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Vettel desencadenado, Sainz a demostrar

Carlos Sainz, en el Gran Premio de Austria.FLORENT GOODEN / DPPI Media / AFP7 / Europa Press / Europa Press

El coronavirus y su impacto tan brutal en el Mundial de Fórmula 1 han disipado un poco el factor competitivo de una temporada que con cuatro meses de retraso arranca este domingo (15.10, Movistar F1) en Austria. Sin embargo, existe la creencia generalizada de que una vez que se apaguen los semáforos en el Red Bull Ring, el foco volverá a redirigirse hacia la pista y las pantallas de tiempos.

En ese sentido, este curso aglutina un par de ingredientes para pasar a la historia al margen de la pandemia. Por un lado, Lewis Hamilton dispone de su primera oportunidad para sumar la que sería su sexta corona, una cifra que le igualaría con Michael Schumacher. Al margen de la posible proeza de Hamilton, la trama más jugosa del campeonato seguramente volverá a centrarla el taller de Ferrari, últimamente muy dado a protagonizar culebrones.

Este invierno, la Scuderia optó por dar un volantazo a su política deportiva. En un pispás anunció que no iba a renovar el contrato de Sebastian Vettel, que termina este 2020, y que su bólido a partir de entonces pasará a manos de Carlos Sainz. Con esa maniobra, la estructura italiana se ahorrará unos 40 millones de euros en el sueldo de sus dos pilotos, dado que el salario base de Charles Leclerc ronda los nueve y el de Sainz, los seis.

Paralelamente, el relevo del alemán por el español lleva implícito el deseo de imponer una política distinta de la de los últimos tiempos: se espera que los esfuerzos en la pelea por el Mundial se centren en Leclerc y que el madrileño ejerza de escudero. No obstante, para ese escenario aún debe disputarse un ejercicio en el que tanto Vettel como Sainz persiguen objetivos opuestos. Mientras el primero quiere poner de relieve el error de Ferrari al decidir prescindir de él, el segundo tratará de subrayar lo contrario por más que tenga que hacerlo con un McLaren, un monoplaza lejos de los punteros del Mundial.

El hecho de que el tetracampeón de Heppenheim ya sepa que esta será su última aventura con la marca de Il Cavallino Rampante puede convertirse en el prólogo perfecto de una novela de acción. Si en 2019 ya saltaron chispas en la pista entre él y Leclerc, habrá que ver cómo gestiona Ferrari la situación, habida cuenta de que la principal habilidad de sus estrategas no es últimamente la gestión de sus corredores.

Futuro en el aire

Lo resume perfectamente Martin Brundle, popular expiloto de Fórmula 1 reciclado a comentarista televisivo, que cree que el germano tiene una gran oportunidad para dejar a Ferrari con las vergüenzas al aire. “Sinceramente, creo que Sebastian volará. En el pasado siempre obedeció muy poco a las órdenes de equipo, como quedó claro con [Mark] Webber en Red Bull y también con Leclerc. Conducirá solo para él y pienso que será fantástico porque la velocidad no la ha perdido”, analiza Brundle.

Que Vettel no haya anunciado todavía qué va a hacer el año que viene aún le añade un poco más de suspense al relato. “Si se me presenta una buena oportunidad, entonces seguiré [en F1]. Mi naturaleza es competitiva. He conseguido muchas cosas en este deporte y tengo deseo y ambición de conseguir más. Pero para ello necesito el entorno y la gente adecuada a mi alrededor”, declaró desde Austria. Y remachó: “Si eso no se da, seguramente es mejor cerrar esa puerta y hacer otra cosa”.

El caso de Sainz es diametralmente contrario. Afronta este campeonato con el futuro asegurado y tras haberse convertido en la gran sensación de 2019, en la que terminó el sexto en la tabla de puntos con un coche que no estaba para eso. Esa consistencia que le llevará a correr para el símbolo más universal que existe en el mundo de las carreras de coches es el valor con el que tratará de darle la razón a quienes le han contratado. De vecino volverá a tener a Lando Norris, que hará todo lo que esté en su mano para que a Ferrari le entren las dudas acerca de su fichaje.


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