Rusia ha vivido este martes un nuevo ataque con drones en su territorio. Aviones no tripulados han alcanzado otra base aérea, la tercera atacada —por segundo día consecutivo— y varios depósitos de combustible han sido pasto de las llamas tanto en el aeródromo de Kursk como en una planta industrial de Briansk, ambas regiones fronterizas con Ucrania. La incursión sucede a otro bombardeo este lunes —atribuido a Ucrania— en el que varios misiles que databan de la época soviética lograron penetrar casi un millar de kilómetros dentro del espacio aéreo de Rusia. Los cohetes, drones de reconocimiento diseñados hace casi medio siglo en la URSS, alcanzaron las bases de Engels (provincia de Sarátov) y Riazán, y dos bombarderos estratégicos fueron dañados en esa inesperada operación. Las autoridades rusas acusan a las fuerzas armadas ucranias del ataque del lunes y un alto funcionario de Kiev, citado por el diario estadounidense The New York Times, confirmó horas después que su país estuvo detrás de lo ocurrido. Hasta el momento no ha habido ninguna declaración sobre la autoría de las explosiones de este martes. Moscú solo ha especificado que se ha tratado de un ataque con drones.
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La planta Slava, a 80 kilómetros de la frontera con Ucrania, en la provincia de Briansk, fue uno de los objetivos de dos drones este martes. Los depósitos de ese combinado industrial ya habían estado en el punto de mira ucranio el pasado 30 de noviembre, cuando Kiev logró destruir tres tanques de combustible. En esta ocasión los depósitos no estaban llenos y el incendio no fue aparatoso, según informa la prensa rusa.
La incursión contra el aeródromo de Kursk tuvo más éxito. “Como resultado de un ataque con drones, un tanque de almacenamiento de petróleo ardió en el aeródromo de Kursk. No hubo víctimas y el fuego está controlado. Todos los servicios especiales han acudido al lugar”, anunció el gobernador de la región, Román Starovoit.
Las llamas eran visibles a gran distancia en Kursk. Según las autoridades, el fuego se propagó por más de 500 metros cuadrados, y en las labores de extinción participó incluso el servicio nacional de ferrocarril, que envió tres trenes con sendas cisternas cada uno con capacidad para 120 toneladas de agua y cinco de espumógeno de extinción de incendios.
Esta sucesión de golpes ha suscitado críticas entre los expertos militares y el sector más belicista de Rusia. “Si los ataques anteriores tuvieron más bien un efecto psicológico, esta vez el ataque fue efectivo”, ha recalcado el canal TopWar tras recordar que es el cuarto bombardeo que sufre la base aérea desde el comienzo de la guerra. “El aeródromo de Kursk es el más preparado por ser de primera línea. Hay terraplenes y una poderosa defensa aérea. Y de nuevo un ataque a las 6 de la mañana, cuando cualquier dron puede ser detectado por medios técnicos”, lamentaba el canal.
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El lunes, las críticas se dirigieron a la ineficacia del sistema antiaéreo ruso al permitir que volasen varios cohetes hasta las inmediaciones del Volga. “El golpe de la base de Engels lo dio al menos un dron soviético Tu-141 que superó casi 650 kilómetros sobre el territorio de la Federación de Rusia”, dijo el corresponsal de guerra Alexánder Kots en su canal de Telegram para subrayar que “de la frontera ucrania a Moscú hay menos de 650 kilómetros…”
Un objetivo prioritario
Los depósitos de combustible cercanos a la frontera han sido hasta ahora uno de los objetivos prioritarios de Kiev en sus ataques sobre territorio ruso. En los primeros meses de la guerra, Ucrania atacó otros tanques de este tipo en la provincia de Bélgorod, situada a unas pocas decenas de kilómetros de la segunda mayor ciudad de Ucrania, Járkov.
El gobernador de Kursk ha convocado a su comisión antiterrorista y extendido el nivel amarillo de alerta durante 15 días. “Se han cancelado las clases en dos escuelas, la de Jalino y la del pueblo Mariscal Zhukov, debido al incendio cercano al aeródromo”, anunció Starovoit.
Los aeropuertos civiles de las regiones limítrofes con Ucrania no operan desde que comenzó la guerra desatada por orden del presidente ruso, Vladímir Putin, el 24 de febrero. Debido al progreso ucranio en los combates, las autoridades de Kursk elevaron la amenaza terrorista a un nivel superior el 11 de abril, aunque desde el 19 de octubre está activo el nivel de respuesta medio, el paso previo a la ley marcial, según los nuevos criterios del Kremlin.
El presidente ruso promulgó un día antes un decreto que extiende el estado de alarma de facto por todo el país y permite imponer numerosas restricciones región por región. En el caso de Kursk, se han reforzado los controles de acceso con las zonas fronterizas y la entrada y salida a la ciudad de Kurchátov, donde está situada la central nuclear de la provincia, y ha aumentado la vigilancia en las infraestructuras de seguridad y las instituciones educativas.
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