La misión de observación electoral de la Unión Europea tiene en sus manos el futuro inmediato de una nación. El informe que se desprenda de los 130 observadores que se repartirán el domingo por toda Venezuela para ser testigos de las elecciones municipales y regionales en las que por primera vez en cinco años va a participar la oposición marcará a corto plazo la ruta para salir de la crisis política y social en la que está inmersa el país.
Un resultado favorable a la organización de los comicios, con las obvias limitaciones que se producen por el control chavista del aparato del Estado, legitimaría la vía de negociación y reconstrucción de la institucionalidad desde dentro del sistema que ha emprendido una parte de la oposición, sobre todo la que vive en el país. Ellos creen que ese es el camino para organizar en unos años unas presidenciales con ciertas garantías en las que se pueda derrotar al presidente, Nicolás Maduro. Otra facción opositora considera que el chavismo no tiene voluntad de ceder poder y que la participación en estas elecciones a la que le quiere dar una apariencia democrática, a su parecer, atornilla a Maduro en el Palacio de Miraflores.
La misión tiene, por tanto, material sensible entre manos. Los observadores se desplegaron el jueves desde Caracas a todos los rincones del país, los 23 estados, incluido el del Amazonas, el de más difícil acceso. “Cualquier irregularidad la reportaremos al CNE (Centro Nacional Electoral). Hasta ahora no ha ocurrido nada, está todo muy bien, todo el mundo está haciendo un esfuerzo extraordinario”, explica Isabel Santos, diputada socialista portuguesa y la jefa de la misión.
En el Parlamento Europeo no todo ha sido consenso en torno a esta aventura. El Partido Popular Europeo decidió no enviar a ningún eurodiputado. “El PPE no forma parte de esta farsa electoral de Maduro en Venezuela”, dijo la diputada Dolors Montserrat para justificar la ausencia. Sus tesis concuerdan con la de los opositores más rígidos, que ven en esto una maniobra del chavismo para ganar tiempo, en cuanto mejora muy levemente la situación del país con la dolarización de su economía y gana algo de crédito en la escena internacional. Venezuela, sin embargo, es hoy día el país más pobre de América Latina.
A los observadores les han llovido críticas por los dos lados. María Corina Machado, una opositora férrea, despreció su trabajo y los invitó a ir a la frontera, donde los conflictos armados se han disparado por la presencia de guerrilla y grupos criminales, o a los hospitales para ver la escasez de medicinas. Uno de los políticos chavistas más prominentes, Diosdado Cabello, jefe de campaña del PSUV, el partido oficialista, dijo en su programa de televisión que algunos de los observadores tenían actitud de “espías”. “Ellos no saben cómo el pueblo chavista es capaz de defender hasta con los dientes la revolución”.
La jefa de la misión se quedará en Caracas durante toda la jornada electoral. Calcula que podrán estar pendientes de más de 1.200 mesas electorales.
– ¿En todas ellas habrá un representante de la oposición?
– No puedo saberlo. Estaré pendiente de si ocurre o no ocurre y se dirá en el informe.
– ¿Ha observado una plena disposición del Gobierno venezolano?
– Hasta ahora no he encontrado lo contrario.
Santos, cuyo segundo de abordo es un español, el gallego Xabier Meilán, también recogerá en su informe el desarrollo de la campaña electoral. Esta, a todas luces, es desigual. El partido oficialista cuenta con el aparato del Estado para hacer campaña. Algunas ciudades están empapeladas solo con el rostro de los candidatos chavistas, como si los otros no participaran. Además, el PSUV recoge en sus mesas callejeras datos de los electores para facilitarles el bono social o el Clap, una bolsa alimentaria. No hay distinción clara entre partido y Gobierno. El CNE, por ejemplo, ha iniciado un expediente contra Maduro por llevarse al acto de inauguración de una potabilizadora al candidato chavista a un municipio de Caracas. El problema es que la resolución se tomará una vez que hayan acabado las elecciones.
Además de la presencia de los observadores, como gesto de apertura el Gobierno cedió a la oposición dos de los cinco puestos directivos del CNE, un gesto que propició la conformación en agosto de una mesa de negociación en México. Esas conversaciones fueron un paso importante porque sentaron las bases para el formato de estas elecciones, aunque a mediados de octubre Maduro suspendió el diálogo tras la extradición a Estados Unidos de Alex Saab, presunto operador financiero del chavismo. Uno de los nuevos lugares de la autoridad electoral lo ocupa el opositor Enrique Márquez, nombrado subdirector. “Es muy difícil que se puede alterar el resultado”, explica Márquez en su despacho. Cuenta que hace unos meses un conjunto de académicos realizó una inspección completa de todo el sistema de voto. El proceso fue retransmitido por streaming.
El informe, de acuerdo a Márquez, concluye que el sistema es “fiable, robusto y seguro”. Se ha auditado también el sistema de huellas dactilares del banco del CNE. Si se presenta un error en la identificación biométrica de un elector, los miembros de la mesa tendrían que pedir una autorización especial al CNE. Si ocurre una segunda vez, volverá a auditarse. En caso de una tercera el sistema quedará bloqueado. “Así el voto múltiple fraudulento queda imposibilitado”, agrega. “Eso no quiere decir que todo esté bien”, prosigue Márquez, “hay muchas cosas que están mal”. “Pero en Venezuela soplan vientos de cambio. Hemos vuelto a una ruta muy difícil aunque indispensable: la política. Para que haya una democracia tenemos que reconstruir las instituciones que permiten que exista la democracia”.
La misión tendrá un informe preliminar de lo ocurrido el martes, 48 horas después del cierre de urnas. En unos dos meses publicará el documento definitivo, aunque las conclusiones generales serán las mismas. Las palabras de Santos, por tanto, podrán tener un efecto importante en la ruta a seguir para Venezuela.
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