La covid-19 cerró las aulas en todo el mundo. Las clases se trasladaron a los salones de cada familia, pero no todo lo que ocurría en la escuela se pudo también mudar a los hogares de los estudiantes. El plato de comida no llegó a todas las cocinas. En 2020, cerca de 1.500 millones de niños se quedaron sin colegio y de ellos, 370 millones, sin acceso a desayunos y almuerzos escolares, como indicaba el pasado marzo el informe El Estado de la Alimentación Escolar a Nivel Mundial 2020 del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
“¿Te puedes concentrar cuando tienes hambre? Yo tampoco”. Una niña lanza esta sencilla pregunta durante la presentación este martes de la Coalición por la Alimentación Escolar, una iniciativa internacional diseñada para garantizar que todos los escolares tengan la oportunidad de recibir una comida saludable y nutritiva para 2030. Actualmente, más de 150 millones de niños siguen sin recibir alimento y servicios básicos de salud y nutrición.
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El nuevo programa, liderado por Francia y Finlandia y respaldado por más de 60 países, entre los que está España, cuenta también con el apoyo de las principales agencias de la ONU. En una declaración conjunta, Unicef, FAO, la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unesco y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) se comprometieron a apoyar esta coalición que refuerza “el crecimiento y desarrollo de los escolares y adolescentes”. “Puede ayudar a combatir la pobreza infantil, el hambre y la desnutrición en todas sus formas“, añaden en este mismo documento.
Uno de los compromisos que se ha anunciado en la presentación de la plataforma, oficiado por la actriz y cantante malíense Inna Modja, ha sido el incremento de los almuerzos por parte del Gobierno de Ruanda, hasta 3,3 millones de estudiantes en 2021, cinco veces más que los 640.000 a los que llega ahora.
La ONU, a través de estas cinco agencias, se ha comprometido a trabajar con los gobiernos implicados para lograr los objetivos de la coalición, brindando apoyo técnico y operativo donde fuera necesario, además de abogar por la financiación y ayudar para recopilar mejores datos sobre el impacto de la escuela y sus proyectos de salud y nutrición.
La nueva iniciativa pretende llegar a 73 millones de niños que no accedían al programa de alimentación escolar antes de la covid-19. El 90% de estos estudiantes proceden del continente africano
Los escolares, según relatan los firmantes de la declaración conjunta, no son los únicos que se benefician. Los líderes de las cinco agencias señalaron que las comidas escolares pueden servir como “trampolín” para la transformación del sistema alimentario. Para las organizaciones internacionales, siempre que sea posible, la prioridad será utilizar alimentos cultivados localmente, apoyando así los mercados nacionales, lo que mejora las oportunidades para los pequeños agricultores y las empresas de catering de cada país, muchas de ellas dirigidas por mujeres. “Uno de los ejemplos de que esta simbiosis es posible la ejemplifica Camboya, donde 267 escuelas de siete provincias distintas tiene alianzas con 665 agricultores de la zona”, explica Nancy Aburto, directora ejecutiva de nutrición de la FAO.
“Este compromiso ha nacido tras la crisis provocada por la covid-19, pero estamos esperanzados porque sea el comienzo de una nueva etapa. Queremos que sea una iniciativa transformadora con la comunidad, que genere empleo y riqueza entre los pequeños campesinos; que tenga un impacto en la salud de los más pequeños, además de que se establezca una nueva relación más sostenible con la comida”, añade Carmen Burbano, directora de la división de alimentación escolar del PMA.
El personal de la escuela Purity, en el distrito de Gwembe, Zambia, prepara el almuerzo, que ahora incluye verduras cultivadas en el invernadero que construyó el PMA.Andy Higgins (PMA) (©)Restaurar las comidas escolares y llegar donde antes no
La importancia de la escuela, más allá de la enseñanza, ha quedado patente en las consecuencias, a medio y largo plazo, que han sufrido y sufren aún los escolares de todo el mundo: la explotación infantil ha aumentado en lo que va de año y la vuelta al colegio para muchos, con el cierre prolongado de los centros educativos, especialmente para las niñas, se configura casi como una utopía. “El proyecto tiene el potencial de ayudar a los países a salir de la crisis provocada por la covid, pero también que los niños regresen a las aulas; reparar el daño causado a su educación, crear puestos de trabajo a nivel local y establecer conexiones sólidas entre los pequeños productores y las escuelas. Estamos orgullosos de apoyarlo”, ha dicho David Beasley, director ejecutivo del PMA.
Pero, ¿qué hará esta coalición y cómo funcionará? El programa trabajará para restaurar las comidas escolares y otros programas de salud y nutrición que estaban vigentes previamente a la pandemia. Además, la nueva iniciativa pretende llegar a 73 millones de niños que no accedían al programa de alimentación escolar antes de la covid-19. De esta cifra, se estima que el 90% están repartidos en países de medios y bajos ingresos, principalmente, en el continente africano, entre ellos Níger, Chad, Malí, Sudán del Sur o República Democrática del Congo.
Para llegar a cubrir las necesidades alimentarias de estos 73 millones de escolares, el PMA estima que se necesitan 4.151 millones de euros (4.700 millones de dólares), de los que más de 2.600 los aportarán los distintos gobiernos desde sus presupuestos nacionales, y el resto ―1.500― deberá salir de aportaciones de la comunidad internacional a través de donaciones. “Esto no es un llamado a la acción por el dinero. Nuestro deseo es que sea una plataforma de desarrollo comunitario, pero también de sostenibilidad y resiliencia”, concluye Burbano.
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