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Una peluca, la mafia israelí y un doble asesinato: un crimen a sangre fría en Ciudad de México


Lugar del doble asesinato el miércoles en Ciudad de México.

Empezó como un crimen de celos y ha acabado tomando la forma de una vendetta de dimensión internacional. El asesinato de dos ciudadanos israelíes el miércoles en un lujoso centro comercial de Ciudad de México ha puesto el foco sobre una supuesta disputa entre la mafia israelí y la delincuencia organizada mexicana. El crimen, que ha centrado la atención del país latinoamericano, ha sido el desenlace de una historia transoceánica de huidas carcelarias, asesinos a sueldo y narcotráfico.

El suceso duró 25 segundos. El miércoles por la tarde un hombre y una mujer, al parecer con peluca, están sentados en una mesa del restaurante Hanun en Plaza Artz, al sur de la capital mexicana. Pese a la hora tardía, el elegante comedor está lleno de comensales y los camareros, de uniforme blanco, circulan por entre las mesas, según muestran las imágenes color sepia grabadas por las cámaras de vigilancia del restaurante. Pasadas las 17.00, la pareja se levanta sin prisa, las manos en los bolsillos, se acerca a una mesa próxima y dispara varios tiros a quemarropa. Los cuerpos de Benjamín Sutchi, de 44 años, y Alon Azoulay, de 41, quedan tendidos en el suelo.

Tras los disparos, el resto de comensales se echa a tierra o se esconde en la cocina, mientras la pareja agresora sale corriendo. En el exterior del centro comercial, otros dos integrantes de la banda someten a un policía y, metralleta en mano, se enzarzan en un tiroteo con otro uniformado, que resulta herido. Dos de los presuntos delincuentes escapan en un vehículo azul, que ha sido encontrado este viernes abandonado en un barrio del sur de la capital. Mientras ellos consiguen huir y todavía no han sido atrapados, la mujer, ya sin peluca, es detenida.

En un primer momento, Esperanza N., de 33 años, declaró a la Fiscalía que era una cuestión de celos, una venganza por una supuesta infidelidad. Después confesó haber sido contratada por 5.000 pesos, unos 260 dólares, para matarlos, según información filtrada a la prensa mexicana. La confesión lanzó la investigación en otra dirección: una vendetta entre bandas del crimen internacional. El portavoz de la Fiscalía local, Ulises Lara, confirmó el jueves la tesis de una acción concertada en la que habían participado al menos cuatro personas y la relacionó con “arreglos con la mafia israelí”. El secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo, ha ido más allá este viernes, al establecer un vínculo con organizaciones mexicanas y apuntar a un “ajuste de cuentas” por lavado de dinero. México cerró 2018 con un tasa de homicidios récord y la primera mitad de 2019 es el semestre más violento desde que se tienen registros. 

La historia de Benjamín Sutchi, uno de los dos hombres asesinados y viejo conocido de las autoridades policíacas mexicanas, es rocambolesca. La Embajada de Israel en el país latinoamericano confirmó el jueves que tenía antecedentes criminales en ambos países y ofreció la “cooperación necesaria” para esclarecer los hechos. Medios israelíes han vinculado a Sutchi con un intento de asesinato en 1990 en Tel Aviv, por el que fue condenado a 17 años en un centro de máxima seguridad en Israel, junto a su jefe y cómplice Erez Akrishevsky. Este último había sido detenido previamente en un mercado de Jerusalén disfrazado de judío ultraortodoxo, según el portal Ynet News. Ninguno de los dos criminales llegó a cumplir la condena; escaparon en 2001 e iniciaron un periplo por varios países latinoamericanos. 

Cuando Sutchi desembarcó en México empezó a trabajar para la comunidad judía de la capital como consultor de seguridad, según ha dicho el entonces subsecretario de Seguridad Pública de la ciudad Gabriel Regino en entrevista con El Heraldo. Al poco tiempo, el israelí volvió a la ilegalidad y se dedicó a la extorsión y al narcotráfico. En 2005 fue detenido en Polanco, el barrio acomodado de la capital donde se dedicaba a distribuir cocaína, según Regino, y fue deportado a Israel.

Tras cumplir condena, Sutchi salió de prisión a principios de 2019 y regresó a México, país en el que también residía su antiguo compañero de huida Erez Akrishevsky, según ha informado el periódico Reforma. Las autoridades mexicanas, que buscaban a este último por sus vínculos con el crimen organizado, detuvieron a Akrishevsky hace una semana en la localidad turística de Cancún, en el Caribe mexicano, y lo deportaron un día antes del asesinato de Sutchi. La cercanía de una fecha y otra también han hecho sospechar a las autoridades de una venganza del antiguo socio. 

La dimensión transnacional del asesinato ha despertado un vivo interés en México. La capital, escenario del doble asesinato, ha sido sacudida recientemente por una batería de crímenes mediáticos que ha repercutido en la percepción de seguridad de sus ciudadanos. “Lamentablemente el crimen organizado tiene hoy un carácter internacional y esto lleva a la presencia de criminales de otros países aquí en México”, ha dicho el secretario Alfonso Durazo.


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