuando me dieron el visto bueno, yo advertí que evidentemente iba a ser un Lucky Luke fumador. Me respondieron que eso era lo único que no podía hacer. Así que al final esa prohibición se convirtió en parte de mi historia”, explica el dibujante con una risa traviesa digna de Billy el Niño.

Pero lo que podría parecer un gesto de rebeldía por parte de Bonhomme acabó yendo mucho más lejos, casi hasta ese horizonte en el que un fumador toma la decisión de dejar de serlo. “En la serie principal”, explica, “me parece muy misterioso cómo de repente, de un álbum a otro, Lucky Luke ya no fuma. Sin ninguna justificación. Así que me dije que había un agujero en su biografía, algo que no se había contado, y me pareció coherente dar una explicación que completara el relato”. Aquí no hizo falta acudir a los clásicos, sino como exfumador, solo tuvo que cabalgar sobre su propia experiencia. “Cuando decidí dejar de fumar, lo que me ayudó fue hacer una promesa, comprometerme. Y pensé que Lucky Luke también necesitaba un compromiso para dejarlo. Y para que este fuera fuerte, quise que hubiera un amigo y que sellara esa promesa sobre su tumba”.

Puede que alguien eche de menos en estos dos cómics a personajes clásicos como los hermanos Dalton, el perro Ran Tan Plan o Calamity Jane, que según el autor, no se adecuan a su estilo por su trazo demasiado humorístico —”tienen un aspecto demasiado característico y no sé si realmente podría cambiarlos, así que he aplazado la cuestión”, confiesa—, pero en la segunda entrega el héroe y su inseparable montura, Jolly Jumper, se enfrentan a un peligro nada desdeñable: Angie, Bonnie y Cherry, tres hermanas de armas tomar que ponen al vaquero al borde de la estampida. “Me lo pasé muy bien poniendo en escena a mujeres dinámicas, valientes, peligrosas, independientes… Un poco como son mi mujer y sus hermanas, mujeres modernas y actuales. Me parece que es algo muy actual. Si Lucky Luke está tentado a tener una relación amorosa, si está casi a punto de ceder, la mujer que lo ponga en esa situación tiene que ser estupenda, nada que ver con esas tímidas damas en apuros que se representaban antes. No creo que a Lucky Luke le convenga la mujer frágil que resultaba seductora por su debilidad, sino alguien tan valiente como él”.

Antes de que el artista se pierda por la línea del horizonte cantando aquello de “I’m a poor lonesome cowboy”, es inevitable plantearse qué opinaría Morris de este nuevo Lucky Luke del que aún no está claro que tenga continuación por los muchos proyectos que Bonhomme tiene entre manos. “Bueno, esa es la gran pregunta. No tengo ni idea. Igual lo habría detestado absolutamente, lo que es posible. Pero he intentado no pensar mucho en ello, ya que nunca sabremos la respuesta”. Nada que temer, Matthieu Bonhomme ha salido muy vivo del desafío.


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