Cuatro adolescentes de 16 años de Ourense —Amelie Carrillo, María Fernández, Noelia Losada y Laura Atrio— comparten el mismo sueño: llevar la vacuna de la covid-19 a aquellos lugares de difícil acceso, tanto por su orografía como porque no exista la red sanitaria adecuada para llegar a todo el mundo. Para conseguirlo, tienen un plan: usar drones. “Llegan rápido y a puntos donde se tardaría más con otro transporte”, explica Laura Atrio, una de las jóvenes integrantes. El proyecto puede resultar muy grande no solo para jóvenes de 16 años, sino para cualquiera. Pero sus protagonistas tienen suficientes razones para considerar que se puede desarrollar tanto en la teoría como en la práctica. Y una ayuda fundamental: la de su profesora Rocío Prieto.
La idea surgió en el santuario de Santa Maria de Lluc (Mallorca). Allí, este grupo de adolescentes, pertenecientes al 4º curso de la ESO del colegio orensano Santo Ángel, pasaron a principios de julio una semana como premio por haber ganado el reto Bigdata, uno de los que está compuesto el programa Challenge de Educaixa, y dirigido a profesores y alumnos de la ESO, Bachillerato y ciclos formativos de grado medio. Su objetivo es que los estudiantes presenten proyectos en los que consigan identificar tendencias y transformar en patrones la ingente cantidad de datos existente en la red (el big data) y convertirlos, mediante un trabajo, en algo útil para la sociedad. Una metodología basada en la participación y la cooperación que ya había conseguido poner de acuerdo y engrasar el trabajo en común de estas estudiantes.
Ese retiro —que compartieron con otro 18 equipos de estudiantes, también ganadores de otros retos del Challenge Educaixa— tenía, sin embargo, una condición: que esos días sirvieran para reflexionar, bocetar y presentar un proyecto a mayor escala en el que, textualmente, se utilizaran “los grandes avances tecnológicos que facilitan el día a día de miles de personas para mejorar la vida de los que más lo necesitan”. Durante esa semana, los equipos intercambiaron pensamientos, acudieron a charlas y se entrevistaron con empresarios y políticos. El penúltimo día, cada grupo tuvo que presentar ese nuevo proyecto, que fuese viable en la vida real.
‘Tecnología social’ para un problema acuciante
Por entonces, de lo que más se hablaba en España era de las vacunas. Durante la investigación, el equipo se dio cuenta de que África tenía una tasa de vacunación menor al 1%, mientras en España se debatía (y se debate) sobre una tercera dosis. También observaron que había muchos lotes que estaban a punto de caducar y se perderían. Esta realidad puso en alerta a las estudiantes. Así que se les ocurrió que, antes de desperdiciarlas, podían aprovecharlas y llevarlas desde España a cualquier punto de África con ayuda de los drones.
Ya en el destino, tiene que haber personal cualificado para administrarlas. “Las dosis llegarían a los centros sanitarios de las pequeñas localidades para abastecerlos. Además, en África un médico puede ir a diferentes poblaciones, hacer un censo y solicitar las vacunas que necesite. Con el dron le llegarían con mayor rapidez y sería más preciso”, explica Atrio.
Las cuatro adolescentes sostienen que de esta forma es posible trasladar en poco tiempo las vacunas y, además, llegar a lugares que de otra forma sería imposible. “Hemos visto que hay compañías en España que se dedican a transportar componentes en drones, incluso entre países, y hay otras que envían paquetería. En nuestro caso, queremos conservarlas en equipos de refrigeración y alimentar la batería por medio de placas solares para mantener su temperatura desde el vertipuerto [como se comienza a conocer a los lugares de despegue y aterrizaje de drones] hasta las zonas donde se vayan a administrar, y de esta forma ayudamos también al medio ambiente”.
El ‘ángel de la guarda’ en forma de profesora
Este espíritu emprendedor dirigido a la mejora de las condiciones de vida no inspiró a Amelie, María, Noelia y Laura de repente; durante el camino no estuvieron solas. Aunque la idea de los drones para el reparto de vacunas es suya, contaron con una aliada: su profesora Rocío Prieto. La docente estuvo en el proyecto desde el principio como guía y mentora y, sin su ayuda y orientación, no hubiera sido posible.
La historia de Prieto con la docencia comenzó hace seis años, cuando decidió dejar su trabajo en una empresa para dedicarse a la enseñanza. Química de formación, esta madrileña afincada en Galicia desde los cuatro años compaginaba ya en la universidad sus estudios con colaboraciones en distintos grupos solidarios. “Cuando alguien no tiene para pagarse una academia, hay voluntarios para ayudar a las personas sin recursos”, explica. Una de las experiencias más gratificantes de su vida, recuerda, fue cuando ejercía de voluntaria como profesora para niños que venían de otros países y tenían dificultad con los idiomas. “Lo hacían desde Marruecos, Senegal u otros lugares y necesitaban ayuda con las tareas”, rememora.
Su primer paso tras licenciarse la llevó al sector empresarial. “Cuando acabé la carrera, me salió un puesto de trabajo donde vivía y le di una oportunidad para conocer el mundo industrial. La experiencia me gustó”, explica. Aunque siempre quiso dedicarse a la enseñanza, la ilusión por comenzar su vida laboral y la cercanía del puesto a su familia y amigos finalmente desviaron su camino. Entonces, puso su vida en piloto automático.
“La rutina te llena el día a día y te dejas llevar. Si no me hubiera quedado encinta no hubiese dado ese cambio”, resume Prieto su paso a la docencia
Pasaron 10 años y Prieto supo que estaba embarazada. Fue entonces cuando pudo parar y replantearse su vida. “Yo estaba contenta, la rutina te llena el día a día y te dejas llevar. Si no me hubiese quedado encinta no hubiese dado ese cambio.”, reconoce. Cuando estaba en una empresa química no podía darse ese tiempo, pero cuando nació su hija se tomó un descanso para pensar si realmente estaba donde quería. “Siempre he dicho que ella me dio ese empujón que no tuve antes”, afirma.
Finalmente, llegó la oportunidad. El destino quiso que el mismo colegio donde estudió, el Santo Ángel (Ourense), anunciase que disponía de una plaza libre. Se trataba de un puesto para la nueva asignatura de Tecnología. Lo que más quería era devolver a los jóvenes la experiencia que había acumulado estos años. Se presentó y desde entonces ejerce como profesora de Ciencias. Su objetivo era, y es, llevar su experiencia a las aulas, servir de puente. Así que desde el principio propuso a sus alumnos una serie de retos en los que pudieran aplicar lo aprendido en clase con el mundo real. Algunos los inventaba ella, en otros había que presentarse a algún concurso.
El 9 de noviembre, fecha clave
Desde que imparte clases, ella y sus alumnos han ganado distintos premios, entre ellos las dos últimas ediciones del reto Bigdata de Educaixa; la última, la lograda por estas cuatro jóvenes que, tras el verano, pasaron a convertirse en sus exalumnas, ya que el colegio Santo Ángel no imparte Bachillerato. Sin embargo, todas esperan, junto a Prieto, la fecha del 9 de noviembre. Ese día sabrán si forman parte del programa Next de Educaixa, una mentoría que dura un año académico al que han presentado su proyecto de vacunas y drones, y que les ayudaría a desarrollarlo.
Aunque, para su presentación al programa Next, Prieto moduló primero las ambiciones de sus cuatro exalumnas, haciéndoles entender que había que comenzar por algo más pequeño. Por ello, se les ocurrió aplicar la idea a su ámbito geográfico: “Hay núcleos en España que se encuentran aislados y allí viven personas mayores que se quejan de que tienen que esperar muchas horas o coger un autobús para recibir ayuda, y eso les removía”, explica la docente.
Un año después, Prieto las guía para que algún día el sueño se haga realidad. “Gracias a mi experiencia en la empresa privada puedo ayudarlas a encontrar las herramientas necesarias para desarrollarlo”, explica la profesora. Lo que más la motiva es ver el interés con el que las cuatro se han tomado el proyecto desde el principio. “Nos hace falta estudiar, pero dedicaremos el tiempo libre a continuar con esta idea. También nos falta edad, los contactos y las personas que se interesen”, reconoce Laura Atrio. Una experiencia que va acorde con la vocación de todas. “Me encantaría estudiar Medicina porque me gusta ayudar a la gente y el tema de la salud me apasiona mucho”, asegura.
Porque este proyecto se trata de eso: de ayudar a quienes lo necesitan. Es lo que hizo Prieto durante todo el proceso para que les sirviera de ejemplo. Por eso, las cuatro adolescentes, y el resto de compañeros, tienen a la docente en gran estima. “Es muy buena profesora. Siempre nos ha apoyado en todo y ha sido la persona que más nos ha impulsado y siempre ha confiado en nosotras”, reconocen. Sobre todo, destacan que es una amiga. Lo que más hace sentir orgullosa a Prieto es, precisamente, que aún sigue en contacto con antiguos alumnos, y para ella, la felicidad consiste en saber que una parte de lo que hoy son, lo son gracias a sus retos.
Cómo usar el ‘big data’ para analizar el entorno
El reto Bigdata ganado por Amelie Carrillo, María Fernández, Noelia Losada y Laura Atrio y tutelado por la docente Rocío Prieto, del colegio Santo Ángel de Ourense, es uno de los que forman parte del programa Challenge de Educaixa, de la Fundación La Caixa.
En su última convocatoria, el tema propuesto fue El impacto del covid en nuestro entorno más cercano. Para realizarlo, se entregó a cada equipo diferentes hojas de cálculo. Estos datos incluían información de los sectores de servicios, agricultura e industria, y de ellos tenían que extraer sus conclusiones. “Nos trajeron una tabla de Excel con una cantidad de datos inmensa y nosotras no teníamos grandes conocimientos del programa. Se nos hizo muy complicado al principio”, explica Atrio.
Tras el análisis y cribado de los datos, este grupo de estudiantes presentó un proyecto titulado Tres olas de separación de nuestros seres queridos, y tenía como objetivo analizar las consecuencias de la covid-19 en su entorno y los efectos en su círculo cercano. Finalmente, este trabajo fue uno de los elegidos de entre los cerca de mil que se presentaron. “Para llevarlo a cabo nos ayudó mucho hablar con nuestras familias y conocidos. Algunos de los padres de nuestros amigos trabajan en estos sectores y permanecen en ERTE debido a la pandemia”, relata la alumna.
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Créditos
Redacción: Alfonso Álvarez-Dardet
Fotografía Óscar Corral
Diseño: Belén Daza
Desarrollo: Rodolfo Mata
Coordinación editorial: Francis Pachá
Coordinación diseño: Adolfo Domenech
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