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Venezuela emite un billete de un millón de bolívares que solo vale 50 centavos de dólar

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y su esposa, Cilia Flores, el pasado 12 de enero.MANAURE QUINTERO / Reuters

La desconcertante economía venezolana sigue dando traspiés en medio de la dolarización informal y la escasez de efectivo. El Gobierno de Nicolás Maduro anunció el viernes la emisión de un nuevo cono monetario con la incorporación de tres nuevos billetes de 200.000, 500.000 y 1 millón de bolívares. Por primera vez en Venezuela habrá denominaciones tan altas. El anuncio le correspondió al Banco Central de Venezuela, que publicó un tuit con la imagen de los tres nuevos billetes, con un diseño exactamente igual entre sí y a otros ya existentes, diferenciados únicamente por el color y la denominación.

En agosto de 2018, Venezuela hizo una reconversión monetaria y quitó cinco ceros al bolívar. Entonces el billete de mayor denominación era el de 500 bolívares soberanos, equivalentes a unos nueve dólares. Ahora, el billete de mayor denominación, el de un millón de bolívares representa apenas 50 centavos de dólar, una moneda en Estados Unidos. La hiperinflación que ha incendiado la economía venezolana desde 2017 hace que esos tres billetes juntos no compren un kilo de harina de maíz. Juntos tampoco compran un dólar. La medida busca, sin embargo, resolver la falta de billetes de bolívares, necesarios todavía para transacciones básicas como viajar en transporte público. Es un paliativo temporal para postergar una nueva reconversión que implique una nueva devaluación.

Las finanzas cotidianas de los venezolanos, a la vuelta de dos años de la última reconversión, vuelven a complicarse por los montos imposibles de leer. La máquinas registradoras de los comercios no tienen capacidad para procesar tantos ceros, por lo que nuevamente se ha hecho común tener que pagar un mercado de unos pocos productos para una semana, que pueden salir en más de 100 millones de bolívares, en varias operaciones. Obtener el dinero en efectivo necesario para pagar el traslado en autobús de la casa al trabajo supone ir al banco dos días, por las restricciones que aplican para la entrega de billetes.

Los bancos entregan un máximo de 400 mil bolívares diarios en taquilla y los cajeros electrónicos, en su mayoría, están fuera de servicio en el país. Los que funcionan entregan mucho menos billetes.

La presión por la escasez de efectivo ha ido disminuyendo a medida que el dólar gana terreno en una dolarización informal que también trae problemas en las transacciones diarias, como la falta de efectivo en esa moneda para dar vuelto. Pero el fenómeno de la escasez de bolívares en físico no se detiene por la cantidad de dinero sin respaldo que ha inyectado el Gobierno de Maduro a la economía para cubrir el gasto público y el pago de bonos a los trabajadores públicos y pensionistas; una forma de compensar el salario mínimo, que está por debajo de un dólar mensual. Es el resultado de una economía totalmente postrada que se ha reducido dos tercios en siete años, y que ha visto minados sus ingresos por la caída de la producción petrolera y las sanciones internacionales que dificultan la comercialización del escaso crudo que produce el país. De cada 100 bolívares que circulan en el sistema financiero venezolano, solo 1,9 está en efectivo y el resto se encuentra de forma electrónica en depósitos y transferencias, según el análisis de la firma Econométrica.

La ampliación del cono monetario es cuanto menos un paso atrás en la senda que venía trazando Maduro hace semanas cuando anunció sus intenciones de implementar una economía digital en respuesta a la hiperinflación del bolívar. “Avanzaremos hacia la apertura de las cuentas que nos permita regularizar, fortalecer y dinamizar nuestra moneda”, dijo en enero, cuando reconoció que la dolarización se había convertido en una “válvula de escape”. El líder chavista también anunció recientemente la incorporación de puntos de pago electrónico en el transporte, prácticamente el único servicio que se paga con billetes, así como el alza de las tarifas de los servicios congeladas durante años de controles.

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