Revisa aquí el “Balance de las tendencias democráticas en América Latina y el Caribe antes y durante la pandemia de la COVID-19”.
Este año, más de la mitad de las democracias latinoamericanas han retrocedido en materia de estándares democráticos y de derechos humanos, exacerbados por medidas tomadas en respuesta a la pandemia de la Covid-19.
Por ejemplo, el uso de los militares para hacer cumplir los estados de emergencia, el uso excesivo de la fuerza policial, la disrupción de las elecciones, la restricción de la información y la aplicación de medidas drásticas contra la libertad de expresión son las principales preocupaciones, de acuerdo con el informe “Balance de las tendencias democráticas en América Latina y el Caribe antes y durante la pandemia de la COVID-19”.
Aunque la mayoría de las medidas ante la pandemia están justificadas en esta crisis global sin precedentes, 12 de las 19 democracias de la región han implementado restricciones que fueron ilegales, desproporcionadas, indefinidas, o innecesarias.
Apuntó que en El Salvador y Nicaragua los poderes ejecutivos están recurriendo a las Fuerzas Armadas para intimidar a sus rivales políticos bajo el pretexto de la pandemia.
En el caso de México, en las fronteras con Guatemala y Estados Unidos, las organizaciones de derechos humanos han denunciado la situación de los migrantes detenidos, citando el hacinamiento de los centros de detención y las deplorables condiciones para adultos y niños.
En Brasil –país que tiene la mayor cantidad de medidas a monitorear según el Monitor Global de la COVID-19 sobre la
Democracia y los Derechos Humanos de IDEA Internacional– han aumentado las fricciones entre el gobierno nacional y los gobiernos subnacionales por las medidas de restricción tomadas para contener la pandemia.
Con relación a la libertad de expresión y de prensa, en la región se han sufrido numerosos ataques y restricciones durante la pandemia de la COVID-19. Apuntó que en Venezuela y Cuba se ha detenido y sancionado a periodistas y médicos, en Argentina se reportó el inicio de una docena de procesos penales por “intimidación pública” contra personas que difundieron información relacionada con la pandemia, y en Brasil, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y México medios de comunicación han recibido ataques verbales de jefes de Estado por informar sobre la pandemia.
“Con todo, y a pesar de los crecientes desafíos para la democracia durante la pandemia, la ciudadanía y las instituciones democráticas han luchado contra las tentaciones antidemocráticas. Pese a las severas restricciones que la pandemia ha impuesto a los calendarios electorales, algunos ejemplos han demostrado la resiliencia electoral en la región. Se han celebrado 8 elecciones nacionales según lo programado en América Latina y el Caribe, mientras que 3 fueron pospuestas y luego realizadas. Esto demostró que es posible celebrar procesos electorales con integridad aún en circunstancias difíciles, garantizando el ejercicio de derechos políticos, graficado en los altos niveles de participación, como lo fue en los casos de las elecciones municipales de Uruguay y el plebiscito constitucional de Chile”, destacó.
Agregó que la pandemia ha puesto de relieve la necesidad de contar con mecanismos especiales de votación y protocolos sanitarios para responder a la crisis. De esta forma, procesos electorales como los de Bolivia y Chile representaron una posibilidad concreta para actuar ante las demandas sociales y profundas crisis de legitimidad.
Resaltó que en el caso de Bolivia las elecciones han vuelto a poner al país en un camino democrático, aunque aún cargado de
fragilidad ante un contexto político polarizado. En contraste, en Venezuela se llevaron a cabo elecciones de la Asamblea Nacional con un gran ausentismo y enfrentado a críticas de diversas entidades internacionales y Estados que cuestionan la legitimidad del proceso.
“Para nuestra región, las consecuencias del coronavirus han sido desastrosas”, consideró Daniel Zovatto, director para América Latina y el Caribe de IDEA Internacional.
“El COVID-19 golpeó con fuerza a nuestra región, que ya antes de la pandemia presentaba una combinación letal de Estados débiles, sistemas de salud frágiles, baja calidad institucional, y altos niveles de desigualdad, informalidad, y pobreza”.
“No basta con proteger a la democracia, debemos también repensarla y fortalecerla, avanzando a una democracia más inclusiva, resiliente, de mejor calidad y de nueva generación”, concluyó Zovatto.
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