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Valeri Zaluzhni, el hombre del que depende el futuro de Ucrania

EL PAÍS

El enemigo número uno de Rusia no es Volodímir Zelenski. Si hay alguien a quien Moscú querría hoy liquidar en Ucrania, ese es Valeri Zaluzhni. La agencia estatal de noticias rusa Tass publicó la semana pasada que el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania había sufrido una grave herida en la cabeza tras un bombardeo en un cuartel en el frente de Jersón. Las redes sociales rusas estallaron en júbilo. Zaluzhni se deja ver públicamente con cuentagotas. La propaganda rusa justificaba su ausencia como una señal de que habían dejado al mayor héroe de Ucrania fuera de combate. Pero Zaluzhni resucitó pocos días después, también desde las redes, para dejar claro que seguía de una pieza y listo para liderar la inminente contraofensiva que debe marcar el futuro de la guerra.

En Ucrania solo hay una persona que pueda compararse en popularidad con el presidente, y ese es Zaluzhni. Zelenski es el primer político que se ha ganado un respeto abrumador entre la población de un país acostumbrado a la bronca política, a menospreciar a sus dirigentes como unos corruptos, marionetas del poder económico de los oligarcas, pero también de Rusia. El presidente ganó holgadamente en 2019 y su partido obtuvo luego una mayoría absoluta parlamentaria. Zelenski ganaría hoy las presidenciales todavía con más fuerza, según las encuestas, porque no solo no huyó cuando parecía que Kiev podía caer en manos rusas, sino que se ha puesto al frente de una sociedad unida por primera vez bajo un claro sentimiento ucranio.

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Pero una cosa es ser respetado y otra es ser admirado. Y Zaluzhni es admirado. “Es mi ídolo, damos gracias a Dios por habernos dado a este hombre, es en él en quien confiamos nuestra victoria”. Así habla Vladíslav Fadeev, alcalde de Vatutine, pueblo de 1.200 habitantes de la provincia de Járkov, en el este del país. El pleno del Ayuntamiento aprobó el pasado febrero cambiar el nombre del municipio por el de Zaluzhne. La noticia corrió como la pólvora, la de un pueblo fundado en 1948 que renunciaba a su nombre, en honor al general soviético Nikolai Vatutin, héroe de la II Guerra Mundial, por el de Zaluzhni.

“Cada era tiene sus héroes, y nosotros debemos adaptarnos al momento actual de la historia”, afirma Fadeev. No todo el mundo lo tiene claro en Vatutine. “Lo deberíamos haber votado los vecinos, porque esto será un embrollo, habrá tantos pueblos en Ucrania rebautizados en honor a Zaluzhni”, explica Alexandra Tridub, de 36 años, que paseaba el viernes a su bebé por las calles de este bucólico pueblo. “A mí me cae bien Zaluzhni, pero ya hay dos Vatutine en Ucrania y muchas veces los de correos se confunden. Pues con Zaluzhni, cada región tendrá un pueblo con su nombre”.

El cambio toponímico lo debe aprobar previamente el Instituto Ucranio de la Memoria Nacional y finalmente, el Parlamento, según resume el alcalde. La estratagema que ha encontrado el Ayuntamiento de Vatutine para superar un posible veto —ante un futuro exceso de Zaluzhnis en el mapa—, es que oficialmente registrarán el nombre como Zaluzhne, que en ucranio puede significar “más allá de los campos”. ¿Y por qué no llamarlo Zelenski? Fadeev afirma que seguro que habrá muchos pueblos con el nombre del presidente en el futuro tras la guerra. Pero no en Vatutine.

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¿Qué otro general ucranio podría dar nombre a Vatutine? Natalia Hakonenko admite que no tiene respuesta para esta pregunta mientras compra semillas para su huerto en el único colmado abierto en el pueblo. “No conozco a otros generales porque de política prefiero no opinar”, se excusa Hakonenko. Sus palabras coinciden con la reflexión que hizo en mayo a este diario el jefe de gabinete de un miembro del Estado mayor ucranio: “Un general en Ucrania no solo tiene un peso militar, también político, y no solo tiene enemigos militares, también tiene enemigos políticos”. En un país altamente militarizado es frecuente que los oficiales de alto rango salten a la política.

A Zaluzhni lo nombró Zelenski en 2021 para el cargo de comandante en jefe con la misión de modernizar las Fuerzas Armadas del país, alejándolas del modelo jerárquico y rígido soviético. ha consultado a un militar de alto rango próximo a Zaluzhni y a un diputado de la Rada [la cámara legislativa] en estrecho contacto con varios miembros del Estado Mayor, el órgano que reúne a los principales comandantes de las Fuerzas Armadas. Ambas personas, que prefieren hablar desde el anonimato, coinciden en que el presidente y el comandante en jefe reman en el mismo barco, pero eso no quita que haya diferencias entre ellos. Y las diferencias, indican, son no tanto con Zelenski como con el equipo del presidente. En concreto, con su mano derecha, Andrii Yermak. Por ejemplo, según estas fuentes, jefes de Estado y de Gobierno han planteado entrevistarse con Zaluzhni, pero la oficina del presidente ucranio, su único superior, lo habría descartado.

Zaluzhni solo ha concedido tres entrevistas en los 15 meses de guerra, dos a revistas internacionales —Time y The Economist— y una audiovisual con el periodista ucranio Dmitro Komarov. Esta última, hecha pública el pasado mayo, muestra a una persona telegénica, buen orador y que sabe tocar la fibra de la ciudadanía con una expresión humilde y al mismo tiempo poderosa. Si hay alguien que pudiera hacer sombra a Zelenski, ese es Zaluzhni. Nada indica que el general lo quiera, aunque no es una idea descabellada: en una visita este sábado de este diario a una posición militar que vigila los límites entre la provincia de Járkov y Rusia, los soldados allí apostados, preguntados por Zaluzhni, incluso contemplaban la idea de que unas futuras elecciones presidenciales, su comandante en jefe se presentara. “Cuando vi la entrevista con Komarov, descubrí a alguien humanamente excepcional, más allá de lo militar”, recuerda Ruslan, un soldado de una patrulla de fronteras, “no sé si sería buen político, pero tiene madera para conectar con la gente”.

En contadísimas ocasiones ha querido Zaluzhni dar su opinión sobre decisiones políticas, pero cuando lo ha hecho, ha marcado el terreno. El pasado diciembre dio apoyo en un comunicado a un proyecto de ley que endurecía las penas contra los desertores. Zelenski no tenía otra opción que firmarlo. El comandante en jefe solo ha sido una vez motivo de polémica política. La Rada publicó el pasado enero una foto de Zaluzhni con un cuadro de Stepán Bandera, líder de extrema derecha ucranio durante los años 30 y 40, mito del nacionalismo más radical. Las protestas del Gobierno polaco, aliado prioritario de Ucrania, forzaron que el Parlamento retirara el mensaje y la fotografía.

Zelenski y Zaluzhni partían de posiciones diferentes cuando empezó la invasión. Mientras que el presidente descartaba un ataque ruso hasta el último momento, el comandante en jefe lo daba por hecho. “Llevábamos ocho años en guerra, sabíamos que esto sucedería, llevamos ocho años preparándonos para esto”, afirmaba Zaluzhni en la entrevista con Komarov. En 2014 dio inicio la guerra en Donbás y la anexión unilateral de Crimea por parte de Rusia. En la primera entrevista que concedió, con Time, Zaluzhni detalló cómo en las semanas previas a la invasión fue preparando la defensa de Kiev en completo secreto.

Zelenski llegó al poder prometiendo un diálogo con Rusia para terminar la guerra en Donbás. En marzo de 2022, cuando la invasión solo llevaba unas semanas en marcha y Kiev estaba sitiada, el presidente seguía ofreciendo diálogo a Putin. Las fuentes consultadas por afirman que Zaluzhni hizo en esos primeros compases de la guerra un gran esfuerzo por convencer a la oficina presidencial de que se podía resistir y dar la vuelta a la situación.

En las entrevistas con militares en el frente son habituales las declaraciones de confianza inquebrantable en Zaluzhni, algo que no sucede con Zelenski. En la defensa numantina de la ciudad de Bajmut, en el este, una batalla que dura más de ocho meses, han sido recurrentes las críticas contra Zelenski por parte de militares ucranios, porque le han considerado el principal responsable de una lucha que ha causado miles de bajas sin resultados aparentes. Pero la realidad es que Zaluzhni ha dejado claro que la resistencia en Bajmut es una decisión suya.

“A mí me gustaría que Zelenski mantuviera en el cargo a Zaluzhni”, decía en mayo Olga Muja, una vecina de Ostriv, una aldea en la provincia de Zaporiyia. entrevistó a Muja en un viaje por todo el frente de guerra. Ostriv se sitúa en la orilla occidental del río Dniéper, frente a la central nuclear de Energodar, ocupada por los rusos. Muja tiene 66 años y está jubilada. Dice que no sabe nada de cuestiones militares pero tiene una fe ciega en el comandante en jefe. Sobre Zelenski, su primera reacción fue un silencio mientras ladeaba la cabeza. Finalmente, acertó a decir que, a diferencia de otros, él no huyó cuando empezó la guerra y se ha mantenido al frente del país, sobre todo ganando apoyos internacionales. “Creo que tenemos suerte de tener a ambos liderando el país, cada uno con su responsabilidad”, opinaba Hakonenko desde Vatutine, la futura Zaluzhne. “Uno gobierna a la población y el otro defiende el país, y los resultados demuestran que forman un buen equipo”, añade Fadeev.

Zelenski se dirige cada día a la ciudadanía y Zaluzhni lo hace con cuentagotas, pero cuando lo hace, la inyección de moral para la opinión pública es extraordinaria. Así sucedió cuando el 27 de mayo publicó en sus redes sociales un vídeo patriótico anunciando que todo estaba listo para lanzar la esperada contraofensiva, y así fue también en la entrevista con Komarov. “Requerirá tiempo pero liberaremos la península de Crimea, Donetsk y Lugansk, no tengo ninguna duda, sé lo que necesitamos”, reiteró el comandante en jefe. El periodista respondió que para millones de ucranios, esas palabras eran su mayor mensaje de esperanza.

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