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Venom revela la razón freudiana por la que los simbiontes son tan poderosos

Venom revela la razón freudiana por la que los simbiontes son tan poderosos

El vínculo de Eddie Brock con el simbionte Venom en Marvel Comics muestra cómo la relación entre los simbiontes y sus anfitriones puede volverse un poco extraña.

Advertencia: contiene spoilers de Venom: ¡Protector Letal #2!

Los fans saben lo poderoso que es Marvel Veneno puede ser, pero lo que quizás no sepan es que se debe a que los simbiontes se conectan con los humanos en un nivel subconsciente freudiano.

Cuando Spider-Man adquirió por primera vez su traje negro, asumió que era solo un disfraz que estaba vinculado telepáticamente a él. Cuando descubrió que el traje era de hecho su propio organismo vivo, cambió mucho su forma de verlo. El simbionte quería vincularse con él de forma permanente, pero el vínculo va más allá de lo físico. También es psicológico y aprovecha la teoría del famoso psicoanalista Sigmund Freud, quien creía que, en un nivel subconsciente, los humanos desean regresar al útero de su madre.

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No es que los simbiontes sean un útero en el sentido literal, pero como se revela en Venom: protector letal #2, que fue escrito por David Michelinie e ilustrado por Ivan Fiorelli, un simbionte se ocupa de muchas de las necesidades de una persona. Cuando el simbionte de Venom se lesiona y Eddie Brock se ve obligado a cuidarlo para que recupere la salud, se sorprende de cómo se siente el ambiente exterior. Tiene que irrumpir en un sótano en su forma humana y reflexiona que ha olvidado lo que se siente tener frío e incluso sentir dolor cuando pisa vidrios rotos.

Los fanáticos tienden a centrarse en la naturaleza violenta y superpoderosa de los simbiontes. Es genial que Venom se balancee en redes orgánicas, tenga una gran fuerza y ​​pueda escalar paredes como Spider-Man. Pero podría ser que el verdadero superpoder de Venom sea permitir que su anfitrión humano se sienta perfectamente cómodo dentro de él. Es un ambiente de temperatura controlada que es cálido, reconfortante y protector de amenazas cotidianas como astillas y picaduras de mosquitos. Si bien puede que no sea lo que Freud tenía en mente, satisface ese impulso humano de ser consolado.

Lo que da tanto miedo de esta situación es que, si bien el humano cree que está obteniendo superpoderes al fusionarse con el simbionte, en realidad está debilitando a sus anfitriones humanos. En este sentido, los simbiontes no son un organismo simbiótico sino más bien un parásito. Proporcionan a sus anfitriones un entorno adecuado que satisface todos sus deseos psicológicos y, al mismo tiempo, se aprovechan de ellos y se alimentan de su fuerza vital. Teniendo esto en cuenta, no sorprende que los simbiontes sean una raza poderosa y eterna que prospera no solo en los huéspedes humanos, sino en casi cualquier ser sensible. Así que Eddie Brock haría bien en desconfiar de su tiempo como Veneno.




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