Los humanos somos individuos, pero también un ecosistema. En nuestro interior, la mitad de las células nos pertenecen, pero la otra mitad es de una multitud de bacterias que nos habitan. Esas bacterias interactúan con nuestro organismo, nos ayudan a hacer la digestión e incluso influyen sobre nuestro estado mental. Se ha observado una composición microbiana distinta en personas con depresión y los trasplantes de heces ya se han utilizado para tratar problemas intestinales o infecciones resistentes a los antibióticos.
En los últimos años, las nuevas técnicas de secuenciación genómica han multiplicado el conocimiento de este ecosistema microscópico y las posibilidades que su conocimiento ofrece a la medicina. Una de esas últimas aplicaciones es la conocida como medicina de precisión, que busca ofrecer a cada persona tratamientos a medida. En este campo, el diagnóstico y el tratamiento del cáncer, con su gran variabilidad y la importancia de una detección temprana, tiene especial interés.
Esta semana, la revista Gut publica el trabajo de un equipo internacional de científicos que muestra que es posible detectar de forma temprana el riesgo de tener cáncer de páncreas a través de un análisis de los microbios que se encuentran en las heces. Los autores, liderados por Núria Malats, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid, y Peer Bork, del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL, Heidelberg, Alemania), encontraron una firma molecular de 27 microorganismos en muestras de heces que podría predecir aquellos pacientes de alto riesgo de adenocarcinoma pancreático ductal, el cáncer de páncreas más frecuente.
Con este tipo de test, que aún requerirá mayores ensayos para contrastar su fiabilidad, sería posible combatir un problema frecuente con el cáncer de páncreas. Aunque no es tan común como el de colon o el de mama, los síntomas que lo anuncian suelen aparecer cuando ya es demasiado tarde para eliminar el tumor con cirugía y su mortalidad es muy elevada. El análisis de las heces sería una forma no invasiva de identificar a una mayor parte de la población de riesgo para detectar sus tumores cuando aún son curables.
“La idea es que este tipo de pruebas se puedan hacer a nivel hospitalario o incluso en primaria, en programas de cribaje como se hacen con el test de sangre oculta en heces para el cáncer de colon”, explica Malats. Esto ayudaría a identificar mejor a la población con riesgo de sufrir un tipo de tumor inusual. “Ahora se utilizan criterios genéticos, identificando a personas con mutaciones raras que predisponen a esos tumores o viendo si hay una historia familiar, pero eso solo alcanza al 10% de los casos”, cuenta la investigadora del CNIO. “Hay un 90% de casos que son esporádicos y hay que definir quienes son los individuos de alto riesgo”, añade.
Para identificar la relación entre un microbioma particular y el riesgo de cáncer, los autores del trabajo que se publica hoy, estudiaron los casos de 136 personas: 57 personas recién diagnosticadas con cáncer de páncreas, 29 que tenían pancreatitis crónica y 50 que hicieron de control. A los pacientes, procedentes del hospital Ramón y Cajal de Madrid y del Vall d’Hebron en Barcelona, se les extrajeron muestras de saliva, heces y tejido pancreático para analizar su microbiota.
Con esos datos, los autores aún no saben si la presencia del tumor modificaba el ecosistema bacteriano de los pacientes o si era la composición microbiana lo que predisponía a desarrollar el cáncer, pero sospechan que la segunda opción es más probable. “El panel de 27 microorganismos es el mismo en tumores avanzados como iniciales, así que podría ser que su presencia indicase una predisposición, pero aún son todo asunciones”, reconoce Malats.
Los microbios que se encontraron en las heces de los pacientes también estaban en sus tumores y los autores quieren seguir investigando esa relación para saber qué papel tienen esas bacterias en el desarrollo de la enfermedad. Hace ya décadas que se descubrió la relación entre algunos virus y la aparición de tumores y la presencia de una bacteria como la Helicobacter pylori está detrás de algunos tipos de cáncer. “En los próximos meses y años vamos a estudiar el papel que tienen estas bacterias para así poder intervenir con probióticos o antibióticos”, afirma la investigadora del CNIO.
Rafael Cantón, Jefe del Servicio de Microbiología Clínica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, que no ha participado en el estudio, apunta que “este tipo de análisis aún no están al alcance de todos los laboratorios, pero en el futuro pueden tener interés como biomarcadores para mejorar el diagnóstico de algunas patologías, incluida el cáncer de páncreas”. Los responsables del trabajo ya han solicitado una patente para desarrollar un kit diagnóstico que detecte estos genomas microbianos en las heces.
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