Siete nuevas producciones de ópera, cuatro invitadas, cuatro en versión concierto y tres espectáculos de danza. El Teatro Real de Madrid desafía al coronavirus con una programación para la temporada que viene tan ambiciosa como la que tenía pensada antes de que estallara la pandemia, con pocas variaciones sobre lo previsto y un aperitivo en julio con el estreno de La Traviata, el último título que había previsto antes de las vacaciones de verano, que se recuperará con parte del reparto original aunque con un formato reducido, es decir, con poca escenografía para dar el mayor espacio posible a los cantantes.
“Es un primer paso al frente, un acto de conquista de la normalidad. La normalidad no va a aparecer por sí sola, tenemos que crearla nosotros”, ha proclamado el director artístico de la institución, Joan Matabosch, durante la rueda de prensa celebrada esta mañana de manera presencial y simbólica en el escenario del coliseo, como escenificación de esa voluntad de la institución de ser avanzadilla en la reconstitución de la actividad escénica en España. “Nos proponemos devolver al Teatro Real esa vida que la pandemia ha amenazado con quitarnos a todos”, ha señalado en la misma dirección Gregorio Marañón, presidente del patronato.
La presentación se ha desarrollado en la parte trasera del escenario, pues en la zona delantera aún está montada la escenografía de Aquiles en Esciros, la producción que tuvo que cancelar su estreno el pasado 17 de marzo, una especie de gruta rococó que los asistentes -previa desinfección y toma de temperatura en la entrada- han tenido que atravesar como quien cruza temeroso un umbral hacia una dimensión desconocida: una nueva era en la que los teatros de todo el mundo tendrán que “reinventarse”, ha reconocido Matabosch, aunque no ha querido dar detalles todavía de cómo se va a hacer eso ni de cómo se van a desarrollar las representaciones de La Traviata.
“No podemos aventurar ni siquiera con qué aforo lo podremos hacer porque esto cambia cada día. Nos adaptaremos a las condiciones sanitarias y de seguridad que correspondan en ese momento”, ha dicho el director artístico. “Es complicado, lo sabemos. Pero estamos seguros de que podremos superarlo con imaginación, ganas y todos los recursos a nuestro alcance”, ha insistido. Lo que sí se sabe, según fuentes de la institución, es que no habrá mucho más de una semana de ensayos presenciales para los cantantes y otra para la parte musical.
En su presentación de la nueva programación, Matabosch ha destacado como joyas de la temporada las nuevas coproducciones internacionales en las que participa el Teatro Real. Dos de ellas tendrán su estreno absoluto en el coliseo madrileño: Rusalka, de Antonin Dvorak, en noviembre; y Peter Grimes, de Benjamin Britten, en abril. De Rusalka, Matabosch ha subrayado que es una ópera que no se escucha en este coliseo desde hace cien años. De Peter Grimes, que la dirigirán Ivor Bolton en la parte musical y Deborah Warner en la escénica, el mismo equipo que en 2017 puso en pie otro título de Britten, Billy Budd, uno de los títulos más aplaudidos de esta institución en los últimos años.
Otra coproducción importante, aunque ya no de estreno mundial, es Lessons in Love and Violence, de George Benjamin, que se presentará en abril. Con ella el coliseo continúa su apuesta por producir todas las obras de George Benjamin, en este caso solo dos temporadas después de su estreno absoluto, con dirección de orquesta de Josep Pons y puesta en escena de Katie Mitchell, “una de las grandes damas del teatro británico junto con Deborah Warner”. Matabosch ha destacado también la ópera bufa Viva la Mamma!, una revisión de Le Convenienze ed Inconvenienze Teatrali, de Donizetti, con una puesta en escena hilarante de Laurent Pelly y el atractivo de ver a Carlos Álvarez cantando travestido el papel de mamma. Y Norma, de Bellini, producción en solitario del Teatro Real pensada para salir de gira enseguida.
Habrá también dos estrenos mundiales de compositores españoles: Marie, de Germán Alonso, con libreto y dramaturgia de Lola Blasco, que se presentará en el Teatro de la Abadía; y Tránsito, con música y libreto de Jesús Torres, que se verá en Naves Matadero.
Las producciones invitadas son títulos muy populares. Abrirá la temporada en septiembre Un ballo in maschera y la cerrará Tosca en julio de 2021. Entre medias, Don Giovanni, con puesta en escena de Claus Guth, y Siegfried, tercera parte de El anillo del nibelungo, de Wagner, que el Real está ofreciendo íntegra, con un título por temporada, siempre con dirección de escena de Robert Carsen y Pablo Heras-Casado en el foso.
En el apartado de danza se verá una canónica Giselle del Ballet de Múnich, un programa de estreno de la Compañía Nacional de Danza y un estreno absoluto del Real Ballet de Flandes, una nueva versión de la obra In memoriam, concebida por su director, Sidi Larbi Cherkaoui.
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