El reloj comienza a correr en una puesta en marcha el día en que se abren las puertas. Independientemente de las luchas o el éxito de una empresa joven, tarde o temprano se plantea la cuestión de cuándo, cómo o si vender la empresa. Posiblemente sea la pregunta más importante a la que se enfrentará un emprendedor.
Para los fundadores que autofinanciaron (iniciaron) su puesta en marcha, una sala de juntas llena de factores adicionales entra en juego. Algunas son las mismas que las de las empresas financiadas por inversores, pero muchas son únicas.
Pon la felicidad en el centro de la decisión y deja que tu intuición, los instintos que te convirtieron en la persona que eres hoy, sean tu guía.
Después de 18 años de llevar una empresa de software de BI a un negocio que ahora sirve a 28.000 empresas y tres millones de usuarios en 75 países, esto es lo que he aprendido sobre mí, mi empresa, el espíritu empresarial y sobre cuándo agarrar ese anillo de bronce.
Rentable o quiebra
Iniciar una empresa de software a 7,900 millas al suroeste de Silicon Valley requiere un poco de previsión y no una pequeña locura. Cuando abrimos, no se nos ocurrió que uno pudiera tener una idea y luego llamar a la puerta de alguien y pedir dinero.
Bootstrapping nos obligó a ser un poco más creativos sobre cómo construir nuestra empresa. Al principio, fue una distracción para el crecimiento, porque estábamos realizando otras actividades generadoras de ingresos como consultoría, trabajo de desarrollo, todo lo que pudiéramos encontrar para mantenernos a flote mientras construíamos Yellowfin. Significaba que no podíamos estar 100% concentrados en nuestra idea.
Sin embargo, también significó que teníamos que generar ingresos de nuestra nueva empresa desde el primer día, algo que las empresas financiadas no tienen que hacer. Nunca llegamos a la mentalidad de que estaba bien gastar mucho dinero en efectivo y luego cruzar los dedos y esperar que funcionara.
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