El tiempo parece moverse lentamente en la tierra agrietada y seca del Altiplano boliviano, donde una pareja de ancianos quechuas, Virginio y Sisa, llevan una humilde rutina. Cuando aparece su nieto Clever, Virginio se da cuenta rápidamente de que está allí sólo para convencerles de que se trasladen a la ciudad. El hecho de que la sequía les haya dejado sin agua no les ayuda a quedarse. Mientras tanto, la pesada respiración de Virginio delata su capacidad para ocultar lo que le aqueja. De repente, el ritmo lento del tiempo se vuelve precioso. ¿Seguirán los pasos de otros quechuas y dejarán su hogar por la ciudad?. Bajo esta premisa se presenta la película Utama, que significa “nuestro hogar” en aymara, la ópera prima del director boliviano Alejandro Loayza, y que ha sorprendido en la reciente edición del Festival de Sundance al llevarse el premio del jurado en la sección internacional.
Esa idea se juntó con una serie de viajes para la realización del documental Planeta Bolivia, donde el director comienza a generar interés por cómo viven otros compatriotas en el país, por tratar de comprender su realidad y obtener una nueva perspectiva de Bolivia. Esos viajes junto a su hermano, Santiago Loayza –que también es productor del filme–, y su padre, Marco Loayza –reconocido director boliviano–, le permitieron encontrar las locaciones para su película. “Fue en un viaje que hice junto a Conservación Internacional que vi el municipio de Santiago de Chuvica e inmediatamente llamé a mi hermano, porque esa vez no me estaba acompañando. Le dije: ‘Santi tenemos la locación, aquí tenemos que filmar”, afirma el director de Utama.
Fue en ese proceso de selección de locaciones que conoció a la pareja de actores, José Calcina y Luisa Quispe, dos octogenarios quechuaparlantes que dieron vida a la película, junto a Sebastián Choque como Clever. Daniel Maydana y Estanislao Quispe fueron el nexo de Loayza con las personas de la comunidad para el casting. Al inicio, los dos protagonistas no se mostraron interesados en participar. Curiosamente Estanislao es sobrino de la pareja, que no tenía experiencia previa en la actuación, y quien, según cuenta Loayza, “jugó un papel muy importante” para convencerlos finalmente. “El proceso ha sido maravilloso, la verdad sobre todo es que nos hemos divertido mucho. Son personas muy generosas y muy comprometidas, así que dieron lo mejor de ellos para la película. Es algo por lo que voy a estar totalmente agradecido siempre”, agrega el director.
Detrás de cámaras de la película ‘Utama’.alpha violet / ALMA FILMS
En medio de la historia de amor entre Virginio y Sisa, Loayza aborda otras temáticas como el cambio climático y el efecto en la búsqueda de recursos que ya son finitos como el agua; además de consecuencias que van de la mano de esta problemática, como la migración de las personas de áreas rurales a la ciudad debido a la afectación de sus actividades económicas para sobrevivir. Este tipo de realidades son “historias urgentes que hay que conocer”, afirma Loayza, porque se sigue viendo al cambio climático como un problema a futuro en el que se responsabiliza solamente a los poderosos que se encuentran fuera de las fronteras.
“Bolivia tiene también su responsabilidad de cómo definir su futuro medioambiental. Es muy importante conocer qué está pasando con la deforestación en Bolivia, que está pasando con la desertificación, qué pasa con la suministración de agua de muchos lugares. Este tipo de realidades hacen que uno esté alerta, porque si no de aquí a unos pocos años van a ver zonas en Bolivia donde no va poder vivir nada ni nadie”, dice Loayza.
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Para el director, Utama es también una película sobre resistir y de no olvidarse de dónde venimos, tratar de preservarlo, luchar por ello, “para saber a dónde vamos”. En la filmación recuerda una escena en la que se graba una discusión en la comunidad sobre qué decisión tomar y una de las personas dijo “hermanos, no nos podemos ir porque si no nuestra tierra quedará silenciada”. “Me pareció una frase muy poética y obviamente está en la película. Si tu tierra queda silenciada, no hay quién cuente esa historia, entonces muere. Todos estamos de paso en este mundo, pero dejamos un legado y dejamos una huella, entonces es cuestión de decidir qué huella quieres dejar y dónde dejarla”, precisa Loayza.
Esta lucha que Virginio, el personaje de Calcina, sostiene frente a la nada y la desolación de los parajes altiplánicos, frente al olvido, es un aspecto que la directora de fotografía, la uruguaya Bárbara Álvarez, supo transmitirlo “de la mejor manera”, según Loayza. La realizadora uruguaya trabajó previamente con Lucrecia Martel (La mujer sin cabeza, 2008) y Matías Bize (La vida de los peces, 2010, ganadora del premio a mejor película extranjera en los Goya), entre otros filmes. Su trabajo fue uno de los aspectos que la crítica destaca de Utama por la estética de tipo western que le imprimió a este drama familiar.
La producción de la película, durante las grabaciones en el Altiplano boliviano.alpha violet / ALMA FILMS
Loayza buscó transmitir la sensación de quietud, de terrenos vastos y desolados. Fue ahí donde algunos elementos visuales del western se encontraron con el paisaje altiplánico. El director sabía que estaba jugando a acercarse al género, pero no tan directamente. “No hay una cámara en la que entre semejante desolación y amplitud en un cuadro cinematográfico. Tomamos decisiones que nos llevaron a tener el cuadro lo más amplio posible. Bárbara es una de las mejores de Latinoamérica y fue un lujo contar con ella. Entendió la película que yo quería contar, entendió el lenguaje que yo quería manejar. Teníamos la misma sensación de los personajes y su relación con el paisaje. El resultado es lo que queríamos y eso es lo importante”, finaliza el director.
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