El olor a humedad podrida reconcentrado se expande de inmediato con ayuda de la leve brisa en cuanto se abre la primera bolsa de plástico negro. Tres cuerpos están siendo exhumados un año después. Todavía quedan fosas por abrir después de que, en medio de intensos combates, las tropas rusas se hicieran fuertes en la corona metropolitana de Kiev a finales de febrero de 2022. Hasta 278 personas siguen hoy oficialmente desaparecidas en esta región después de que el testimonio de un vecino permitiera dar con tres hombres que él mismo había ayudado a enterrar a la entrada de un cementerio de Borodianka, a unos 50 kilómetros al noroeste de la capital de Ucrania. Este hombre escapó al extranjero y solo ahora, tras regresar, lo ha comunicado a las autoridades.
Hay, además, 197 cuerpos que siguen pendientes de identificar, según datos ofrecidos en el lugar del enterramiento por el máximo responsable de la policía de la región de Kiev, Andri Niebitov. En total, el intento fallido del ejército del Kremlin por hacerse con Kiev dejó 1.373 civiles muertos. En esta zona de los alrededores de la capital, localidades como Bucha o Irpin fueron escenario de algunas de las peores masacres cometidas por militares rusos en Ucrania.
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Las autoridades siguen buscando enterramientos como este de Borodianka. El jefe policial asegura que ahora, con el paso de los meses, la gente se siente más segura para hablar y dar detalles que sean útiles para destapar posibles abusos cometidos por las tropas del Kremlin. Por eso, “desgraciadamente”, habrá más fosas, apunta. Su previsión es que cuanta más gente regrese a sus casas tras haber escapado de la guerra, como el vecino que ha advertido de la fosa abierta este jueves, más probabilidades hay de dar con nuevos cadáveres que ayuden a detallar la dimensión de lo ocurrido. Una parte de las personas desaparecidas pudieron morir en los bombardeos de edificios que, como en Borodianka, tuvieron lugar aquellos días de finales de febrero y marzo. Tal vez no se recuperen sus restos. Otros, se sospecha que podrían seguir enterrados en lugares de los que no se tiene información.
Niebitov estima, por el momento, que unos 170 casos apuntan a crímenes de guerra cometidos por los soldados rusos en la región de Kiev. En todo caso, las investigaciones siguen avanzando y recaban nuevas evidencias en vídeos, llamadas telefónicas, testimonios vecinales u otras fuentes. Por eso, ha recordado, las autoridades disponen de mecanismos a los que pueden recurrir los ciudadanos que consideren que disponen de información que puede ser valiosa.
Tabaco, un peine o una mascarilla, entre las pertenencias halladas en la ropa del cadáver número dos, el jueves.Luis de Vega
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A mediodía del jueves en Borodianka, varios operarios extraen los tres sacos funerarios del agujero de tierra rojiza y los alinean. Una agente de la policía va tomando nota mientras, a la vez, va narrando todo cuanto sucede para que quede registrado en la cámara de vídeo con la que graba sin perder detalle un compañero. Un diente dorado, un zapato, las prendas que viste, heridas… El proceso se repite. Primero se descorre la cremallera de la bolsa negra y después se analiza el cuerpo mientras se registra bolsillo a bolsillo para tratar de localizar documentación o efectos personales que pueden ayudar a identificar a la víctima.
A los pies de cada cuerpo, un número del uno al tres. Oficialmente, ninguno tiene nombre, pero hay sospechas de quién es el número dos, según dan a entender los responsables policiales. En todo caso, hay que esperar a la confirmación forense definitiva y no avanzan a los reporteros de quién se trata. Este cuerpo fue hallado en una calle de Borodianka en la primera semana de marzo de 2022 al volante de un coche que recibió varios impactos y acabó calcinado.
Uno de los trabajadores del cementerio que colaboran en la apertura de la fosa hurga con sus guantes de goma en la cazadora que vestía la víctima en el momento de morir. Tras no hallar nada en el lado izquierdo, empieza a sacar pertenencias del derecho. Varios paquetes de tabaco, algo de dinero, un peine, una mascarilla… También, fuera de su sitio, el zapato que calzaba en el pie izquierdo. Los otros dos hombres desenterrados el jueves, los cuerpos uno —que llevaba un boli verde en la chaqueta— y tres, yacían también en esa misma localidad, víctimas de disparos.
Solo en la región de Kiev se sabe, hasta ahora, que 1.373 civiles perdieron la vida durante el periodo aproximado de cinco semanas de la ocupación rusa el año pasado, según Andri Niebitov. Unas 700 murieron por disparos de armas, unas 350 por metralla o bombardeos y el resto porque no pudieron recibir atención médica o acabaron muriendo en soledad.
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